Blanca Li, entre el agua del Generalife. J. A. M.

Blanca Li | Coreógrafa

«Siempre trato de adaptarme a lo que tengo y ser creativa»

La granadina presenta esta noche en el Festival 'Dido y Eneas', fantasía de amor y dolor creada a partir de la música de Henry Purcell

Viernes, 21 de junio 2024, 00:17

La coreógrafa granadina Blanca Li (1964)llega esta noche con su compañía al Festival de Granada para presentar su más reciente producción, 'Dido y Eneas', nacida a partir de un proyecto compartido con William Christie y sus Les Arts Florissants. Li acaba de ser nombrada ... presidenta de La Villette, uno de los complejos culturales más importantes de Francia, tras un exitoso periodo al frente de los Teatros del Canal de Madrid a los que ha convertido en referencia.

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¿Qué recuerdos le trae la luz de Granada?

–El sol ilumina una ciudad increíble, que tuve la suerte de disfrutar en mi infancia. Creo que gracias a Granada llevo un sol dentro... (risas). También recuerdo los olores. Recuerdo cuando subía a jugar a la Alhambra, meter las manos en los arroyuelos que llevan el agua colina abajo, y el olor que desprendía el bosque.

Era muy joven cuando se trasladó a Madrid.

–Una adolescente. El salto fue bastante grande, porque llegué allí en unos años en que todo estaba cambiando, y muy deprisa.

Y muy poco después, dio el salto a Nueva York. ¿La capital de España se le quedó pequeña?

–Mi primera mudanza a Madrid me abrió las puertas al hecho de que moverse por el mundo era posible. Me convertí en una emigrante para siempre... (risas). Cada cambio de ciudad me ha aportado riqueza.

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¿Cuándo decidió lo que quería hacer con su vida?

–Cuando estaba en el equipo nacional de Gimnasia Rítmica me di cuenta que mi gusto iba más hacia lo artístico que hacia lo deportivo. Me gustaba imaginar, sobre todo. Ahí descubrí algo que por entonces se llamada 'danza moderna', y que era otra forma de bailar. En Nueva York encontré mucho más que esto: el hip-hop, las danzas étnicas y africanas, el jazz –entonces muy de moda–. Hice mi primer espectáculo, 'Nómadas', con apenas 18 años. Y dentro de él había un poco de todo: danza africana, étnica, contemporánea, ballet...

La han catalogado de visionaria, pero, ¿quién le abrió los ojos?

–Fue la diversidad que había en Nueva York. Diversidad artística, cultural, de pensamiento... Aprendí a trabajar con personas que se dedicaban al cine, al teatro, a las artes plásticas, artistas del grafiti... Personas como Martha Graham me guiaron en ese camino hacia la libertad creativa, hacia la reivindicación de lo propio.

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Hoy la fusión, en cualquier espectáculo de danza, se acepta como habitual.

–Claro. Nos hemos dado cuenta de que la riqueza que aporta la variedad es muy importante. Los espectáculos clásicos, por ejemplo, son muy bonitos, pero se enriquecen cuando se reinventan.

¿Sigue siendo la danza la pariente pobre de las artes?

–Completamente... (sonríe). Se lo puedo garantizar. Y sin embargo, en mi gestión de los últimos cuatro años en los Teatros del Canal, he comprobado que la danza es lo que más público atrae. He sido muy constante al programar danza diversa en este periodo, y hemos creado un público muy heterogéneo, de todas las edades y gustos. Con todo, las ayudas, los medios, siguen siendo inferiores a los que se otorgan a otras artes.

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«Nos hemos dado cuenta de que la riqueza que aporta la variedad es muy importante»

Usted ha sabido adaptarse: ha hecho espectáculos para dos, para compañías medianas, grandes...

–Siempre hay que ir con lo que uno tiene, y ser creativo. Como artista, pasas por periodos muy distintos. Lo mismo trabajas con escenografías grandiosas que con cinco cartones.

¿Gestionar lo público en España es una gymkhana emocional?

–La verdad es que siempre he sido un poco todoterreno. Me adapto a todo. En el Canal he disfrutado mucho porque no he luchado contra los elementos, sino que me he adaptado a lo que tenía. He llegado al límite, sí, pero sabiendo que no era posible ir más allá. Dentro de ello, he conseguido disfrutar mucho, incluso en situaciones tan complejas como la pandemia. El hecho es que fuimos ganando público cada día. Me quedo con eso, con el reconocimiento internacional que ahora tiene el Canal.

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¿Cómo forma a sus bailarines?

–La palabra 'maestra' no va conmigo. Para empezar, no tengo paciencia. Me gusta especialmente trabajar con niños que tienen todo por aprender, o con profesionales ya formados. No les enseño, simplemente domo al animal escénico que llevan dentro. Pulo los pequeños detalles. Es como una escultura o un vestido hecho a medida.

Dicen que tenemos la generación más formada. ¿Lo percibe usted así?

–No especialmente. Es una generación diferente. Quizá en el ballet clásico técnicamente sean más completos, pero en contemporánea no todo está basado en la técnica. Creo que todo va por modas; según las épocas, se baila de una forma u otra.

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¿Cómo surgió la idea de hacer este 'Dido y Eneas'?

–Fue cuando William Christie me propuso hacer una puesta en escena para una interpretación de la ópera que iba a hacer. 'Dido y Eneas' es como un 'rolls' de la música barroca, y el nivel de exigencia en el trabajo de Christie aseguraban que el resultado iba a ser bueno. Desde que se estrenó en el Liceo, pasó por los principales teatros, la llevamos a Versalles... Originalmente, puse a músicos, solistas y bailarines sobre el escenario, lo cual nos permitió 'ver' la música. Al terminar la gira, le dije a Christie que grabáramos la obra porque quería montar un ballet. El resultado es el que verá el público del Festival esta noche.

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