La Señorita V., una divertida niña de cinco años, observa como un amigo saca de su mochila la merienda. Lleva un bocadillo envuelto en papel de plata y un batido de chocolate. Un pulevín, para más señas, que para eso estamos en Granada. «Eso ... es de mi padre», dice la Señorita V., con el dedo señalando al tetrabrik. «No, es mío», responde el otro niño, indignado. «El batido no, el dibujo –sonríe la pequeña–. Ese lince es de mi padre». Al momento, alguien enciende un altavoz y suena una canción de Justin Bieber a todo volumen. «Y ese también es de mi padre», remata la niña.
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El papá de la Señorita V. es Óscar Jiménez Vargas (Granada, 1977), que lleva diseñando personajes desde que usaba pañales. «Uno de los primeros recuerdos que tengo es en la guardería, dibujando a Casimiro para colgarlo en el mural. Me aprendía a los personajes de los dibujos animados. Siempre supe que quería ser dibujante, nunca me planteé otra cosa». Óscar lleva veinte años creando héroes y villanos para el cine, la televisión y los videojuegos. Aunque, ahora mismo, está a tiempo completo en una agencia de avatares. «¡Sí, como suena! ¿Quién podría haber imaginado que un día existiría una empresa para crear versiones virtuales de personas reales?». Esta Navidad, sin ir más lejos, su diseño 3D de Justin Bieber apareció en una de las enormes pantallas de Times Square, en Nueva York, para presentar su última canción. «La pandemia ha acelerado esto. Es como en la película 'Ready Player One', donde los avatares toman protagonismo como algo único que sustituye a las personas reales en campañas publicitarias, redes sociales, videojuegos...».
Óscar está en casa, en el Zaidín, rodeado de libros, tebeos, figuras y carteles de cine. Trabaja en una habitación iluminada por tres pantallas de la que brotan miles de expresiones a diario. Antes de empezar a contar su historia, abre una libreta por una hoja en blanco y saca un lápiz azul de un estuche. Como lo suyo es diseñar, a ver qué tal se la da convertir algún granadino ilustre en un personaje de animación. «Dicen que se me da muy bien 'disneyficar', ya sabes, que parezcan de una película de Disney. ¿Empezamos?».
De pequeño sabía que quería ser dibujante, pero no sabía de qué. Hasta que un día se percató de algo: «Sólo dibujaba personajes flotando en el aire. Y fíjate, poco a poco he conseguido dedicarme a eso». Como diseñador de personajes, Óscar es el encargado de convertir un concepto en algo visible. «Sobre una idea dada por el productor, el guionista o el director, hago una serie de bosquejos buscando la esencia hasta que consigo dar con ella». Un proceso «relativamente largo» que, una vez superado, da paso a la fase del detalle: «Hago estudios de expresiones, de poses, de color, juego con las vistas... Creo el material necesario para el que resto del equipo sepa cómo se mueve».
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Óscar forma parte de una de las pandillas más carismáticas del cómic granadino. En el instituto se juntó con Javier Recio, Kenny Ruiz y Francis Porcel para hacer un fanzine titulado 'Proyecto Cómic'. «Fue lo más parecido a ser dibujante de tebeos. Gracias a aquello, en un salón del cómic, en el 98, me fichó El Torres en la editorial MegaMultimedia y empecé a trabajar con ellos antes de terminar Bellas Artes». Cuando se licenció le presentaron a Manuel Sicilia, director de Kandor Graphics, que buscaba gente para hacer un tráiler de una serie de animación en 3D. «Era la época de 'Toy Story' y poco más. El proyecto era 'Goleor, la balanza y la espada'. No salió entonces, pero quince años después se convirtió en la película 'Justin y la espada del valor'».
En Kandor diseñó a uno de los personajes a los que tiene más cariño: el lince de Puleva. «Ahora sólo lo usan para productos de bebé, pero me encanta ir por ahí y encontrarlo por todas partes». También fue el Director de Arte de 'El Lince Perdido', película ganadora del Goya en 2009, y de 'La dama y la muerte', el corto nominado a los Oscar en 2010. «Fue una época dorada. Recuerdo el viaje a Hollywood, con Recio, que era el director del corto. Terminamos comiendo en la casa de Antonio Banderas, para celebrar que no habíamos ganado». La aventura de Kandor terminó con 'Justin', en la que Óscar también fue el creador de personajes. «Fueron cuatro años de trabajo. Por lo que sea, la película no funcionó y el estudio tuvo que cerrar», suspira el granadino mientras levanta levemente los hombros. Sobre el papel, unos ojillos empiezan a tomar vida. Parece un milagro.
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«Justo cuando me planteaba dar el salto a Estados Unidos, empezaron a llamarme para otros proyectos». Que si la película 'Ozzie', que si el corto 'Blue & Malone', que si campañas de publicidad, que si ya que estás por qué no te vienes a esta otra película... «De repente me di cuenta de que podía vivir en Granada y trabajar de esto. Y vivir en Granada es algo que me encanta. Nunca han dejado de llegarme trabajos, es algo sorprendente». En plena vorágine de proyectos llegó uno de los trabajos que más alegrías le ha dado: crear los personajes del corto 'El vertedero', para la serie 'Love, Death & Robots', de Netflix. «El corto lo dirige Recio y decidió juntar a los viejos kandorianos de 'La dama y la muerte' porque nos entendíamos muy bien. Fue muy guay. No pensábamos que iba a trascender tanto al público general».
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Ramsay fue un pequeño adelanto a lo que estaba por venir: Director de Arte en 'Genies', una empresa que se dedica a crear avatares. «Ahora estoy centrado en este proyecto al cien por cien. Es un ritmo frenético, pero es un gran trabajo». La idea es tan sencilla como complicada. A ver: la empresa se dedica a crear avatares para gente normal, como usted y como yo, y para famosos. Avatares que, en teoría, están llamados a convertirse en nuestra versión virtual para todo tipo de actividades en Internet, desde videojuegos a redes sociales. Los usuarios podrán usar animaciones de sus avatares para expresar emociones, algo así como los emoticonos de Whatsapp pero un paso más allá. «En breve saldrá la aplicación para construir tu personaje, al que le puedes comprar ropa y otros artículos. Yo me dedico a crear avatares de famosos. ¿Quién? Pues he diseñado a Justin Bieber, Rihanna, Shawn Mendes, Lil Uzi Vert, Lil Nas X, Naomi Osaka, Bad Bunny, Daddy Yankee, Becky G, Billie Eilish...». Y son los avateres oficiales, es decir, que son sus versiones virtuales más 'auténticas'. Las que ellos ya usan.
Para que se hagan una idea de lo que se nos viene encima. Estos personajes, los 'genies', tienen objetos exclusivos que se venden en la red para que otros usuarios puedan ponérselos a sus avatares. «Hicimos unas prendas y unas zapatillas para Mesut Özil y en diez minutos recaudó 500.000 dólares». A todo este 'nuevo mundo' interconectado de redes sociales, videojuegos y otras aplicaciones se le conoce como 'metaverso'. Y, tiempo al tiempo, todos terminaremos teniendo un personaje en él.
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Entre tanto avatar de famosos, Óscar espera que, en breve, arranquen varios proyectos cinematográficos en los que ha participado. «Hay varias películas en las que estuve implicado en su desarrollo más inicial, una de ellas con el propio Sicilia. En el cine las cosas van lento... Pero, cuando empiecen, me gustaría estar presente». Por lo pronto, ya ha terminado el diseño de su granadino ilustre: «Mira, hasta Fray Leopoldo terminará con su propio avatar en el metaverso», bromea.
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