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Jueves, 28 de junio 2018, 01:46
La soprano francesa Patricia Petibon (Montargis, 1970) es una de las cantantes de coloratura claves del firmamento clásico. Su prestigio se cimenta, fundamentalmente, en dos características:su voz y su capacidad interpretativa, ambas únicas. Si a ello se une su impenitente curiosidad, y su amor ... por nuestro país y su música, 'va de soi' que su presencia en el Festival sea imprescindible. Una charla en el Carmen de los Chapiteles –su concierto lo patrocina Grupo Abades–, sirve para conocer de cerca a una de las mujeres más apasionadas y apasionantes del mundo de la música culta. Perdérsela esta noche en el recital que ofrecerá en el Palacio de Carlos V debería estar penado. Y aún quedan entradas.
–¿Cuándo descubrió que el éxito en la ópera era cuestión de interpretar tanto como de cantar?
–No lo sé. De hecho, comprendí muy pronto que la música es una forma de vida que se encarna en lo más profundo de tu ser. Por eso hago música. Porque busco esa belleza que de forma intuitiva que encuentro en el arte, en general. Cuando ves la primera vez a Maria Callas, a Pavarotti o a Plácido Domingo, comprendes que actúan de una forma distinta al resto. Es este el misterio, esa aventura que inspiró a Colón para descubrir un nuevo continente, o a Magallanes y Elcano a dar la vuelta al mundo, o a los exploradores a alcanzar el Polo Norte. ¿Qué buscaban? Aprender, experimentar, encontrar un sentido y una fuerza para la vida. La música es la fuerza de mi vida.
–De usted se ha dicho que es la más española de las sopranos francesas. ¿Será porque usted demuestra cierta querencia a lo nuestro?
–No lo sé. Supongo que será algún crítico que lo ha visto en algunas de mis actuaciones. Por cierto que hay uno que me gusta mucho, quien una vez dijo de mí que era 'dadaísta'. ¡Me encantó! Amo este concepto, esa abstracción que deriva en cierta locura. La música en sí es una locura, en todos los sentidos. Muestra lo trágico, lo cómico... La española es una cultura que ha trascendido mis sentidos desde siempre. Me apasiona el 'Guernica' de Picasso, las obras de Miró, de Velázquez, de Goya...
Hay algo de profundo, de primordial, en la cultura española, que no se puede atrapar, que nace de la tierra y te atraviesa, el color, los sentidos, la lengua, esa mezcla de civilizaciones que incluye lo árabe, lo judío, esos melismas del flamenco... Contrasta ese enraizamiento en la tierra con esa poesía que se eleva. Es por todo esto que he sentido siempre una fuerte atracción hacia lo español.
–¿También por la gastronomía?
–Por supuesto, me encanta el pulpo a la gallega, por ejemplo, el jamón... (sonríe).
–Jaroussky vino hace un par de años al Festival. Marcon pasa aquí algunas semanas al año a cargo de la OCG. Sólo faltaba usted para completar la cabeza de cartel de esa magnífica 'Alcina' de Aix-en-Provence...
–Para mí esto una gran oportunidad, es magnífico cantar aquí, donde han estado y están estos grandes músicos. Cuando me dijeron que venía a Granada, me pareció genial, porque he interpretado cientos de veces la 'Granada' de Agustín Lara, y pensé que por fin iba a ver cuán maravillosa es. Me siento en perfecta sincronía con esta ciudad única.
–¿Qué razones que le han llevado a escoger las piezas del recital de esta noche?
–Lo que cuenta para mí no es tanto la Musicología, a pesar de haberla estudiado. Trabajé mucho con Harnoncourt, quien me dijo que siempre es preciso que las cosas tengan espontaneidad. Hay que vivir. Soy una persona curiosa, que se interesa por muchos aspectos para elegir un repertorio que mezcla la historia con la vida, lo popular con lo inusual. Un programa multicolor que interpretaré con mi compañera Susan Manoff al piano, donde prima el instinto, esa espontaneidad. Comenzaré con un repertorio algo mas clásico –Debussy, Fauré– para luego ir mezclando música de Europa y América, explorando ciertas formas de teatralidad y corporalidad.
–En España, nombres como Falla, Turina, Granados, llenan teatros con su sola mención. ¿Se aprecia de igual modo su música en el resto del mundo cuando usted la interpreta?
–Exactamente igual. La música española conmueve allá donde la llevo, en cualquier recital, en cualquier país. El público es conquistado por estos sonidos, tanto si es conocedor como si no, da igual la edad que tenga.En ellos aprecian precisamente esa corporalidad de la que antes hablábamos.
–Compañeros suyos como Juan Diego Flórez o Ruggiero Raimondi han alabado la magia del espacio del Carlos V. ¿Qué importancia tiene el espacio donde se canta?
–Lo es todo. Transforma el oído, el cuerpo. Para mí, el espacio no es algo concreto, tiene múltiples dimensiones. Es cuántico, como el sonido. Interactúa con la geometría de la sala, pero va más allá. Un recital o concierto es siempre una experiencia única.
–Volviendo al repertorio, es muy diverso. ¿Cuántas Patricia Petibon verá el público esta noche?
–Un multiverso. Multitud de realidades paralelas... (risas).
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