Los 'ecos' del Tíbet que suenan en Granada
Musicoterapia ·
La granadina Victoria Cruz ofrece conciertos con cuencos tibetanos, una disciplina milenaria que traslada a los espectadores a un estadio de relajaciónMusicoterapia ·
La granadina Victoria Cruz ofrece conciertos con cuencos tibetanos, una disciplina milenaria que traslada a los espectadores a un estadio de relajaciónSon las nueve de la mañana de un día cualquiera de noviembre. Victoria Cruz se sienta en una alfombra rodeada de luces y velas. El resto de la estancia, el estudio donde se dispone a ensayar, está a oscuras. Inspira con fuerza, cierra los ojos ... y toma una maza de madera. Está a punto de hacer música con cuencos tibetanos. «Unas vasijas que emiten sonidos cargados de armónicos que tienen un efecto inmediato en nuestro cuerpo, nos relajan», explica esta granadina, cantante profesional desde hace veinte años y que se ha convertido también en uno de los grandes referentes en España de esta disciplina milenaria que, por sus propiedades terapéuticas, cada vez cuenta con más seguidores.
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«Los que se acercan hasta mis conciertos vibracionales –comenta Victoria– están en un momento de desarrollo personal y búsqueda espiritual. Personas que se han dado cuenta de la necesidad de tomarse un tiempo para sí mismos, para meditar, y que precisan de actividades que les procuren bienestar, sosiego y paz». En realidad, según la sonoterapeuta, la experiencia está abierta a cualquiera ya que la 'nota musical' que emite este instrumento, el OM, es universal y todos la reconocemos como una parte de nosotros.
«Para tocarlos solo hay que abrir el corazón y dedicarles tiempo y mucho cariño». Hay diferentes técnicas y diferentes formas de percutirlos con baquetas o mazos. Tampoco hace falta tener una formación previa en solfeo. «Resulta muy gratificante comprobar que solo un pequeño golpe ya es pura belleza», asegura Victoria, quien aclara que tampoco se precisan partituras. El sonido depende del tamaño del cuenco y el grosor de sus paredes. Cuanto más grande, más grave, y cuanto más pequeño, más agudo.
¿Cuál es el origen de estos recipientes?Vaya por delante que no sirven para comer, sino para sonar. Hay varias teorías y mitos al respecto.Provienen del Tíbet gracias al encuentro entre los chamanes que viajaron desde Mongolia y los budistas que cruzaron el Himalaya desde la India. Ahí, en las altas cumbres de esta cordillera, se fundieron sus culturas y sus tradiciones. Son fabricados a mano en el Tíbet,Nepal, India, Bangladesh y Bután, aunque también pueden encontrarse en otros países como Japón, China o Vietnam. Se les denomina 'cuencos cantores'. Son utilizados en monasterios en el Extremo Oriente, pero cada vez se está extendiendo su uso sanador en Europa, Estados Unidos y Sudamérica.
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Lo ideal para disfrutar de una de estas actuaciones es tumbarse en una esterilla o camilla para recibir todas las vibraciones y entrar fácilmente en un estado de relax. Por ello, se suelen organizar en locales dedicados al yoga, salas de retiro o espacios dedicados a este tipo de terapias alternativas. Lo normal es que se cree una atmósfera con luz tenue y se evite el ruido ambiental. También hay encuentros y festivales donde se programan este tipo de recitales. Además de los cuencos, intérpretes como Victoria Cruz acompañan las melodías con su propia voz y con instrumentos como el Gong –disco metálico que se golpea con un martinete– o como la Tanpura de la India –una especie de guitarra con cuatro cuerdas y mástil alargado–.
Los beneficios para la salud son múltiples. «La vibración tiene la particularidad de introducirse en el cuerpo, viajar por los huesos e irradiarse por todos los órganos y los tejidos», manifiesta Victoria Cruz. Se armonizan lo material, lo mental y lo emocional. El primer efecto es sentirse profundamente calmado. A partir de ahí, se ha demostrado que alivia el estrés y la ansiedad y los dolores óseos, musculares y esqueléticos. También mejora los estados depresivos, la concentración y la creatividad, reduce la actividad del sistema nervioso y equilibra los hemisferios cerebrales y los chakras.
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Victoria Cruz es cantante. «A través de mi voz encuentro la mejor forma de expresarme», dice. En estos veinte años dedicados plenamente a la música, ha estudiado canto moderno, jazz, piano o flauta travesera de la mano de prestigiosos profesores como Deborah Carter, Roberta Gambarini o Barry Harris. Ha formado parte de bandas de jazz, soul, blues, rock, bolero, tango y fado. Aunque, como ella misma confiesa, donde más ha aprendido es encima del escenario. Ha actuado en países como Estados Unidos, Canadá, Francia o Argentina.
También ha dado clases de técnica vocal y cantos armónicos. En estos momentos diseña talleres relacionados con el sonido y con la voz como herramienta de sanación.
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