El Día Mundial de Poesía vuelve a llenar la ciudad de palabras con rima

En el mismo acto, hubo también lugar para la poesía, naturalmente. La propia Carazo leyó el poema de García Lorca 'La guitarra'. Cuatro alumnos de Primero de Bachillerato del colegio Ave María Casa Madre leyeron otros tantos poemas de autores granadinos. Sonia Pérez leyó 'La aurora', de 'Poeta en Nueva York', de Federico García Lorca; Jesús Raya leyó 'Para que tú no llores' de Elena Martín Vivaldi; Violeta Franco leyó 'Pronuncio amor' de Rafael Guillén, y Julián Gilabert finalizó el pequeño recital con 'Los ojos de mi padre' de Mariluz Escribano. Precisamente, la custodia del legado de la poeta de la concordia, la catedrática y crítica Remedios Sánchez, ofreció a media tarde una conferencia en la Biblioteca de Andalucía, donde reivindicó a algunas de las autoras andaluzas preteridas durante décadas, o que no han tenido la atención que merecían hasta ahora, cuando el empeño de quienes las han sacado del olvido ha conseguido que sean conocidas por amplios sectores del público amante de la literatura.

Inicialmente, se había previsto que el recital vespertino, otrora repartido entre las distintas librerías de la ciudad, se desarrollara en dos marcos: el Patio de los Inocentes del Hospital Real y el Auditorio del Centro Lorca. Sin embargo, la amenaza cierta de lluvia convirtió al edificio de la plaza de la Romanilla en único escenario de un maratón de poesía en el que participaron más de 70 autores, coordinados todos ellos por Jesús Ortega, responsable del programa 'Granada, Ciudad Unesco de la Literatura'.

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Por hacer justicia, es preciso nombrarles a todos: Raúl Alonso, Jesús Amaya, Miguel Ángel Angulo, Leira Araújo, Miguel Ángel Arcas, Teresa Ariza, María Arnedo, Miguel Ángel Barrera Maturana, Víctor Bayona, Rosa Berbel, Marga Blanco, Javier Benítez Laínez, Isabel Bermejo, Javier Bozalongo, Rafael Calero Palma, Lola Callejón, Carmen Canet, Virgilio Cara, Mamen Carilla, Joaquín Carmona, Eduardo Castro, Olalla Castro, Valentina Colonna, Miguel Ángel Contreras, Nieves Chillón, Alicia Choin Malagón, Dori Delgado, Jorge Díaz, Taimi Dieguez, Mónica Doña, Khali Eltinaé, Pedro Enríquez, Pura Fernández, Mónica Francés, Guillermo García Domingo, Rosa Gamero, José Ganivet, Jairo García Jaramillo, José Miguel Gómez Acosta, Constanza González, Azucena G. Blanco, Ioana Gruia, Katia-Sofía Hakim, Carmen Hernández Montalbán, María Elena Higueruelo, Ángela Hurtado Ayala, Víctor Jiménez Jódar, Fernando López Castellano, José Miguel López Hidalgo, Alfredo Lombardo, Mariano Lozano, Massiel Malagón, Alberto Maqueda, Sergio Mayor, Luis Melgarejo, Eva Molina Saavedra, Laura Montes, Ángeles Mora, Gracia Morales, Rosa Morillas, Luis Pablo Núñez, Valentín Núñez, Rosa Ortega, Juan Javier Ortigosa, Yolanda Ortiz, Juan Peregrina, Aixa Rava, Gerardo Rodríguez Salas, Diego Roel, José Carlos Rosales, Alfonso Salazar, Gabriel Salguero, Sara Toro, Gerardo Venteo, José Luis Vicario y Sebastián Waldo.

En un panorama donde generacionalmente todo cabe, también caben todos los temas, estéticas y sensibilidades posibles. Si algo deja claro una convocatoria como la de ayer es que la cantera poética granadina es inagotable, y que la publicación en un sello grande, pequeño o mediano –de todo hay– no marca en absoluto la calidad. La poesía sigue sus propios caminos. Habla del amor, sea este lo que sea, porque, a tenor de lo oído ayer, es, no un concepto jurídico indeterminado, sino un concepto vital indeterminado. Hay tantas formas de vivirlo como de escribirlo, y produce tanto goce como dolor. El público que acudió al Centro Lorca pudo oír desde gritos apenas ahogados a llantos apenas contenidos, provocados por ese motor universal, y aplaudió con igual fervor ambas manifestaciones. Entre los poetas granadinos hay rapsodas bastante meritorios.

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Una de las consecuencias que se puede extraer de la jornada vespertina de lecturas es que la poesía granadina se mueve en perfecta comunión con el entorno. Granada, el ecosistema donde se mueve el verso, está muy presente en muchos de los autores, los que nacieron aquí y los que llegaron, Más allá de los lugares comunes, las calles de esta ciudad hablan al oído de quienes escriben sobre ella. Y eso le otorga un especial valor.