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Era un 27 de enero a la una de la tarde. Pleno invierno. Andrés y Sergio retornaban a Granada después de hacer una excursión por el barranco del Alhorí con el Club de Montaña de Monachil cuando, a la altura de Purullena, decidieron hacer una parada en el paraje del Fin del Mundo. Andrés y Sergio son fotógrafos y el olfato les decía que algo bueno sacarían. Se subieron a la montaña, calzaron sus teleobjetivos y justo en ese instante –la fotografía es eso, un instante– una familia de cabras montesas se jugaba el tipo saltando por un precipicio. Lo logró la madre, lo logró una de las dos crías, pero ¿lo logró la tercera?
Ese instante fue inmortalizado por Sergio, Sergio Luque, y es uno de los cuarenta fogonazos que conforman 'Imágenes escritas con luz y tiempo, Geoparque de Granada', una exposición que se podrá ver en el Parque de las Ciencias hasta junio del año que viene y en la que han intervenido Javier Olivares, Manuel Villena, los hermanos Alfredo y Andrés Ureña y Sergio Luque, cinco de los mejores retratistas de paisajes de Andalucía –y los cinco pertenecientes al Centro de Estudios e Investigación sobre el Arte y el Patrimonio Al-Zawiya–.
Para conocer el devenir de esa tercera cabrilla tendrán que leer hasta el final de este reportaje, pero mientras tanto les cuento. La muestra enseña la belleza hipnótica del Geoparque como nunca se ha hecho. Primero por el amor a la naturaleza de estos artistas. Y segundo porque detrás de las más de cinco mil fotos que han tomado estos señores en el Geoparque en los últimos cinco años –en el Parque de las Ciencias se puede ver una selección de cuarenta– hay muchísimo oficio.
Y no hablamos tan solo de la habilidad técnica para inmortalizar la Vía Láctea a las cuatro de la madrugada en el Desierto de los Coloraos, sino de estudiar las localizaciones durante días para aprehender ese último rayito de luz solar sobre el Jabalcón o ese buitre leonado que, con la Luna al 96%, vuela majestuoso con las alas extendidas en una brecha natural en la Loma del Salar de Orce. Eso es el Geoparque de Granada, que abarca una extensión de 4.722 kilómetros cuadrados del norte de la provincia, y eso es también 'Imágenes escritas con luz y tiempo'.
Javier Olivares es geólogo. Gorafeño de cuna. Conoce cada rincón del Geoparque como la palma de su mano. «Yo me crié allí». Uno de los grandes atractivos de la zona es, bajo su punto de vista, las tierras multicolores. La erosión ha ido liberando, poco a poco, las capas más profundas, las que se formaron hace doscientos millones de años, y se han quedado al descubierto rocas del triásico que tienen multitud de tonos. «A la gente le puede costar encontrarlas, pero normalmente se localizan a lo largo del río Fardes o del Guadiana Menor», explica Olivares, quien también asegura que son muy espectaculares los inselbergs. O sea, montes aislados en medio de la llanura que en su origen más remoto fueron unas isletas en el Mar de Tetis. «Son atalayas desde las que se puede ver todo el Geoparque», dice Olivares.Las tres más identificables son el Jabalcón, el Mencal y la Sagra.
Manuel Villena comenta que los momentos más propicios para 'apretar el gatillo' son el amanecer y el atardecer. «Cuando la luz rasante realza los relieves y las texturas». Siempre buscando, eso sí, un tiempo revuelto que evite los cielos azules anodinos y aporten un plus de 'dramatismo'. Esos rayos crepusculares realzan el espectacular cromatismo de este territorio.
Alfredo Ureña afirma que «elGeoparque es uno de los espacios más desconocidos, incluso por parte de los propios granadinos». «Es un paisaje inalterado;ahí radica su magia», asegura. En este sentido, Andrés Ureña subraya la necesidad de establecer mecanismos de protección que en estos momentos no existen. «Me da mucho miedo la masificación», confiesa. «Es imprescindible que las rutas se hagan con el asesoramiento adecuado para proteger elementos tan sensibles como las bentonitas, arcillas expansivas de extraordinaria fragilidad».
Sergio Luque conserva en su memoria experiencias únicas en el Geoparque. Las vividas en soledad, «cuando no oyes nada, solo el susurro del viento o de algún grillo». «Estás tan metido en el entorno, que te fundes con él», relata.Pero también las vividas junto a sus compañeros. Compartiendo penurias para estar en el lugar idóneo en el momento adecuado o, por el contrario, la frustración de no haberlo conseguido. «Después –bromea Sergio– siempre nos queda la satisfacción de tomarnos juntos un buen cordero segureño».
'Imágenes escritas con luz y tiempo' forma parte de un proyecto más global sobre el Geoparque emprendido por Al-Zawiya que se completará con la publicación de un libro de más de trescientes páginas, con edición de lujo, profusamente ilustrado por los cinco autores de la exposición.
Pero vayamos con lo importante. ¿En qué quedó la hazaña de la cabrilla? Sí, el animalico alcanzó por fortuna el risco sano y salvo.
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