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Festival de Música y Danza. IDEAL
Europa galante cantó al desengaño

Europa galante cantó al desengaño

ANDRÉS MOLINARI

Domingo, 26 de junio 2022, 00:57

La Europa que sangra y se desmorona por su costado Este, la pincha, hiere y mata con las alambradas que la separan del Magreb, la que reúne estos días en Madrid a los dirigentes de países armados hasta los dientes, la que paga a precio de oro una bujía por tener vacíos sus candelabros. Es la Europa del desengaño. La que quiso totalmente católica el emperador Carlos V, en cuyo palacio de la Alhambra, la noche del viernes, se orillaron sus insidias gracias a una orquesta barroca que lleva su nombre. Europa Galante trajo al Festival el oratorio 'Il trionfo del Tempo e del Desenganno', con música de George Friederic Haendel. Vino con su director Fabio Biondi, al frente, y un cuarteto de voces para contar una historia sobre el paso del tiempo y el triunfo del desengaño, que es fácilmente aplicable a la Europa de hoy.

Por suerte, la belleza de la música y el ritmo de intervenciones en el largo concierto, nos hizo olvidar, por un par de horas largas, todo el sufrir que nos rodea, y evadir nuestra fresca noche de junio escuchando las discusiones entre la Belleza, el Placer, el Tiempo y el Desengaño, como si se tratase de un auto sacramental sin sacramento. Para palpar la simpleza del texto, unos adagios prendidos en evidencias vistieron de fugaces grafitos las piedras del palacio. Frases italianas hermanas de españolas. Un acierto. Una andanada de arias, recitativos, duetos y otros anversos que animaron la relativa uniformidad de la música barroca. Cuatro voces que fueron de menos a más, logrando instantes de gran tensión dramática y elevado vuelo lírico.

Dejando para el olvido la malísima interpretación del tenor Marsiglia, que destrozó cuanto cantó, las tres mujeres fueron un portento de entrega, brío, delicadeza y esplendor. Marie Lys comenzó dubitativa, sin gracejo y sin fuerza en los bajos, presagiando lo peor. Pero se fue viniendo arriba para logar algunos instantes ciertamente preciosos. Su atuendo color cinabrio rimó con el mercurio de este mineral, porque todo su cantar fue azogue puro. Un impresionante vibrato gutural, un pulcro jugueteo con los melismas, una expresividad contenida y elegante, una somera arrogancia en el mirar, consciente de que interpretaba el papel de La Belleza. Vivinca Genaux fue un turbión de azabache hasta el pelo y circonitas hasta los tacones. Un Placer elegante y cobrizo. Agilísima en su fraseo y dotada de un vibrato mandibular rarísimo pero tan grato como adecuado a la laberíntica música de Haendel.

También ascendió de más a menos y, hacia el final, se ganó todo nuestro aprecio con 'Lascia la spina' la famosísima página de este oratorio profano. La tercera mujer, Soria Prina, no quedó atrás en valía y talento respecto a sus dos compañeras. Sin mirar la partitura, encarnó el papel de Desengaño con adecuada altivez. Actriz de ópera, sabe cerrar la mano en puño a tiempo, explotar su tesitura de mezzo, y seducir con su ligero toque andrógino en atiendo, peinado y ademán. Una mínima dosis de maldad en el rostro y una chaqueta de escamas plateadas para sugerir el centelleo cutáneo de la sierpe. Dirigiéndolo todo y haciendo de concertino el gran Fabio Biondi, esta vez dando un paso atrás en presencia e incluso lucimiento, para que brillen sus compañeros. Tan violinista como director, de forma que para lo último usó el arco como batuta. Pero fueron su gesto y su seña los que matizaron, mediaron y marcaron a los músicos 'galantes'. Dispuestos según el arco de la orquesta clásica, pero con el órgano demasiado central y adelantado, hurtándonos la vista del clave y de parte de la cuerda que acrecían así su discreta presencia. Allá al fondo esos oboes aterciopelados al dialogar con las mujeres, esos fagotes con su caminar felino y ese empaste general raras veces descuidado.

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