Hay voces que marcan una época. Capaces de dar una vuelta de tuerca muy apretada a los estándares para dejarlos a una altura difícilmente comparable. Después de más de 40 años de trayectoria, se puede poner la mano en el fuego sin quemarse cuando se ... afirma que Diana Krall es una de esas voces únicas. Ayer, en una tórrida noche con viento de poniente, como diría el clásico, enseñó algunas de las cartas que la han convertido en una de las mayores estrellas vivas del jazz. Todo contribuyó a otorgar grandeza al espectáculo. La iluminación convirtió el escenario en un club de cualquiera de esas ciudades norteamericanas que, en ocasiones, solo lucen bien en las películas. El excelente aspecto que la cantante luce a sus casi 60 primaveras –a pesar de que tuvimos que verla con prismáticos–. Y finalmente, una puesta en escena creada para su lucimiento. Eso por fuera. Por dentro, el trío que formó junto con el bajista Sebastian Steinberg y el batería Matt Chamberlain, a los que presentó nada más empezar para ahorrárselo luego, fue capaz de conectar con el público de manera admirable.
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Comenzó el recital la pianista, compositora y cantante con 'Almost like beeing in love', perteneciente a su más reciente grabación, 'The dream of you', lanzada en 2020. Una buena forma de introducir al público en su universo, con bromas incluidas. La siguiente parada fue el 'All or nothing at all', que en su día compusiera el súper clásico Jimmy Dorsey. Dejó lucirse en esta especialmente a Chamberlain, quien fue el encargado de dejar las últimas notas en el aire. Y a renglón seguido la primera gran reinterpretación de la noche, el inolvidable 'I've got you under my skin', de Cole Porter, que Krall interpretó en dos tiempos, uno mucho más canónico y el otro mucho más libre, como corresponde.
Tras el aplauso que lógicamente desató el tema de Porter, la cantante hizo un alto para anunciar 'Comes love' de Billy Holiday. Sin duda, Lady Day habría disfrutado mucho con una versión tributaria de la suya, pero con un sesgo, quizá, menos desesperado.
Con los cipreses del Generalife teñidos de un azul cobalto muy sugerente, llegaron las escalas endiabladas del muy barbado Steinberg –no se puede decir que Krall no sea solidaria y cómplice con sus músicos– interpretaron el 'Take the A train' de Duke Ellington.
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También le gusta jugar a Krall con el teclado, y dio muestras de su pericia en la introducción del tema de Nat 'King' Cole 'Just you, just me'. Aquí el trío se detuvo a placer. Primero Steinberg con Krall, luego esta con Chamberlain, luego Chamberlain con Steinberg... La maravillosa propiedad distributiva del jazz en su máxima expresión. «Este es un maravilloso lugar para tocar, y en su compañía, mucho más. Agradezco sus sugerencias», dijo cuando alguien le pidió el inevitable 'Fly me to the moon'. Como en cualquier club de jazz que se precie, dijo que tomaría nota. Y luego hizo lo que quiso, claro. A renglón seguido, atacó otro de los superclásicos, el 'S Wonderful' que en su día interpretara con el inolvidable Tony Bennett. Sin duda, sabe presentar sus respetos a sus ancestros.
Y de un dúo a otro, la siguiente propuesta que acarició los oídos de los asistentes fue el 'They can't take that away from me', que en su día interpretaran Billie Holliday y Louis Armstrong y que se remonta al 'Ritmo loco' de Astaire y Rogers. Y así, de homenaje en homenaje y con tiempo para escuchar alguno de sus grandes éxitos, tras poco más de hora y media, el viento de cálido mutó a algo menos cálido, y la noche mutó a madrugada.
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La canadiense Diana Krall ha sido durante años el oscuro objeto de deseo de quienes han estado a cargo de los eventos jazzísticos granadinos. Su alto caché y la necesidad de cuadrar las fechas de sus giras hicieron imposible su presencia en la capital desde 1999. Sin duda, en el hecho de que se produjera esta comparecencia ha tenido mucho que ver el consejo de su cónyuge, el también cantante Elvis Costello, quien el año pasado tuvo un desgraciadamente accidentado contacto con el ciclo alhambreño 1001 músicas por mor de la climatología. Concretamente, de una lluvia que impidió que este completara un repertorio preparado especialmente para la ocasión. Anoche, los problemas climatológicos poco tuvieron que ver con la lluvia, y mucho con el intenso calor reinante. El de Krall fue el primero de los espectáculos de un ciclo que continúa pasado mañana mismo, con la presencia de los Simple Minds de Jim Kerr, ni mucho menos unos debutantes en los escenarios granadinos, ya que les vimos, por ejemplo, en el año 2018 en el Palacio de Congresos. Algunas personas menos de las que abarrotaron la sala García Lorca del coliseo del Violón –unas 1.700– ya han asegurado el 'sold out' de la banda escocesa. Después de esta cita, el espacio dejará de lado al pop y al rock por unas semanas, para dar cabida a la danza y el flamenco del ciclo 'Lorca y Granada en los jardines del Generalife' con Patricia Guerrero y su 'Pineda', pero a partir de primeros de septiembre, el ciclo vuelve a la carga con las actuaciones de Vetusta Morla (el 6 de septiembre), The Psychedelic Furs (el 7), Noa (el 13), Mikel Izal (el 14), María José Llergo (el 20), Patti Smith (el 21), Coque Malla (el 27) y Amaral (el 28 de septiembre).
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