El cuadro 'oculto' del genio granadino Alonso Cano
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El óleo forma parte de la impresionante colección de la Academia de Bellas Artes, que ahora muestra una selección de sus tesoros en el Centro Cultural Gran CapitánPatrimonio ·
El óleo forma parte de la impresionante colección de la Academia de Bellas Artes, que ahora muestra una selección de sus tesoros en el Centro Cultural Gran CapitánAlonso Cano, probablemente el pintor granadino más afamado de todos los tiempos, produjo mucho a lo largo de sus cincuenta años de trayectoria artística. Mucha de su obra está expuesta en algunas de las pinacotecas más importantes del mundo –el Prado, por ejemplo, le dedica ... una sala–, pero otra mucha sufrió daños irreparables por incendios, saqueos y robos. Otra parte se mantiene 'oculta' por ser propiedad de particulares. Ahora los ciudadanos de Granada tienen la oportunidad de observar una de estas joyas 'escondidas' de Cano hasta el 30 de enero en una exposición donde se muestran los tesoros de la Academia de Bellas Artes de Granada, una institución que en sus doscientos cincuenta años de historia ha acaparado un patrimonio sencillamente impresionante. Como este Cano que preside su salón de plenos en el Palacio de la Madraza y que, posiblemente, tan solo ha sido exhibido en alguna ocasión a principios del siglo XX.
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Este óleo, que se puede ver en el ábside de la iglesia del edificio donde antiguamente estaban las Hermanitas de los Pobres –hoy día Centro Cultural Gran Capitán–, es absolutamente hipnótico y bello. Y aúna todos los 'ingredientes', valga la expresión, que identifican a Cano. Pese a ser uno de los grandes artistas del Barroco español, y máximo representante de la afamada Escuela Granadina, se observa el misticismo de un Cristo aislado, sin figuras que lo acompañen, incrustado en un paisaje desértico con esa luz evanescente del amanecer –o quizá del atardecer–. Los tonos grisáceos sobresaltan el cuerpo, que no muestra dolor ni sangre. La escena, que invita a la meditación, tiene ese punto clásico y renacentista tan admirado en Cano.
Flanqueando a este Cristo, podemos observar a la derecha dos bustos de bronce de Fray Luis de Granada y Mariano Fortuny realizados por Francisco Morales, uno de los grandes escultores del siglo XIX. Y a la izquierda, una interesante pintura de Santa Euduvigis realizado precisamente por uno de los seguidores de Cano, el gran Pedro Atanasio Bocanegra, otro insigne hijo de Granada –vivió entre 1638 y 1689– que fue nombrado pintor de la Catedral y posteriormente del rey Carlos II.
Otra de las piezas que merece un rato de atención es la 'Virgen con Niño' de Diego de Aranda, coetáneo de Diego de Siloé, que tiene una historia realmente singular. Se encontraba a unos ocho metros de altura en el frontis de San Gil, un templo que se echó abajo entre 1868 y 1869 para dar trabajo a los obreros y generar plusvalías. Coincide con aquellos años de la Revolución Gloriosa que desembocaron en la Primera República. Goméz Moreno pudo documentar la demolición, de la que se conservó una parte de los elementos que configuraban la fachada. Entre ellos, esta figura de Diego de Aranda –suyas son también las portadas de las iglesias de Santa Ana y San Ildefonso y el pedestal del testero oriental del Palacio de Carlos V–.
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Los fondos documentales también ocupan un lugar destacado en 'Tesoros de la Academia'. Llama la atención una serie de fotografías de la segunda mitad del siglo XIX donde se pueden ver casas moriscas desaparecidas en el barrio del Albaicín y de sus moradores. Destacan las instantáneas del Arco de las Pesas, el Aljibe del Trillo con los azulejos que se le adosaron en esa época y una taberna.
Otros grandes reclamos para el visitante son los grabados de Goya, pertenecientes a la carpeta 'El Capricho'. Y las imágenes del Palacio de Dar al-Horra antes de su restauración, el Bañuelo convertido en lavadero público y una vista de los molinos desaparecidos del Paseo de Romayla. Por ultimo, dentro de una vitrina, no debe de perderse el boceto de Juan Cristóbal para un monumento dedicado a la Justicia. Juan Cristóbal empezó como botones del Centro Artístico de Granada, donde lo becaron para recibir clases de pintura, modelado y escultura. Fue el comienzo de una carrera en ciudades como Madrid, donde hizo la famosa Sibila de la escalera del Círculo de Bellas Artes.
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La Academia de Bellas Artes cuenta con más de cinco mil volúmenes, mientras que su legado artístico supera el millar de creaciones. Su colección, que abarca todas las disciplinas, se inició con aquellas primeras adquisiciones coincidentes con la etapa fundacional –la Academia fue promovida por la Real Sociedad Económica de Amigos del País y se constituyó en 1777– y continuó durante el primer tercio del siglo XX, a lo que hay que sumar numerosas donaciones.
Lo más contemporáneo se ha venido enriqueciendo con aportaciones de los propios académicos y con obras premiadas en los diferentes certámenes convocados por la Academia durante las últimas décadas. Debido a problemas de espacio, buena parte de esta herencia se haya depositado en el Museo de Bellas Artes de Granada, «lo que garantiza su óptima conservación y adecuada difusión», según dice la Academia. Para esta cita en el Centro Cultural Gran Capitán se ha seleccionado una pequeña muestra de sus fondos.
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