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Ivo Pogorelich, durante su actuación en el Auditorio Manuel de Falla. Fermín Rodríguez
Chopin en el piano de Ivo Pogorelich

Chopin en el piano de Ivo Pogorelich

Pianista de una personalidad indudable y de una capacidad de recreación del repertorio que difícilmente puede encontrarse hoy en día

José Antonio Lacárcel

Granada

Domingo, 19 de junio 2022, 01:08

Chopin en la programación del Festival granadino. Siempre que aparece el nombre del genial compositor polaco, donde el piano tiene el absoluto protagonismo, el interés crece pues el buen aficionado siempre se decanta por lo que bien conoce, por lo que ha aprendido a amar y gusta de recrearse en el disfrute de algo que le es bien familiar. Y Chopin, el inmenso Chopin, bien puede considerarse uno de los autores predilectos. Lo cual, por otro lado, es bien lógico ya que pocos autores pueden ofrecer tanta garantía de belleza, tanta autenticidad y una calidad técnica compositiva, difícilmente igualable. No sólo para todos los que aman especialmente el piano, para los que lo estudian, para los que conviven con el maravilloso mundo de este instrumento.

Chopin, el piano de Chopin, es el gran reclamo para tantos y tantos aficionados, es el gran aliciente que puede configurar la verdadera semblanza de un Festival. El de Granada siempre se ha vinculado brillantemente a este compositor y con hitos que marcan la historia de la muestra granadina. Volveré a recordar con verdadero entusiasmo aquel recital Chopin en el Patio de los Arrayanes, en una noche inolvidable en la que el maestro Rubinstein supo ofrecer lo mejor de sí mismo al servicio de un autor tan intenso, tan excelente y tan querido y conocido por una gran parte del público.

Hemos vuelto a disfrutar de la MÚSICA con mayúscula teniendo de nuevo a Chopin como gran argumento, esta vez servido por otro grandísimo intérprete como es Ivo Pogorelich, pianista de una personalidad indudable, de una capacidad de recreación del repertorio que difícilmente puede encontrarse hoy en día, con una visión propia de las obras que interpreta, no cayendo jamás en el adocenamiento ni en el conformismo que algunas veces encontramos en otros intérpretes. Por eso escuchar el Chopin de Pogorelich es siempre un aliciente especial para quienes de verdad aman el piano.

Manera personal y peculiar

Claro que su forma tan personalísima de interpretar puede chocarle a muchos. He leído no recuerdo dónde algo sobre lo heterodoxo en Pogorelich. No sé, yo he encontrado mucha ortodoxia en su forma de interpretar. Lo que pienso es que tiene una manera muy peculiar, muy personal, a la hora de enfrentarse a un recital. Por supuesto con el respeto a Chopin pero creo, entiendo, que viéndolo y ofreciéndolo a través de su propia visión. Lo hemos podido comprobar a lo largo de todo el programa. Con la brillantez con que ha acometido la interpretación de la Barcarola, opus 60 que dió paso a una interpretación, a mi juicio espléndida, de la Sonata nº 3,opus 58, donde se dan la mano la técnica y la exquisitez tan propias del lenguaje del compositor polaco. Pero donde, opinión personal, me ha sido dado disfrutar más ha sido en la segunda parte, con una preciosa Fantasía en fa menor, opus 49, que se ha enlazado sin solución de continuidad, con una obra hermosísima, llena de delicadeza como es Berceuse en re bemol mayor opus 57.

Pogorelich dio toda una lección interpretativa, con una delicadeza excepcional, brillando toda la labor que tiene la mano derecha a la que acompañan la izquierda en una tarea plena de interés. Y para terminar la Polonesa Fantasía, opus 61, que ha sido interpretada con un gran rigor, con esa mezcla de fuerza que se alterna con exquisita sensibilidad. Dos regalos, Chopin siempre, como colofón a este importante recital.

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