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Domingo Villar, durante su participación en Granada Noir. Ideal
Domingo Villar reivindica el bar como espacio que aglutina a las personas

Domingo Villar reivindica el bar como espacio que aglutina a las personas

El autor habló en clave de realismo mágico gallego, apelando a su naturaleza atlántica y reivindicando la emoción del artista

IDEAL

GRANADA

Lunes, 30 de septiembre 2019, 02:08

Domingo Villar, autor de 'El último barco', la gran novela negra del año 2019, protagonizó el Encuentro Especial Cervezas Alhambra que se desarrolló en el restaurante Moana Poké y durante el que habló sobre el proceso creativo y los diez años transcurridos desde la publicación de su anterior novela.

La idea para 'El último barco' surgió durante una visita a una Escuela de Arte y Oficios amenazada de cierre, en cuyo transcurso encontró a personas de una determinada edad concentradas en su trabajo. Personas que, cansadas de atender a lo urgente y olvidar lo importante, tratan de darle un giro a sus vidas y sacar la creatividad que llevan dentro.

El trabajo de los artesanos que encontró allí era muy parecido al de un autor que escribe desde la emoción, única forma de emocionar al lector, a su vez. «Escribir es una pelea desigual en la que la literatura casi siempre nos derrota. Somos Quijotes peleando contra los molinos de viento que, en ocasiones, salimos vencedores, encontrando una voz narrativa, esa música que te indica que estás contando la historia justo como quieres contarla».

Domingo Villar contó que, cuando ya tenía escrita una novela titulada 'Cruces de piedra', de la que la editorial ya había diseñado la portada, murió su padre. Leyéndola de nuevo se dio cuenta de que no le gustaba. No había salido como él quería. No se identificaba con ella. Decidió tirarla a la basura y escribirla de nuevo, una decisión valiente y controvertida que, sin embargo, fue respetada en Siruela.

A lo largo de una conversación en la que Domingo Villar habló en clave de realismo mágico gallego, apelando a su naturaleza atlántica, el autor reivindicó la importancia de la emoción del artista, cuyo trabajo tiende puentes entre alguien que susurra una historia y quien la oye, a quien tiene que arañar por dentro.

Sobre el oficio de narrad or, Domingo Villar señaló que «escribir es ir por la vida con la boca cerrada y los ojos y los oídos abiertos, transitar por el mundo tratando de descubrir historias. En lo que calla le gente está el tesoro. Es necesario quedarte con cosas, con gestos aparentemente menores, pero que son los que definen a los personajes». O, como concluyó Villar: «Me gusta construir personajes que están hechos de ladrillos pequeños».

De ahí su defensa de los bares con clientela fija en la que abundan las tertulias pluritemáticas. «El bar es un lugar que aglutina, donde me gusta estar y observar el comportamiento de las personas», concluyó.

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