El pianista Seong-Jin Cho, un habitual en el Festival granadino, durante su actuación de anoche. Ramón L. Pérez

El prodigio surcoreano de las 88 teclas Seong-Jin Cho vuelve a embelesar

El Palacio de Carlos V, que esta noche acogerá a la Filarmónica de Viena, sirvió como marco de lujo al romanticismo de Ravel y la nostalgia de Liszt

Domingo, 23 de junio 2024, 00:06

El surcoreano Seong-Jin Cho se ha convertido en una de las presencias constantes en el Festival durante los últimos años. En el primer ciclo posterior al inicio de la pandemia, en 2021, ya impactó al público granadino tanto por su destreza como por su delicadeza a la hora de afrontar el gran repertorio clásico. Cuando llegó a Granada de la mano del director Antonio Moral, muy pocos sabían de él, a pesar de haber resultado vencedor en 2015 del prestigioso Concurso Internacional de Piano Chopin de Varsovia. Antes, había hecho lo propio en 2008, cuando se impuso en el Concurso internacional Frédéric Chopin de jóvenes pianistas en Moscú, y al año siguiente, cuando venció en el Concurso internacional de piano de Hamamatsu. Luego, estuvo en 2011 en el podio en el Concurso Internacional Tchaïkovski, donde obtuvo el tercer premio, que repitió en 2014 en el Concurso internacional de piano Arthur Rubinstein.

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Este año, dos son sus comparecencias en el ciclo. La de anoche, que contó con el patrocinio de Red Eléctrica Española, en la que interpretó parte del repertorio raveliano que ya afrontara en su primera cita granadina, en la que ejecutara 'Scarbo' de 'Gaspard de la Nuit', considerada como la obra maestra de su producción, a partir de poemas de Aloysius Bertrand. Esta se completó con piezas como 'Serenade grotesque', 'Jeux d'eau', 'Sonatina en fa sostenido menor' y 'Vales nobles et sentimentales'. Completó el recital el segundo de los 'Années de pèlerinage', el dedicado a Italia, de Franz Liszt. El segmento raveliano fue lo suficientemente rico para apreciar los varios periodos creativos que jalonaron la producción pianística del francés, quien desarrolló un estilo propio a veces alejado de las tendencias en boga durante su amplia etapa productiva.

Se ha hablado mucho de la escuela asiática de piano en contraposición con la europea, con no pocas generalizaciones, siempre injustas, que colocan a la primera en una dimensión donde predomina lo técnico en detrimento de lo que se suele denominar de manera un poco pretenciosa como 'alma'. También se ha constatado en los últimos años una deriva peligrosa en algunas de las estrellas que vinieron del este y se han convertido poco menos que en 'artistas Disney'. Cho ha huido de esta deriva, y su talento es incuestionable. La crítica le avala de forma unánime, y merece estar presente en un festival, el de Granada, que durante la etapa de Antonio Moral se ha caracterizado por mimar a los solistas de las 88 teclas.

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