Antonio Moral, ayer en la plaza Bib Rambla. ARIEL C. ROJAS

Antonio Moral | Director del Festival Internacional de Música y Danza de Granada

«En la clásica hay talibanes que no aceptan la diversidad de gustos»

El gestor conquense finalizó el domingo con una cierta polémica que no entiende su etapa al frente del ciclo

Lunes, 15 de julio 2024, 23:29

Antonio Moral (Puebla de Almenara, Cuenca, 1956) dejará el cargo de director del Festival Internacional de Música y Danza el próximo 31 de julio. Anteanoche finalizó la última de sus cinco ediciones al frente del ciclo. Y finalizó por todo lo alto; con polémica incluida. ... En esta entrevista, realizada ayer lunes, habla de todo y de todos. O casi.

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Estamos en día de resaca, y hay quien ha dicho que tiene usted mucha suerte, aludiendo a las flores y el final de la espalda.

–No es día de resaca, sino de satisfacción. Ha sido un Festival bonito, de gran altura. Cuando programas, lo haces en base a una serie de parámetros que pueden cumplirse o no, porque los artistas son humanos. Pero sí, tengo suerte, porque lo del domingo fue una apuesta arriesgada. Llevo 40 años en esto y sé que en la clásica hay talibanes que no aceptan la diversidad de gustos. Lo único que hicimos fue retrasar el concierto 60 minutos, y terminamos a una hora razonable. Otras veces se han retrasado conciertos por lluvia o se ha salido del Carlos V a las dos, como cuando hicimos 'Turandot' el año pasado. Respeto la posición de cada cual, pero hay personas que deberían ser más accesibles y más generosas.

¿De quién fue la idea?

–Mía. y asumo toda la responsabilidad. Hablé con Ferreira (el concejal de Cultura) y la alcaldesa, que presiden el Consorcio, y les pareció buena idea. Luego, con el director del Patronato de la Alhambra, que también me apoyó, y a partir de ahí, con los músicos, quienes no me pusieron pegas ni se tomaron la revancha por su derrota en semifinales (risas).

¿Cuántas entradas se devolvieron?

–42. Y se vendieron 8. El saldo fue de 34 entradas devueltas. Tuvimos casi un 95% de ocupación. Lo que pasa es que cinco personas haciendo ruido en las redes parecen tener más repercusión de la que en realidad tienen. Nunca llueve a gusto de todos, pero hay que tomar decisiones, y acertar o equivocarse. También decidí hacer el Festival de 2020 en contra de quien me decía, en mi propia oficina, que cómo podía pensar en música habiendo centenares de muertos todos los días. Yo les respondí que mientras hubiera un resquicio para la esperanza y la normalización, lo iba a aprovechar. Y acertamos.

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¿Cuánto le costó al Festival el retraso del concierto?

–Cero euros. La orquesta cobraba un plus de 2.000 euros por cada 15 minutos de retraso en el programa, pero no llegó a darse finalmente ese retraso. Y eso que el descanso, previsto para 12 minutos, llegó a alargarse hasta 25.

Hemos leído publicaciones nacionales e internacionales donde personas eminentes de la clásica, como Gheorghiu o Mäkelä hablan de usted como «su amigo». ¿Eso cómo se hace?

–Acercándote a los artistas, dándoles un margen de confianza para que surja una amistad. Las amistades surgen del interés y la categoría intelectual y humana de los interlocutores. En el caso de Mäkelä, fui a ver 15 conciertos suyos antes de contratarle. Y lo mismo me pasó con Leonskaja, Argerich o Pires. Establecemos una relación que va más allá del negocio. Los planes y los proyectos nacen en torno a un mantel. Hay dos formas de programar: o por catálogo o por cercanía. Yo apuesto por la segunda, llevo 40 años así y me ha ido bien.

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Razones del adiós

Como la canción de su paisano... ¿Por qué se va?

–Hay varias razones. Creo que estar cinco años en un sitio va bien. Luego, pedí que se transformara el Festival en una fundación, para que los patrocinadores, que nos aportan más de un millón y son en muchos casos pequeñas empresas, pudieran beneficiarse de una deducción fiscal por patrocinio que la ley ahora en trámite aupará hasta el 70%. Las instituciones no me han hecho caso: ellos sabrán por qué. Y luego, las relaciones con la oficina del Festival no han sido buenas.

¿Le habría gustado seguir hasta el 75 aniversario?

–Esa era mi idea inicial. Pero no ha sido posible. Tenía una bomba para ese año, aparte de la vuelta de Mäkelä, que no da fechas ya hasta 2029. Pero eso ya es secreto de confesión.

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¿Es consciente de haberse creado algún enemigo?

–No lo soy, pero los hay. He sido bien recibido en general. Dejo un poso de cariño grande, alimentado por muchas personas anónimas que me han tratado estupendamente. Los amigos siempre te alaban y te dicen lo guapo que eres. Por eso hay que hablar también con los enemigos. Pero insisto, valoro sobre todo el cariño de esas personas anónimas, y la capacidad de silencio y concentración del público en los espectáculos. Y este año ha habido silencios clamorosos.

¿Cuál es el secreto para estirar el dinero?

–Hacer una programación coherente y tratar bien a los artistas. En la clásica, los cachés son muy elásticos. Un mismo solista te puede cobrar 5.000 o 25.000 euros, dependiendo de las circunstancias. Hay que aprovechar la ilusión del intérprete, el mercado y la oportunidad. Granada tiene lugares muy atractivos, y raro es el músico o bailarín que no se queda prendado de los Arrayanes, el Generalife o el Carlos V.

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A grandes rasgos, ¿cómo queda el Festival económicamente?

–El presupuesto de este año ha sido de 4.035.000 euros. En 2020 partíamos de 3,6 millones, que eran las cuentas de Pablo Heras-Casado. Luego, la pandemia lo rebajó hasta los 2,6, con adaptación de la taquilla a la mitad. Terminamos aquel año sin déficit, aunque el Maestranza tuvo 800.000 euros de pérdidas y el Real seis millones. Y en 2021 también tuvimos varias cancelaciones por la covid y mantuvimos el Festival sin déficit. Este año, del total, las instituciones han puesto 1,7 millones, lo mismo que años anteriores; los patrocinios han superado el millón y la taquilla 1,334 millones. Casi seis de cada diez euros del presupuesto vienen ya de manos privadas, lo que ha invertido la tendencia tradicional. Y eso que las administraciones ponen ahora lo mismo que hace 14 años, y menos que hace 17.

El conquense afirma que descansará hasta septiembre. ARIEL C. ROJAS

¿Compensa hacer un festival de un mes?

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–Absolutamente, y las cifras están ahí. El Festival de Granada no puede ser más corto que la Quincena de San Sebastián, que dura un mes. Pero hay que programar. Y tener un proyecto. Los datos nos avalan: 92% de ocupación y 25 'sold out'. Un festival de un mes aporta más a la ciudad que uno de 19 días.

¿Qué defectos tiene como gestor?

–Soy muy duro negociando; hay quien piensa que demasiado. Pero es que el dinero público hay que negociarlo y defenderlo.

¿Y cómo persona?

–Soy muy vehemente, pero eso es porque también soy muy apasionado.

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¿Qué opina del proceso para designar a su sucesor?

–No opino.

¿Esperaba que fuera Paolo Pinamonti?

–No. Para mí fue una sorpresa.

¿Y ahora qué va a hacer?

–Hasta septiembre, descansar. Tengo varios proyectos ya en marcha, y hay quien me ha pedido reuniones. Ya veremos.

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