«La democracia española la pelearon muchas personas no reconocidas»

Óscar Alzaga Villaamil ·

El catedrático de Derecho repasa en su libro 'La conquista de la transición' los años de oposición al franquismo que sentaron las bases para la democracia

Miércoles, 27 de octubre 2021, 01:24

Sanciones a profesores universitarios que no comulgaban con el régimen, confinamientos durante meses en pequeños pueblos, detenciones y penas de prisión. Los años previos a la muerte de Franco fueron de una intensa actividad para muchos grupos políticos e intelectuales que ejercían una férrea y ... constante oposición a la dictadura. La documentación de aquella represión, todos los registros de la Policía, fueron eliminados por orden de Rodolfo Martín Villa en 1977, en su cargo de ministro del Interior. Óscar Alzaga Villaamil, que fue miembro de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, rescata en su libro 'La conquista de la transición' aquellos años de lucha y rescata documentos inéditos de la época. Alzaga presenta su libro este jueves, a las 12.30, en la facultad de Derecho de Granada y previamente, a las 11.00 tendrá un debate sobre la Transición.

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¿Qué le empujó a escribir este libro, con tan amplia documentación, sobre la Transición?

–Yo me quedé preocupado cuando tuve información de que se estaban destruyendo sistemáticamente todos los informes , fichas y datos de lo que habíamos hecho los opositores al franquismo. Hay que tener en cuenta que en ningún otro país europeo que haya tenido un periodo dictatorial en el siglo XX se ha producido una destrucción de los informes policiales y los historiadores de esos países han podido recomponer con rigor lo que en ese periodo hicieron los demócratas para recuperar la convivencia democrática. En España se estaba incumpliendo esa regla de comportamiento que habían respetado todos, de forma brutal. No se respetaba nada.

¿Qué se ha perdido?

–Se ha perdido todo lo que hicimos los demócratas de oposición en todos los terrenos, organizativo, universitario, de los sindicatos obreros, de las asociaciones profesionales de ciertas actividades culturales. Se ha perdido la visión de la estrategia en virtud de la cual el régimen franquista era cada vez más insostenible. Por eso yo al principio reproduzco un escrito que he podido consultar, del entonces ministro de Interior, Luis Garicano Goñi, que le explica –a Franco– sus dudas de que pueda mantenerse el franquismo a su muerte. Y al explicarle esto, le dice que es sobre todo por un problema, el universitario. Hay una generación que ya no es franquista y que quiere vivir en una democracia occidental. Esta información era muy relevante. Por eso se esfuerzan en destruir esos documentos. Quizá ellos quieren explicar que donan graciosamente la democracia a los españoles, pero en realidad están saliendo de un sistema insostenible para situarse ellos en posiciones relevantes.

«Lo más duro era cuando te sonaba el teléfono para decirte que habían detenido a un amigo al que acusaban de un delito grave»

¿Se trataba, entonces, de silenciar esa larga oposición?

–La oposición se va extendiendo. No es la misma en 1940 que en 1960. Se ha ido extendiendo y cada vez cuenta con más apoyos internacionales y sociales. La preocupación que suscita en el régimen es cada vez mayor.

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Cree que esa destrucción de documentos, ¿ha simplificado la Transición?

–Ha simplificado las versiones que se han expuesto y generalizado, en las cuales se ha procurado exponer que los propios franquistas son los que donan al pueblo español la convivencia democrática. Yo hablo en el libro de la conquista de la democracia, son los demócratas los que luchan por lograrla. Hay muchas gestiones que hacer. Se borra todo eso y la realidad represiva que se ha hecho.

A usted lo confinaron durante meses en un pueblo...

–Cuando te toca vivir algo, no tienes otra alternativa. Cuando aparece la policia a las 12 de la noche en tu casa y te dice que hagas las maletas, con ropa de abrigo, que vas a pasar dos o tres meses en un pueblo de Soria...

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¿Qué fue lo más duro a nivel personal de esos años?

–Yo tengo recuerdos de naturaleza diferente. Lo más duro era cuando te sonaba el teléfono para decirte que habían detenido a un amigo, al que acusaban de un delito grave, con lo cual, calculaba que le iban a pedir un montón de años de privación de libertad. Eso era muy duro, porque veías cómo se le paraban sus estudios, se destruía su vida privada, y se iba a encontrar en régimen penitenciario, cuando en realidad era un hombre honesto y generoso. Todos los meses teníamos noticias de ese tipo y teníamos que ir a prisión a verlos.

¿No fue tan sencilla la Transición como se recuerda ahora?

–No le quepa duda. El régimen consideraba que era el mejor modelo. Las dictaduras tienden a eternizarse Su propaganda en los medios de comunicación social iban encaminados a eso, porque si la dictadura desaparece, ellos se quedan, como mínimo ,en una situación incómoda. El franquismo se encontró con una oposición significativa. Yo hablo de lo que conozco mejor, la oposición demócrata cristiana, que era muy importante. En esa epoca, el Papa Pablo VI respaldaba varias ideas de nuestra oposición. Era una oposición que contaba con el apoyo directo e indirecto de muchos jóvenes. Esa opinión, de que había una oposición muy amplia, no le interesaba y la borraban.

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Relata unos años de oposición crítica en la Universidad. ¿Echa de menos ese empuje en la universidad?

–El compromiso generacional que nosotros adquirimos de poner fin a la dictadura, que nosotros y nuestros hijos viviéramos en libertad, no es algo que compartan los jóvenes de ahora. La realidad es diferentes y un joven estudiante actual le cuesta trabajo entender lo que era la vida clandestina, evitar los seguimientos de la policía....Ahora se preocupan por otras cosas, como el medio ambiente, pero no va la policía tras ellos porque hablen de eso.

«En el camino de construir un gran país, que será la Unión Europea, los nacionalismos técnicos carecen de sentido»

El rey Juan Carlos, nombrado por Franco como su sucesor, se fue adaptando a la realidad siguiente. ¿Cómo ve hoy la monarquía?

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–Tenemos ahora un rey modélico. Por razón de su formación, su seriedad, está desempeñando las labores que le encomienda la Constitución con gran pulcritud, sin inclinarse al lado de unos u otros, y con transparencia económica. El rey, hoy, no es un problema para la sociedad.

En los años de oposición al régimen, relata los contactos que tuvieron con partidos catalanes y vascos. ¿Cómo valora la situación en la que está Cataluña ahora mismo?

–Yo creo que los nacionalismos tienden a desear la independencia para su nación. Pero en el contexto dela Europa occidental, que viaja en el camino de construir un gran país que será la Unión Europea, los nacionalismos técnicos carecen de sentido, dicho con respeto. La idea de crear esa gran nación europea es incompatible con la independencia de determinadas regiones, Los jóvenes tienen que asumir un gran reto, que es la construcción de una Europa modélica, una gran potencia, Europa tiene mucho en común históricamente. Tenemos, en definitiva, una asentamiento de la convivencia democrática. Y tenemos organismos comunes de mucho peso, tenemos una moneda común y otros órganos recientes con el sello de la unión. Estamos gestando una gran potencia y eso es lo que le corresponde a la nueva generación.

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Tras la publicación del libro, ¿ha recibido alguna llamada de alguien que le haya afeado cómo trata la transición?

–Lo que he recibido son llamadas de personas citadas o que tuvieron algún problema y agradecen verse en las páginas del libro. Del otro lado no he recibido ni una sola llamada. La verdad es respetable. El salvar la verdad no es algo que le pueda molestar a nadie. Cuando se quemaron miles de documentos, se quema una verdad. Yo he recuperado una parte, a la que tiene derecho a acceder la ciudadanía. Somos el único país que ha quemado su verdad y tratar de recuperarla, es algo a lo que deberían sumarse más historiadores. La democracia no nos la donan los franquistas, la conquistan muchas personas hoy no conocidas, que luchan a diario, les detienen, entran en prisión, y a quienes no se les ha ofrecido el mayor respeto o el ánimo público.

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