![Andrea Marcon, en un momento del concierto de anoche.](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202006/26/media/cortadas/MARCON-kaO-U110622986242rb-1248x770@Ideal.jpg)
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José Antonio Muñoz
Granada
Viernes, 26 de junio 2020, 00:57
Granada tenía ganas de Festival. Y el concierto que anoche tuvo lugar en la Catedral de Granada fue el homenaje de Granada a todas las víctimas de la Covid-19. Y con ellas, como adelantó en la presentación de este concierto el director, Antonio Moral, no se homenajea solo a quienes nos dejaron. Ese 'Réquiem' (en puridad, una oración por los difuntos), fue mucho más que eso: fue una oración por todas las pérdidas que va a traer consigo esta crisis. Algunas ya consumadas: las de los propios fallecidos y las de sus familias, que no han tenido la oportunidad de darles una despedida como hubieran querido. Pero también, fue un recuerdo para tantas oportunidades perdidas, por tantos puestos de trabajo y tantas empresas que se van a ir por el sumidero de la historia, por tantos frigoríficos volando, como cantaba Carlos Cano.
Quienes anoche estábamos en la Catedral, veíamos el concierto en Canal Sur o lo oíamos a través de Radio Nacional de España, escuchábamos la obra fúnebre de Mozart, y teníamos en la mente a alguien. Muchos 'Réquiem aeternam', por personas que se fueron y a las que no recuperaremos; muchos 'Dies irae' ante lo injusto de una situación que cortará las alas a un país que despegaba tras la crisis de 2008, y muchos 'Confutatis maledictis' que recuerdan a quienes, con malicia o sin ella, han provocado la situación a la que nos enfrentamos.
Todo esto, de una u otra forma, estaba presente en el pensamiento de quienes, desde hora y media antes del momento previsto para el inicio del concierto, empezaron a acceder al interior de la Catedral de Granada. Fue curioso observar cómo, a pesar del calor de macetilla, había mucho traje oscuro entre los y las asistentes, conscientes de que el acto pedía solidaridad y corrección incluso en el vestir. También, sin embargo, atuendos demasiado informales, incluso entre quienes tienen, en teoría, que vestir el cargo. Lejos quedan además los tiempos en que el Festival, sin que nunca exigiera etiqueta, era el lugar para lucirse. Pero ello, como la necesidad de sentarse correctamente en una Catedral –se vieron posturas de barra de bar–, se lo llevó el viento.
Tras acceder al templo, los aficionados tuvieron que refrenar –con la ayuda de las siempre eficaces azafatas de Alhambra– su deseo de ponerse al día y contar las alegrías y penas de la pandemia, tras más de cuatro meses sin poder verse en un concierto de la Orquesta Ciudad de Granada, la gran protagonista musical de la velada de anoche, encantada de poder sacar del armario sus trajes de gala tras los mismos cuatro meses sin poder usarlos. Todos de riguroso negro, como los coralistas, los solistas –subidos en los dos anteórganos- y el director artístico de la formación –que lo será hasta noviembre–, el trevisano Andrea Marcon.
Además de los políticos, pudimos ver haciendo su cola en la Plaza de las Pasiegas a la pintora Soledad Sevilla, autora del cartel de este año, junto a la gerente de la Fundación Archivo Manuel de Falla, Elena García de Paredes Falla; a la directora de la Fundación García Lorca, Laura García-Lorca, y al barítono Pablo Gálvez, quien no quiso perderse la cita. Como anfitrión, en primera fila de la nave principal, estuvo también el arzobispo de Granada, Monseñor Javier Martínez.
También fue la de ayer una buena oportunidad para saber qué mascarillas se van a convertir en las 'reinas' del verano cultural. Y por comodidad, ganaron por goleada las quirúrgicas, mientras que los coralistas lucharon como pudieron con las suyas, de tela y negras. Pocas de las famosas fpp2 se vieron entre los asistentes, aunque sí muchas 'fashion' con estampados atrevidos.
Fuera de la frivolidad con la que es inevitable medir un evento como este –había que ver y dejarse ver–, y fuera de determinadas actitudes, fue un acto respetuoso en lo emocional y brillante en lo musical, a pesar de todos los imponderables. Aún no se conoce el monto total de la recaudación –la taquilla sí se sabrá en breve–, pero en cualquier caso, tanto el Banco de Alimentos como Cáritas Diocesana, recibirán una buena inyección de fondos que, seguro, administrarán con sabiduría.
Hace años que, por desgracia, la inauguración del Festival no cuenta con representantes de primer nivel de las instituciones. Ello no va en desdoro de nadie, salvo de quien decide no acudir, claro. Así, en lo que se refiere a las administraciones que forman parte del Consejo Rector, por el Ministerio de Cultura y el Gobierno pudimos ver a la delegada en Andalucía, la granadina Sandra García, y a la directora general del Inaem, Amaya de Miguel; por la Junta de Andalucía, a las consejeras Patricia del Pozo (la del ramo) y Marifrán Carazo (la granadina); por la Diputación, a su presidente, José Entrena; por el Ayuntamiento, al alcalde, Luis Salvador; por la Universidad la rectora, Pilar Aranda, y por el patronato de la Alhambra, su directora, Rocío Díaz.
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