![«Espero humildemente estar a la altura del premio que lleva el nombre de García Lorca»](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202010/22/media/pantin.jpg)
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Yolanda Pantin (Caracas, 1954) suma su nombre a la lista de galardonados con el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, Ciudad de Granada. Es la segunda persona venezolana que lo recibirá, dado que en 2015 lo ganó su compatriota Rafael Cadenas.
–¿Qué opina ... de los méritos argumentados por el jurado para la concesión del premio?
–Me emocionó mucho la argumentación del jurado porque daba cuenta de lo que significa el conjunto de un trabajo como un cuerpo de lenguaje. Creo firmemente que la mínima parte analizable de un autor es un libro y no un poema. Un libro dentro de un conjunto de libros. El conjunto es la obra que no puede separarse y que responde a una necesidad interior muy grande. No sé si me explico. Ahí entran las luces y las sombras, las sinuosidades de los caminos que nunca son rectos. Y que por eso mismo, pueden más bien resultar perturbadores
–¿Cuáles fueron sus sensaciones tras serle comunicada la concesión?
–Los primeros días después de haberse anunciado el veredicto del jurado quedé muy impactada. No lo esperaba. El interés que ha despertado en los amigos de los medios de comunicación y en todos los amigos en las redes sociales ha sido muy grande. Se ha vivido como una fiesta en esta Venezuela tan dolida.
–¿Conoce Granada?
–Estuve una vez, y fui muy feliz allí. Estuve feliz por estar, por caminar, por conocer; quedé deslumbrada por su luz y su belleza. Cuando estuve en Granada era muy joven, y entre mis recuerdos de allí está un retrato muy bello que me hicieron en un rincón de la Alhambra.
–En el catálogo de la exposición 'Borradores', disponible en Internet, se la define como «una poeta –artista de la palabra y las imágenes–, que escribe libros, pero que también pinta y hace collages». ¿Con cuál de estas manifestaciones artísticas se encuentra más a gusto en la actualidad?
–Tuve desde niña la vocación de ser 'artista'. La primera vocación que seguí, y por la que estudié arte en distintas escuelas de mi país, fue la de la pintura. No diferencio entre un lenguaje y otro. Responden a distintas necesidades expresivas, a la urgencia de un mandato interior. Lo importante es sacar afuera lo que está dentro.
–¿Qué sensación experimenta al comprobar que desde ahora, su nombre estará ligado de forma inexorable al del granadino universal Federico García Lorca?
–Una sensación extraña y una inmensa responsabilidad. Nunca pensé que algo semejante podría ocurrir. La vida tiene sus misterios... Espero humildemente estar a la altura del premio que lleva su nombre.
–Usted que, antes de este galardón, ha recibido distintos premios como el Fundarte de Poesía (1989), la beca Guggenheim (2014), el Premio de Poesía Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval (2015), por su trayectoria que le entregaron en Aguascalientes, México o el Casa de América de Poesía, en 2017. ¿Qué opinión le merecen los premios literarios?
–No tengo opinión sino agradecimiento. Lo que he recibido ha sido sin buscarlo. Se devuelve lo que se ha entregado. En un movimiento creo que recíproco: dar y recibir.
Yolanda Pantin observa con alegría «la vocación y entrega de los jóvenes hacia la poesía». Ella misma fue una joven inquieta, que integró el grupo Tráfico desde 1981, donde se aglutinaron compañeros de viaje como Igor Barreto, Rafael Castillo Zapata, Alberto Márquez y Armando Rojas Guardia. Aquel grupo de jóvenes irrumpió en los círculos culturales venezolanos cuestionando unos cánones poéticos que consideraban caducos y una forma de expresión anclada en la lírica de mediados de siglo.
Con esta misma ansia renovadora en las venas, Pantin recuerda cómo «nosotros proponíamos llevar la poesía a la calle ». Su grupo partía de unos postulados que hicieron públicos en un manifiesto que tuvo amplia difusión, pero con la perspectiva que otorga el paso del tiempo, hoy afirma que «no se puede 'amarrar' la poesía a ningún manifiesto. Ella va por donde necesita ir. Y yo lo que hice fue seguir tras ella». De su etapa como editora que iniciara en 1989 cuando creó con otros escritores el Fondo Editorial Pequeña Venecia, dedicado a la publicación de poesía, y en la que trabajó como coordinadora editorial hasta 1994, indica que fueron «ramalazos de la fuerza de la juventud. Con 'Pequeña Venecia' logramos tejer una red de producción poética continental. Sobre todo, con algunas traducciones de nuestro vibrante catálogo que alcanzó 100 títulos. Estuve en ese proyecto hasta el final. Éramos cuatro editores con idéntica responsabilidad: Blanca Strepponi, Antonio López Ortega, Rafael Castillo Zapata y yo».
La autora ha publicado este año junto con la novelista Ana Teresa Torres, 'Viaje al poscomunismo' (Eclepsidra, 2020), en el que cuentan el recorrido que ambas autoras hicieron, en varias etapas, entre 2002 y 2012, por países de Europa, Rusia y Asia Central. En cuanto a los proyectos inmediatos, afirma tener un poemario inédito listo para publicar, y que completa una trilogía con los dos inmediatamente anteriores.
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