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José Antonio Muñoz
GRANADA
Viernes, 31 de mayo 2019, 00:34
El Aula de Cultura de IDEALse abrió ayer por la tarde para acoger el magisterio de César Antonio Molina y Mercedes Monmany, dos profundos conocedores de la realidad literaria, social y política del último medio siglo, y autores de libros de poesía y ... ensayo –entre ambos, más de medio centenar–. Además, muy vinculados a la ciudad que visitan en estos días, como pusieron de manifiesto a lo largo de la conferencia que ofrecieron, patrocinada por Obra Social 'la Caixa', que tuvo lugar en el salón de actos de la ONCE.
César Antonio Molina tiene muy reciente la publicación del ensayo 'Las democracias suicidas y otros escritos de política', en el que advierte del resurgimiento de los totalitarismos intelectuales, una realidad que se creía perdida tras la caída de los bloques con el muro de Berlín. Por su parte, Monmany ha buceado, en su más reciente obra, 'Ya sabes que volveré: Tres grandes escritoras asesinadas en Auschwitz', en la vida y el trágico final, en un campo de concentración, de Irène Némirovsky, Gertrud Kolmar y Etty Hillesum, una parábola donde pone de manifiesto la dolorosa pérdida de una parte importante de la intelectualidad europea durante el conflicto. Antes, había trazado en 'Por las fronteras de Europa', un mapa imprescindible de las letras en el Viejo Continente.
Eduardo Peralta, director de IDEAL, presentó en primer lugar a la profesora de la UGR, crítica literaria y directora del Festival Internacional de Poesía de Granada, Remedios Sánchez, quien hizo de introductora de los conferenciantes. De ellos dijo que «constituyen dos ejemplos de intelectuales ajenos a los sectarismos tan presentes en la sociedad actual». De Monmany, recordó su vasta producción literaria, y la claridad de su mensaje de «estimular lo que nos une», tanto como su trayectoria como traductora de primeros espadas de la literatura europea, y su reciente Premio Caballero Bonald de ensayo por la obra 'Ya sabes que volveré', anteriormente citada. Sánchez afirmó que «Mercedes Monmany es una defensora a ultranza de Europa como unidad integradora».
Sobre César Antonio Molina, afirmó la profesora de la UGR que es «un ejemplo de intelectual tranquilo, coherente, que dice las cosas de frente y con claridad». Del mismo modo, señaló su faceta como poeta, «tal vez no suficientemente reconocida por su otra faceta de ensayista prolífico y directo», que da lugar a una «poesía culta y elegante, hondamente reflexiva».
Dando plena justificación a esa mente abierta y coherente, el poeta echó parte de la culpa de su pensamiento a sus orígenes. «E·n Galicia somos un apellido exótico los Molina», recordó, «por eso en Andalucía me siento como en casa, porque mi bisabuelo era de Macael, y emigró a La Coruña para crear la mayor marmolería de Galicia». A renglón seguido, rememoró su 'segunda venida' a esta tierra, primero al campamento militar de Viator y luego a Granada, donde ejerció como integrante de la sección jurídico–militar. «Cobraba 300 pesetas al mes, y compartía piso y vida con personas de muy diversas procedencias. «Este país era y es eso, mezcla de orígenes y caminos, por mucho que otros quieran hacernos creer que somos diferentes por nacer en un lugar u otro».
El poeta y ensayista repasó algunas anécdotas vividas en Granada, como haber encontrado en un arcón de la Huerta de San Vicente un arcón lleno de libros de la primera edición de 'Impresiones y paisajes', aquella 'opera prima' de Lorca, y junto a ellos, el mono que el poeta usaba cuando viajaba con La Barraca y en las misiones pedagógicas. O las noches de guardia en la por entonces Capitanía sin saber usar el fusil que portaba al hombro. «No teníamos miedo a nada, y sí mucha curiosidad. Cambiaría cualquier cosa por tener el empuje de aquella época», dijo. Por su parte, Mercedes Monmany destacó su vinculación de dos décadas al Grupo Vocento, al que pertenece IDEAL, y el importante papel que desempeñan las aulas de Cultura de los periódicos del Grupo como instrumentos de formación y debate, paralelos a la información que los diarios proporcionan a sus lectores. Como antes hiciera su marido, repasó muchos recuerdos de su primera infancia, vivida en Granada, y sus primeras vacaciones en la playa de Almuñécar. Un acervo sentimental que enriquecería tras encontrar a Molina.
Juntos, compartieron anécdotas como el encuentro inopinado de Molina con Jaime Gil de Biedma en un café de Plaza Nueva, o su amistad con Francisco Ayala, cuya Fundación se creó siendo él ministro. Al hilo, precisamente, de aquella etapa, Remedios Sánchez le pidió que detallara cómo es posible conjugar la defensa de la cultura con las presiones políticas, a lo que Molina respondió detallando algunas de las complicadas situaciones vividas con los nacionalistas de diverso origen durante su época en el gabinete entonces presidido por Rodríguez Zapatero. El exministro culpó de la tensión actual «a las carencias en la educación. Los gobiernos, de un signo o de otro, han considerado a la educación y la cultura una materia sin importancia. Es un grave error no educar a nuestros jóvenes en la historia común, dijo. Y añadió: «Con todo, perseguir la cultura no es algo de ahora:a Santa Teresa le quemaron la biblioteca; San Juan de la Cruz tuvo que escapar por una ventana del Santo Oficio, y a Jovellanos lo confinaron en Bellver. Hoy casi no se enseña ni literatura, ni filosofía ni arte. En Francia e Italia conocen su historia, y son estados que educan coherentemente a sus hijos, sin ocultar ni reescribir nada. Aquí lo manipulamos todo».
A la pregunta de Remedios Sánchez sobre si ha percibido alguna vez que se cace a intelectuales díscolos, Molina comentó que «es algo que nunca ha dejado de producirse, desde Atenas hasta hoy. También a la prensa, porque el 90% de los casos de corrupción se han conocido gracias a los periodistas. Unos y otros molestan». Él mismo lo fue en el seno de un partido al que nunca se afilió y al que devolvió su acta de diputado cuando se sintió «cómplice de las maldades que los nacionalistas catalanes estaban cometiendo». Como antídoto contra ese veneno, abogó por enseñar a los niños «cuáles son las lenguas que se hablan en nuestro país, y cuál es la historia del país en su conjunto, y muy especialmente la reciente, que se deriva de una Constitución, la del 78, que ha proporcionado a España sus mejores años».
En el mismo sentido, Mercedes Monmany aseguró que «el conocimiento de nuestro entorno, y de una Europa más allá de nuestros vecinos, es fundamental, porque no se puede amar lo que no se conoce». Ella, como introductora de literaturas como la húngara o la polaca, ha captado como pocos esa universalidad inherente a la cultura.
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