Un momento del espectáculo de anoche, dentro del Festival de Tango. Ramón L. Pérez

El Festival de Tango de Granada comienza con un cruce de caminos

Flamenco, jazz y música de arrabal estuvieron presentes en una noche donde palabra y sonidos condujeron el trabajo de artistas consagrados

Jueves, 17 de marzo 2022, 00:23

Primera noche de Festival Internacional de Tango de Granada. Llena de emoción. En primera instancia, con el recuerdo del gran Astor Piazzolla, el platense que revolucionó el género convirtiéndolo en portavoz de lo cotidiano. El tráiler del documental, que se estrenará en breve y que ... refleja su huella sobre los escenarios granadinos –espectacular la recitación de Héctor Alterio– fue el punto de partida de una noche dedicada a mirar hacia dentro en primera instancia para salir hacia afuera en segunda. Porque pocas palabras hay más hacia dentro que las que escribiera el poeta Eugenio Mandrini, ante todo un hombre de tango, referencia durante tres décadas en la dirección de la revista 'Buenos Aires, tango y lo demás'. Y también un autor capaz, como demostró el gran Carlos Andreoli con sus versos sobre los bailarines, de conmover el alma, de escribir poesía profunda, que para él era «un estado de ceguera desde el cual se ven otras luces, incluso otras sombras». Débora y Carlos pusieron el acompañamiento de la danza a los versos de Mandrini y la voz y la guitarra de Andreoli.

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Y a renglón seguido, llegó el momento de la apertura hacia afuera, hacia las otras orillas de la música, con el espectáculo 'Jazz, flamenco y tango a las orillas de un ancho río', en el que confluyeron varios de los más importantes nombres de las notas y el baile en los tres géneros. Por un lado, el piano del italiano Fabrizio Mocata, uno de los solistas más versátiles de la escena internacional, colaborador de Fabio Armiliato, y que ha sabido conectar la 'free music' con ese otro grito de libertad que es el sonido del arrabal. A su lado, Sergio de Lope, pura seda y fuerza a la vez, influido igualmente por el jazz y cuyo disco 'A night in Utrera' refleja, ya desde el título, la fusión con el flamenco. El trío se completó con el percusionista Manu Masaedo, igualmente a caballo entre el arte jondo y el libre, colaborador del gran Chano Domínguez.

Los tres sustentaron musicalmente un espectáculo que contó con la voz del incombustible Osvaldo Jiménez, la experiencia de alguien que lo ha visto todo y que llegó a lo artístico en el momento justo, cuando realmente se le necesitaba. La pareja formada por Eber Burger y Sabrina Nogueira pusieron el a veces vertiginoso tango, y la bailaora María Reyes, el flamenco. Esta última, criada artísticamente a los pechos del granadino Manuel Liñán, demostró su capacidad para abstraerse de lo convencional, ofreciendo un baile fronterizo, mestizo, con la posibilidad de emocionar. Y Sabrina y Eber, ambos finalistas o ganadores en varios campeonatos mundiales, casi se deslizaron por las tablas del Teatro Isabel la Católica; tan etéreo fue su trabajo.

Un año más, el evento que organiza Horacio 'Tato' Rébora comienza estando a la última, y ofreciendo visiones diversas de lo que el género puede depararnos, haciendo explorar al espectador esos cruces de caminos que tan consustanciales son a la propia esencia del tango.

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