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Patrimonio de Granada
Las excavaciones a los pies de la Alhambra sacan a la luz el viejo Molino del AljibilloSi usted es de esos granadinos que tienen la buena costumbre de caminar bordeando la Alhambra sin mirar el móvil, fijándose en el espectáculo que le rodea, a buen seguro que se habrá percatado. No hacen falta prismáticos ni catalejos para, asomándose al tapial de la Cuesta de los Chinos, observar que en los últimos meses hubo unos señores y señoras excavando junto al Acueducto del Aljibillo. Y a partir de enero, comenzaron a aflorar los restos de una construcción que, aparentemente, no era una vivienda. Si usted también es aficionado a la historia de la ciudad, tampoco tendrá muchos problemas para averiguar qué es eso que hay ahí abajo. Ahí estaba el Molino del Aljibillo.
Así que 'blanco es y la gallina lo pone'. Lo que ha aparecido son los vestigios de ese antiguo edificio, dedicado a la molienda del cereal, que se nutría del caudal de la Acequia de Romayla. Un dato importante que permite atar todos los cabos de este sencillo ejercicio de observación. Los señores y señoras antes mencionados estaban desterrando ese lugar porque lo dice la ley. Porque por ahí discurrirá en un futuro el Paseo de Romayla.
Y si tiene alguna duda sobre todo lo anterior, también puede hacer otra cosa. Baje unos metros la Cuesta de los Chinos –o suba si viene desde el Paseo de los Tristes–, y desvíese donde está el Rey Chico, atraviese el parquecillo donde hay aparatos para hacer deporte y llegue hasta la valla del fondo. Ahí tendrá la oportunidad de ver a ras de suelo todo lo que ha observado desde arriba.
Lo primero que se topará es con un cartel donde informa de que se trata del expediente 4.153 de 2022 sobre los trabajos de «intervención arqueológica vinculados a la ordenación de la ribera izquierda del río Darro (Paseo de Romayla)». Y a continuación se indica que el plazo de ejecución es de cuatro meses –todo apunta que ya finalizados, porque no hay rastro de los señores y señoras cavando–, que el presupuesto es de 166.947,55 euros y que el promotor es la concejalía delegada de Obra Pública del Ayuntamiento de Granada.
Y eso es lo que ha hecho este periódico, preguntar al consistorio: ¿qué es eso? Y la respuesta por parte del Ayuntamiento es que prefiere no manifestarse hasta que obre en su poder el informe arqueológico, aunque sí aclara que se trata de unos restos del siglo XIX. Es decir, que habrá que esperar un tiempo hasta que el Ayuntamiento disponga de ese estudio, lo valore y se manifieste al respecto.
Estamos hablando de una zona especialmente sensible por dos motivos. El primero, porque se encuentra en las inmediaciones de la Alhambra, en una zona que cuenta con todas las protecciones habidas y por haber. Y la segunda es que afecta directamente a una de las iniciativas urbanísticas que ha despertado más controversia en los últimos años en Granada, la rehabilitación del Paseo de Romayla desde el Rey Chico hasta la iglesia de San Pedro, en la Carrera del Darro, unos doscientos metros por lo que será un corredor de una belleza impresionante. En ese momento, cuando el Ayuntamiento tenga los papeles, posiblemente se sabrá si hay que modificar por tercera vez el proyecto del Paseo de Romayla, con todo lo que ello conlleva.
Pero volvamos a nuestro ejercicio de observación. Si usted se sitúa ante el vallado –cuidado con la zona, que está minada de excrementos de perro– y gira su cabeza hacia la derecha, verá un caminito con empedrado granadino y a continuación, hasta las inmediaciones del Hotel Reúma, unas canalizaciones por donde circulaba el agua de la Acequia de Romayla, que abastecía a barrios como el de la Churra o San Matías. Todo eso se ha excavado. Y si mira enfrente, se encontrará con dos arcos que se corresponden con los córcavos del Molino del Aljibillo –un córcavo es el hueco donde gira el rodezno–. Y también con el techo de un aljibe y con otras dependencias que tuvo el Molino del Aljibillo hasta que funcionó. Dejó de hacerlo cuando, a mediados del siglo XX, la dirección de la Alhambra decidió derruir todo lo que había allí para construir un aparcamiento para vehículos.
A todos esos valores patrimoniales, que habrá que ver si merece la pena conservarlos e integrarlos en el futuro Paseo de Romayla que se proyecta desde el Ayuntamiento –Ícomos, el órgano consultivo de la Unesco, está muy pendiente de todo lo que sucede en este punto–, hay que sumar otros valores igual de importantes. El Paseo de Romayla coincide en gran medida con lo que antaño se conocía en Granada como el Camino de los Muertos. Es decir, la senda que tomaban los cortejos fúnebres para dirigirse hasta el cementerio de Granada. Hay un maravilloso dibujo de Lewis, fechado entre 1833 y 1834, donde se observa perfectamente el Camino de los Muertos, el Molino del Aljibillo, el Acueducto del Aljibillo y al fondo se vislumbra la Alhambra. También hay abundante material gráfico posterior que arroja bastante luz sobre todas las infraestructuras hidráulicas que había en la zona y algunos cármenes.
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