Juan Manuel de Prada | Escritor
«En España, como en Francia, se juega a tergiversar y adulterar el pasado»Juan Manuel de Prada | Escritor
«En España, como en Francia, se juega a tergiversar y adulterar el pasado»El caso de Juan Manuel de Prada (Baracaldo, Vizcaya, 1970) debiera estudiarse en las escuelas de negocios de escritores, si existieran, como un caso de éxito. El título de ese caso sería, quizá, cómo triunfar en la literatura siendo uno mismo. En un panorama en ... que las modas y los modos dictan lo que se publica, este escritor, zamorano de adopción y que se enorgullece de tal condición, lo ha ganado casi todo –premios, se entiende– siendo fiel a su conciencia. El martes, a partir de las 19.30 horas, el salón de actos de la ONCE, en plaza del Carmen, acogerá un nuevo acto del Aula de Cultura de IDEAL, patrocinado por Fundación Unicaja, donde De Prada presentará su nueva novela, dividida en dos partes, titulada 'Mil ojos esconde la noche', y que en su primera entrega lleva por nombre 'La ciudad sin luz' (Espasa).
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– ¿Cómo y por qué concibió el proyecto de 'Mil ojos esconde la noche'?
–Seguramente sea el producto de una de mis anteriores obras, 'El derecho a soñar', biografía de uno de los personajes de esta novela, Ana María Martínez Sagi, poeta catalana exiliada tras la guerra civil que en los años en que se desarrolla la trama de la novela vivía en París. Descubrir la historia personal de esta autora me exigió un trabajo ingente, con visitas a decenas de archivos, incluyendo los franceses. Cuando encontré sus expedientes policiales, me di cuenta de que las fuerzas del orden habían investigado a prácticamente todos los intelectuales españoles que vivían en la capital francesa durante aquel periodo. En ese momento, decidí estudiarlos y a partir de ese estudio se fue gestando esta novela, que tiene una extensión de unas 1.600 páginas y de la que ahora se publica la primera parte.
–En su nueva obra rescata el personaje de Fernando Navales, quien fuera su protagonista en 'Las máscaras del héroe' hace 28 años.
–Así es. Navales nos contó en esa obra la vida de los bohemios en el Madrid de los años 20 y 30 del pasado siglo, y aquí, un poco mayor, relata las vicisitudes de los intelectuales españoles en el París ocupado por los alemanes.
–¿Estamos ante una novela metaliteraria o biográfica?
–Más bien lo segundo, porque aquí no se habla de las obras, sino de las vidas de los protagonistas, de su lucha por la supervivencia en un ambiente hostil. A los escritores, más que en su trabajo, los vemos en su día a día. Los géneros en los que se encuadra son más bien la picaresca o el esperpento, por el tratamiento que tienen la acción y los personajes.
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–En esta duología llama usted la atención, incluso desde el título, sobre el hecho de que va a hablar de ese París que incluso los franceses querrían enterrar.
–Casi siempre, el pasado esconde cadáveres, mentiras que hemos querido sepultar. Lo que ocurre en España, donde se está intentando adulterar y tergiversar el pasado, ocurre también en Francia, donde son maestros en esta labor. En líneas generales, y más allá de que existan muchos estudios sobre los años de la ocupación, han tendido a presentar el fenómeno de la colaboración con los nazis como algo residual, magnificando por el contrario el papel de la resistencia como una empresa colectiva. Y esto es radicalmente falso. La realidad fue más bien la contraria; Francia fue un país mayoritariamente colaboracionista, y muy escasa y minoritariamente resistente. Muchos de los relatos que se nos han hecho sobre la guerra son ficticios. Hay que reconocer, sin embargo, que los franceses tienen una habilidad especial para conseguir que su punto de vista sobre la historia sea el aceptado.
–Pinta usted un ecosistema en la novela poblado por personas capaces de todo con tal de conseguir, no solo el sustento, sino un lugar al sol. Pareciera que está usted mostrando el panorama literario actual.
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–Realmente, la dedicación al arte en general es compleja, porque uno se da cuenta pronto de que es una vida muy dura, contra la imagen romántica que tenemos, y uno puede sacar poco provecho económico de ello. Hoy en día existen ayudas, premios o subvenciones que no había en el pasado, pero a pesar de todo, el oficio artístico está siempre expuesto a la intemperie. Quien hoy te aplaude, mañana te puede dar la espalda. Es vivir en el alambre. Hoy no existe la grandeza de la tragedia;nuestra vida es rutinaria, sometida. Pero sí es cierto que nuestra época se parece cada vez más a aquella. El poder político y económico solo tiene interés en el artista que se vende, el lacayo. Y la gente suele tener un gusto filisteo. No siempre se fija en el artista genial, y a veces lo deja morir de hambre.
–Hablando de premios y de libertad, siempre se ha dicho que usted fue el último 'outsider' en ganar el Planeta.
–En aquel momento, lo era. Lo gané viviendo en mi ciudad, Zamora, donde tenía un modesto reconocimiento por 'Las máscaras del héroe', pero no era un personaje mediático, ni un conocido presentador de televisión. Creo que mi caso se ha vuelto a repetir muy poco. Los premios literarios han tomado una deriva muy distante de lo que fue la apuesta por un autor como yo. Una deriva penosa, diría. El Planeta hasta un determinado momento lo habían ganado autores de prestigio, quizá no con sus mejores obras, pero grandes nombres. Ahora, la realidad es muy distinta. Esto también nos habla de circunstancias que están sucediendo en el mercado del libro. Circunstancias de las que no se quiere hablar, pero que suceden. Por ejemplo, que las editoriales mantienen hoy su nivel de ventas gracias a personas que no leen, que se compran un libro de autoayuda porque creen que cambiará su vida. Todo tipo de mamarrachadas que nada tienen que ver con la literatura. Y los autores que más venden lo hacen escribiendo para un público sin gusto ni criterio literario, perpetrando novelas como si fueran series de Netflix.
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–¿Qué significa Granada para usted?
–Una ciudad literariamente muy interesante, que ha dado y sigue dando autores con mucho que decir. Por ello, será un placer estar en el Aula de Cultura de IDEAL.
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