El profesor Battaner, en la terraza de su casa granadina. IDEAL

«La figura de Felipe II es absolutamente luminosa»

Entrevista con Eduardo Battaner, astrofísico y escritor, quien acaba de publicar su nueva novela, donde recorre el reinado del 'rey prudente' y deshace algunos tópicos sobre su condición y pensamiento

Miércoles, 8 de abril 2020, 03:22

Eduardo Battaner (1945), astrofísico, es profesor emérito de la Universidad de Granada, y escritor. Su última novela es 'Un cosmógrafo en la corte de Felipe II' (Almuzara), un acercamiento a la época del 'rey prudente', apasionado por la ciencia.

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¿Qué hay detrás de ... su nueva obra?

–Es una novela con propósitos literarios. Además, la ciencia forma parte de la trama pero se capta sin esfuerzo alguno. No hace falta ninguna preparación científica para leerla. Hay una trama ficticia con unos personajes ficticios pero el trasfondo es histórico y riguroso y muchos personajes secundarios también son históricos y tratados con rigor.

El libro acompaña la evolución personal tanto de Felipe II como del propio cosmógrafo. ¿Qué cambia en ellos a lo largo de sus páginas?

–La acción transcurre en dos momentos: en torno a 1562 y en torno a 1589. En tanto tiempo la vida de ambos cambia. El Rey envejece, padece la gota y tiene que moverse en una silla de ruedas, pero su espíritu no ha cambiado: su misma tenacidad, su misma eficacia, su mismo control, su misma responsabilidad. Y también su misma religiosidad. El cosmógrafo ha madurado, ha perdido timidez y ha cumplido con su gran misión: el uso del magnetismo de la Tierra para construir el gran mapamundi. En las relaciones amorosas es tan ardiente como torpe.

-La revolución científica de Felipe II alcanzó no solo a las estrellas, sino a la tierra, a lo más cercano, como fue la reforma urbanística de la Corte.¿La preocupación por sus súbditos fue un detalle más de su inteligencia suprema?

Felipe II quería gobernar bien su imperio. Pero ni sabía bien ni dónde estaba, ni lo grande que era, ni qué ni quiénes había allí. Y tenía que defenderlo. Por eso impulsó la ciencia aplicada: cartografía, navegación, botánica, fortificación…Necesitaba urgentemente la ciencia aplicada. Hizo jardines para plantas americanas y filipinas, confiando en la sabiduría de los médicos indios.

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Pero la ciencia pura también fructificó. La Universidad de Salamanca alcanzó un gran esplendor. También las de Valencia, Sevilla… Domingo Soto descubrió la ley de la caída de los graves. Juan de Celaya enunció lo que Newton adoptó comosu primer principio de la Mecánica. Y así otros descubrimientos de la ciencia de esta época que hoy nos son muy desconocidos a los españoles y que se manifiestan en la novela. ¿Quién conoce a García de Céspedes, Jerónimo Muñoz , Jerónimo de Ayanz…?

El desengaño, el adiós, lo efímero de la vida frente a la permanencia del cosmos, son temas que trata en su novela. ¿Cuánto hay de experiencia propia en ella?

–La ciencia necesita continuidad. Los problemas no se resuelven en una sola generación. El relevo de los científicos viejos por los jóvenes es absolutamente necesario. La tradición, la escritura y el relevo son las claves del desarrollo científico. Ha habido grandes revoluciones en la ciencia pero nunca, desde hace más de veinte siglos, ha habido que volver a empezar. El científico es efímero y limitado, pero su obra, no; incluso cuando la aportación de un científico aislado sea ínfima.

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«La ciencia necesita continuidad. Los problemas no se resuelven en una sola generación»

Leyenda negra

Contrariamente a lo que la leyenda negra británica nos ha vendido, ¿fue Felipe II un rey más pragmático que dogmático?

–La Leyenda Negra ha hecho mucho mal a España y lo sigue haciendo. Como no soy historiador, no soy el más apropiado para abordar este tema, pero desde el punto de vista científico, puedo asegurar que la figura de Felipe II es absolutamente luminosa. No hizo ciencia pero hizo científicos, que es una buena forma de hacer ciencia. Su nombre es imprescindible en la historia de la ciencia.

Fue pragmático y fue dogmático, las dos cosas. Era un católico muy convencido y devoto. Sin embargo, las guerras que le tocó afrontar se debían más a su sentido del orden que a la religión. No podía tolerar el desorden y la insubordinación. Lepanto, en cambio, sí fue una guerra de religión.

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-¿Cuánto hay de usted en Diego de Granada, uno de los protagonistas de la novela?

Yo tengo mucho de Diego de Granada porque soy astrónomo de profesión pero yo también tengo mucho de cada uno de los personajes de la novela, incluso de los femeninos. Diego de Granada acapara el protagonismo porque viaja mucho y se va encontrando con personajes y situaciones científicas diversas, lo que es uno de los propósitos de la novela.

Así, se relaciona con personajes históricos como el Duque de Alba, la Princesa de Éboli o el erudito Arias Montano, con personajes artísticos como Fray Luis de León, Cervantes o Diego de Siloé, con científicos e ingenieros españoles reales (listados al final de la novela) o como Giordano Bruno y unos jovencísimos Galileo y Kepler.

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«Hay que tender a la unificación, a un gobierno no ya internacional sino, como decía Einstein, supranacional»

Esta era una época en que el latín mantenía unidos a los europeos. ¿Qué puede mantenernos unidos hoy?

–¡Qué lástima que se perdiera el latín! Paradójicamente, hoy en Europa se sigue hablando el inglés, a pesar de que es el idioma de un país que ya no pertenece a Europa. El mundo se nos está quedando pequeño y los problemas son ya los problemas de toda la humanidad. Hay que tender a la unificación, a un gobierno no ya internacional sino, como decía Einstein, supranacional. De eso estamos lejos. Pero Europa se mantiene unida, aunque sea una unidad frágil y parcial. La democracia europea es la argamasa.

¿Qué descubrimiento sobre el reinado de Felipe II ha hecho, o en qué se ha modificado su opinión sobre este tiempo?

–Felipe II no tenía nada de frío ni de cruel. Era un gran coleccionista de pintura, de relojes, de mapas, hasta de huesos de mártires. Y organizó una gran biblioteca, la mejor, en El Escorial, sin censura y abierta a todos los estudiosos procedieran de donde procedieran… Organizó la primera expedición científica de la historia. Instauró el Archivo de Simancas, la Academia de Matemáticas, potenció la Casa de Contratación Fue muy culto, humano, sensible al arte e inteligente. Todo lo escribía: su pluma era su cetro. También tuvo errores, pero esos se han repetido hasta la saciedad, así que ¿para qué voy a repetirlos yo?

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¿Quiénes son sus referentes literarios?

–Destacaría a Galdós. Cada frase suya es una obra de arte. Hay que leerle despacio, saboreándolo. Él es el maestro de contar una historia ficticia con un escenario real. También tengo que descartar a Cervantes porque 'El Quijote' es un estilo que podríamos llamar itinerante. Esta novela también es itinerante.

Estoy citando a los dos escritores de siempre, por los que tengo singularísima devoción. Hay más referentes y, para ampliar,entre otros varios autores querría desempolvar a una tercera: Concha Espina; ¡qué riqueza de vocabulario y de expresividad! El humor ha de estar siempre presente ¡aún en los dramas! Como docente sé que el humor es una herramienta didáctica imprescindible.

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«Las pandemias nos enseñan que el hombre es débil pero la Humanidad es fuerte»

Como científico, ¿qué cree que debemos aprender de esta pandemia?

–En la novela aparecen pandemias. Los españoles llevamos a América la viruela que causó gran mortandad (no matanza). De allí vino la sífilis que en la novela aún se llamaba «el mal francés». Precisamente, padece el «mal francés» la protagonista, Uchur, que es curada por dos grandes científicos de la botánica española: Nicolás Monardes y Francisco Hernández.

Las pandemias nos enseñan que el hombre es débil pero la Humanidad es fuerte. Es lógico que empecemos por preocuparnos por nosotros mismos pero también debemos sentirnos como elementos de la Humanidad. Entonces, dejaríamos atrás rivalidades bobas entre pueblos. Debemos ser más cosmopolitas, ciudadanos del mundo. Empezando por los que están más cerca. Que este encierro sirva para abrir nuestras mentes. Me uno al aplauso y a la admiración por los que están luchando en primera línea contra este enemigo silencioso. Estamos conviviendo con héroes.

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