La distopía ambulante de Sergio García: «No hay paredes que confinen a la imaginación»

La familia de Sergio García (Granada, 1967) dibuja al calor de la chimenea, cada uno en sus proyectos personales. Padres e hijos, aislados en la casa, se mueven por el mundo usando su imaginación. El 11 de marzo terminó un proyecto colosal para el Museo Picasso de París:33 piezas, 33 viñetas, inspiradas en el Guernica. Una muestra que debería haber empezado el 24 de marzo.

–¿Llegó a su destino?

–Sí, consiguió salir. Llegó justo antes de que el museo cerrara sus puertas. Ahora no sabemos cuándo se podrá ver. Ni por cuánto tiempo.

–Terminarías agotado...

–Cuando acabé el proyecto tenía un nivel de estrés muy alto. Mi sueño era tomarme unos días para pasear y... ¡Pum! Estado de alarma. Igual que a muchos, me dio una crisis de ansiedad, algo que nunca había tenido a mis 52 años. Ahora lo llevo mejor. Mi forma de evadirme es volver a sentirme dibujante. Dentro de la casa, confinado, pero la imaginación no para, no tiene límites y no hay paredes que la confinen. El castillo ambulante del dibujante.

–Tiempo de imaginar.

–Hace poco leí a una autora que decía que se veía viviendo en una distopía. Inventar imágenes de ficción cuesta un poco más porque estamos viviendo una. Es una sensación extraña como creador.

–¿Y en qué trabajas?

–Varios proyectos nuevos. Uno para la editorial Toon Books, en Estados Unidos, con guión de Nadja Spiegelman y colores de mi mujer, Lola Moral. También estoy haciendo una pieza para el New York Times. Y en la Universidad tenemos más trabajo que nunca, preparando las clases virtuales.

El resto de las viñetas del aislamiento, aquí.