Granada All Stars
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Cuatro voces en el río de la pintura, el cine, la poesía y la músicaCuando Miguel Ríos entró este viernes en el Espacio Caja Sonora, en el Centro Cultural CajaGranada, el auditorio –a rebosar– se puso a cantar a coro «cumpleaños feliz». El granadino, con sus 80 palos recién estrenados, saludó al respetable y sonrió orgulloso. «¿Hay algún cantante en la sala?», preguntó, provocando una carcajada. Detrás de la mesa, cuatro voces, cuatro amigos, cuatro representantes del arte dispuestos a dejarse interpelar por la música: el pintor José Manuel Darro, el poeta Luis García Montero, el cineasta José Sánchez-Montes y la actriz María Barranco.
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José E. Cabrero
José E. Cabrero
El lienzo lo puso Darro, que habló de Picasso y de Ígor Stravinsky, de Joan Miró y Joaquín Rodrigo, de Fito Páez y Juan Gatti, de Joaquín Sabina y Juan Vida. «La pintura y la música están unidas, como aquella clave de sol», dijo, guiñando a su amigo Ríos, sentado en la primera fila. A continuación tomó la palabra Luis García Montero, que profundizó en «la hermandad de la música y la poesía». «Porque la poesía necesita la música para emocionar: es la que mejor refleja el estado de ánimo». García Montero celebró los días en que Miguel Ríos trajo a Granada la cultura de fuera, «cuando aquel niño del pendiente de los almacenes Olmedo abrió la ventana para que entraran el rock y otras culturas a nuestra Granada».
García Montero recitó de memoria un poema tras otro, de Góngora a Federico García Lorca, como el cantante que interpreta su repertorio sobre el escenario. Mientras, Miguel Ríos silabeaba los poemas y aplaudía: «Por vos he de morir y por vos muero», dijeron ambos a la vez. El poeta y director del Instituto Cervantes quiso terminar su intervención dedicándole a Miguel Ríos el poema que Rafael Albertí escribió al cumplir 80 años, que terminaba con «el siempre sostenido ciego amor más allá de la muerte».
La película siguió con José Sánchez-Montes, director de la reciente 'Zambra'. Aunque en este punto, Miguel Ríos se despidió porque tenía que asistir al último ensayo antes del gran concierto. «La noche que nos conocimos Miguel y yo –recordó el director– se nos pinchó la rueda por la Gran Vía. La gente se paraba a preguntarle si él era Miguel Ríos. Y él decía: ¡sí, sí, soy yo, pero arreglad la rueda!». El cineasta granadino repasó la importancia de la música en el cine, «como cuando Darth Vader entra en escena o suena alguna canción mítica como la de 'Titanic' o la de...». «¡Joselito!», interrumpió María Barranco, provocando una sonora carcajada. «O Joselito, claro».
Barranco hizo una confesión: «Odiaba a Miguel Ríos –se pueden imaginar las risas–. Yo iba a un colegio de monjas y solo nos dejaban escuchar 'El himno de la alegría'. Luego ya le conocí y me enamoré de él, como todo el mundo». La actriz jugaba a ser Marifé de Triana de niña y aquello fue el salto a los escenarios. «Cantar y bailar es lo mejor de la vida», subrayó.
García Montero, antes de cerrar la velada, contó la vez en que la madre de Miguel Ríos le pidió que le llevara a ver a Antonio Machín. «Al salir del teatro, le dijo a Miguel: tú dedícate a la canción, pero no te hagas viejo encima de un escenario. Y mira, cumple 80 años y no se ha hecho viejo».
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