En la tórrida mañana de ayer, la sala de conferencias del Palacio de Carlos V fue el escenario en el que, ante un puñado de medios de comunicación y representantes institucionales, se puso el punto y final a la etapa de Antonio Moral como director ... del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. También se dio a conocer un libro con una cuidada edición, en el que a través de imágenes y recuerdos de los programas, se hace un repaso a este quinquenio que comenzó de forma bastante abrupta y termina con las espadas en todo lo alto.
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La sala noble contigua fue el escenario en el que tuvo lugar previamente a la comparecencia pública el último Consejo Rector del Festival del 'periodo Moral'. Y de la reunión salieron varias cuestiones que pueden enmendar en cierta medida la plana a lo hecho en estos últimos cinco años. Una de ellas, la duración del ciclo. Desde el principio, el conquense subió la apuesta, y tras heredar de Pablo Heras-Casado un ciclo con poco más de dos semanas de extensión, amparándose en aquel Festival Digital solo transmitido a través de Internet y el 'Réquiem' previo de Mozart en la Catedral, lo amplió entre el jueves 25 de junio y el domingo 26 de julio. Fue, no lo olvidemos, 2020, el año de la pandemia. Luego, en los cuatro años restantes, con las limitaciones de la desescalada, mantuvo esa duración, más o menos: del 17 de junio al 18 de julio en 2021; del 13 de junio al 10 de julio en 2022; del 21 de junio al 19 de julio en 2023, y del 12 de junio al 14 de julio en este 2024. Moral volvió a defender en el día de ayer ante el Consejo Rector la necesidad de mantener la duración en un mes para dar empaque al evento, pero es más que probable que el próximo año esta se reduzca, según fuentes del propio órgano de dirección, a tres semanas.
De forma paralela a la duración, otra de las cuestiones que se han constatado en los últimos años es la bajada de asistencia a los espectáculos en la última semana del ciclo, con lo cual se ha puesto sobre la mesa la opción, que podría entrar en vigor el próximo año, de que el Festival se inicie en torno a la segunda semana de junio, dejando muy pocos espectáculos para julio, cuando el termómetro sube de manera importante. Esta medida dependerá, al menos en este primer año con Paolo Pinamonti al frente, de la disponibilidad de los artistas para las fechas requeridas. No es descabellado pensar que en los próximos años, como ocurriera en los primeros tiempos, las fiestas del Corpus y el Festival coincidan en fechas.
El tercer gran tema que se puso sobre la mesa fue el presupuestario. Con un festival más corto, podría entrar dentro de la lógica que los ingresos en taquilla sean menores, aunque las matemáticas de la cultura casi nunca constituyen una ciencia exacta. Así las cosas, parece que la aportación para internacionalización del Festival que ha hecho este año Turismo Andaluz –180.000 euros de patrocinio que, en la práctica, suponen un crecimiento en la aportación de la Junta– va a mantenerse, y en el Consejo Rector, el Ministerio de Cultura se comprometió a subir su aportación. Nada dijeron a propósito de secundar esta medida ni Ayuntamiento ni Diputación.
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Finalmente, uno de los principales caballos de batalla durante el mandato de Antonio Moral fue la conversión del Festival en una fundación, para agilizar el día a día y mejorar las aportaciones en forma de patrocinios, gracias al 70% de deducción que establece la Ley de Mecenazgo en trámite parlamentario. Ni el Gobierno central ni la Junta de Andalucía pueden abanderar tal conversión, según manifestaron sus representantes. El Ayuntamiento podría pensarse liderarla, y el Círculo de Mecenazgo baraja la posibilidad de adquirir tal estatus, a ejemplo de Amigos del Prado, pero aún no hay nada decidido al respecto.
El último discurso de Antonio Moral como director del Festival de Música y Danza, precedido por los habituales parabienes y agradecimientos por parte de los representantes del Consejo Rector, supuso una lógica reivindicación de su trabajo durante el último lustro. Las cifras le avalan: récord absoluto de espectadores en la septuagésima tercera edición –un total de 55.160 espectadores entre el programa principal y el FEX–, una recaudación por taquilla ciertamente impresionante –1.342.000 euros, el 32,5% del total del presupuesto–, y unos ingresos por patrocinio que han alcanzado casi los 1,1 millones de euros, una cifra que hasta hace poco se antojaba poco más que una quimera.
La edición más larga de la historia del Festival también arrojó, a pesar de ello, buenas cifras de asistencia, con un 'sold out' en 18 espectáculos, y más de un 90% del aforo cubierto en otros 15. Es decir, en dos de cada tres citas del programa se llenaron nueve de cada diez butacas. Se han grabado 18 conciertos para radio y cinco para televisión, con dos emisiones en directo...
Antonio Moral se va sin acritud, con cierta nostalgia, y con el deseo confeso de haber continuado hasta el 75 aniversario. Durante su alocución dejó algunos 'recados', genio y figura. «Hace más de cuatro décadas que vine al Festival de Granada como público por primera vez. Seguiré viniendo, porque esta ciudad tiene el festival más importante de España. Y dejo amigos con los que me he ido de viaje y con los que he compartido muchos ratos en torno a una mesa. Esta es mi mayor alegría», dijo.
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