El diente en tres dimensiones del 'Niño de Orce'
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Patrimonio arqueológico de Granada ·
Una imagen realizada con un millar de fotos evidencia fracturas en el resto humano más antiguo de EuropaNada más comenzar la visita al Museo Arqueológico de Granada, en la primera vitrina, usted puede observar un dientecillo encima de una peana. Debajo, en un cartelito, dice lo siguiente: «Molar de homínido (Homo s. p.). Barranco de León (Orce). 1.400.000 años a. C. Hueso». Una descripción escueta y estrictamente informativa. Pero ¿sabían que esa muelecilla de apenas once centímetros de ancho es el resto humano más antiguo de Europa? Pues sí, lo es. Una 'cosita' de poco más de diez milímetros que, superadas las viejas polémicas sobre si aquel cráneo hallado en 1982 era de un hombre o de un burro, sitúa a Orce de forma indubitada como la cuna de los primeros pobladores del viejo continente. Una pieza de extraordinario valor que acaba de ser reproducida en tres dimensiones con un procedimiento de realidad aumentada que ha permitido realizar un diagnóstico de máxima exactitud sobre su estado de conservación.
Y la conclusión es preocupante pero no alarmante, según explica el profesor Juan Manuel Jiménez. «Preocupante porque se aprecian múltiples fracturas, pero no alarmante porque en el Museo Arqueológico está en perfectas condiciones». Un informe, agrega Jiménez, que implica la aplicación de una serie de protocolos más específicos en el caso, por ejemplo, de que tuviera que efectuarse un traslado. Un traslado como el que se llevó a cabo hace un año para tomar esas imágenes que ahora han permitido evaluar la salud del molar. La tecnología empleada fue la microtomografía, lo que hizo preciso el transporte hasta un laboratorio de la Universidad de Granada que disponía de la tecnología adecuada. Allí se realizó la sucesión de un millar de radiografiadas, tomadas a 0,01 milímetros las unas de las otras, «que han permitido que elaboremos un estudio con una precisión brutal», asegura Jiménez.
Un trabajo de anticipación de riesgos asociados a actividades que van más allá de la mera exhibición. Según relata el director del Museo Arqueológico, Manuel Ramos, el expositor cuenta con un dispositivo que informa de las condiciones ambientales. El objetivo es que la humedad oscile siempre entre el cincuenta y cinco y el sesenta por ciento y que la temperatura también se encuentre entre los veintidós y los veinticinco grados centígrados. Para ello, hay un dispositivo inalámbrico que proporciona datos a una central de control de una manera constante. La iluminación se realiza con led. Es decir, con un alumbrado que no tiene infrarrojos que calientan las lámparas ni ultravioletas que rompan los enlaces covalentes de la materia orgánica.
Además, las mamparas son de doble acristalamiento de seis milímetros, lo que garantiza la protección ante golpes e intentos de robo –a todo ello hay que sumar los sistemas de alarma del propio edificio–. Respecto a la manipulación, que se realiza por motivos excepcionales, se acomete siempre con guantes de látex y con mascarillas para evitar la contaminación. Los materiales de contacto son neutros. Normalmente polímeros como el poliestireno expandido forrado con teflón.
1,46 millones El diente hallado en Barranco León está datado en 1,46 millones de años frente a los 1,30 que tiene, por ejemplo, la mandíbula de Atapuerca. El molar sitúa a Orce como la cuna de los primeros pobladores de Europa.
1982 Las primeras excavaciones en Orce se iniciaron en 1982, hace cuarenta años.
«En el supuesto de que haya que sacar el diente del Museo –afirma Manuel Ramos– los interesados deberán suscribir un seguro y contar con los servicios de una empresa de transporte especializado». «El Museo también impone consideraciones como que todo el proceso cuente con escolta policial y con acompañamiento de un técnico de la propia institución».
Pero volvamos a la muela. Las excavaciones en Orce se iniciaron en 1982. Hace justo cuarenta años. Hay tres yacimientos principales. En el de Venta Micena, con una datación de 1,6 millones de años, 'solo' ha aparecido fauna. Mientras que en Barranco León, de 1,46 millones de años, y Fuente Nueva 3, de 1,2 millones de años, se ha encontrado fundamentalmente industria lítica tallada. La muela se localizó en Barranco León en el transcurso de una excavación ordinaria.
Inicialmente, según Juan Manuel Jiménez, el diente se llevó al laboratorio de campo, «pero pasó desapercibido». Fue unos años después, en el transcurso de una revisión de materiales, cuando la francesa Caroline Souday planteó que pudiera tratarse de un resto humano por las cúspides de la dentición. Después de un meticuloso periodo de investigación, la publicación de un artículo en la revista Journal of Human Evolution lo corroboró todo. El texto estaba firmado por el arqueólogo Isidro Toro y Bienvenido Martínez, adscrito al Instituto de Paleontología Humana y Evolución Social. También lo suscribían científicos cuyos nombres están vinculados a Atapuerca como José María Bermúdez de Castro.
Aquella publicación marcó un punto de inflexión. Situaba nuevamente a Orce como uno de los grandes referentes prehistóricos de Europa –la famosa mandíbula de Atapuerca tiene 1,3 millones de años–. Por ahora, comentaJuan Manuel Jiménez, no se puede discernir si la muela correspondía a un niño o una niña. Tampoco se sabe si la perdió en vida o ya había fallecido. Respecto a la edad, sí que existe bastante consenso respecto a que el muchacho o la muchacha debía de tener entre diez y doce años, que medía entre 1,15 y 1,25 metros –era sensiblemente más pequeño que los infantes del siglo XXI– y que el cerebro había alcanzado su máximo grado de desarrollo, entre 600 y 800 centímetros cúbicos frente a los mil 1.400 actuales.
También se puede comprobar a simple vista que el diente está muy desgastado. ¿Por qué? Porque hace 1,46 millones de años la dieta era muy abrasiva. Comía cosas crudas y duras porque la utilización del fuego no se constató en Europa hasta 800.000 años antes de Cristo.Para procesar los alimentos y digerirlos había que masticar mucho.
Desde el punto de vista social, el 'Niño de Orce', que así lo han bautizado algunos, convivía en grupos relativamente grandes formados por unas treinta personas. Esta cohesión les permitía afrontar situaciones muy delicadas, como la disuasión en caso de verse amenazados por predadores mucho más numerosos en zonas como Barranco León. Había varias especies de tigres con dientes de sable. El Homotherius, por ejemplo, pesaba en torno a doscientos kilogramos. Se defendían a pedradas o repartiendo palos.
En Barranco León se daban las circunstancias para que estos antepasados pudieran subsistir en un entorno que, en cualquier caso, resultaba muy hostil. La zona se formó gracias a un arroyo que venía de Sierra Umbría, que está a unos doscientos metros de la zona. El agua transportaba piedras calizas que luego transformaban en útiles. También muy cerca había una fuente de agua dulce a la que acudían los animales. Es decir, no solo tenían las 'armas', sino también el sustento a una distancia relativamente cercana.
Orce marcó un antes y un después en el estudio de nuestros orígenes. Cuarenta años más tarde, el nombre de este pequeño pueblo del norte de Granada sigue sonando. Y todo gracias al niño, el 'Niño de Orce'.
El Museo Arqueológico de Granada desarrolla una importante labor de divulgación de sus fondos, de los que tan solo están expuestos 250 por razones de espacio. En octubre habrá dos interesantes conferencias en la Casa de Castril. La del día 4 la pronunciarán José María Martín Civantos, Rocco Corselli y Pablo Romero sobre 'Guadix medieval y su alcazaba', mientras que la del 18, sobre Madinat Ilbira, fundación, desarrollo y esplendor de una ciudad islámica, correrá por cuenta de Bilal Sarr, perteneciente a la Cátedra Gómez-Moreno.
Además, se ha previsto la presentación del libro 'Al-Mariyya, puerta de occidente', escrito por Manuel Ramos.
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