Un 98% de asistencia confirma que Jazz en la Costa sigue manteniendo en crítica y público, una aceptación completa. Y es que artistas de este nivel, podrán gustar más o menos, pero muy difícilmente pueden tener una mala noche. Sin olvidar las sesiones de noche ... con el grupo Costa, acompañado por numerosos invitados en una auténtica muestra de Jazz 'Made in aquí'. Y la fiesta continúa: Jazz en la Alpujarra y Jazz en el desierto arrancan en breve.
Memorias de África
Pocas leyendas quedan vivas que no hayan pasado por Almuñécar o Granada. Nunca cuadró Sonny Rollins y Keith Jarrett está fuera del alcance los modestos presupuestos nuestros. Por eso ante Abdullah Ibrahim/ Dollar Brand hay que cuadrarse y presentar los respetos. Muy mermado físicamente, no tanto musicalmente, el sudafricano trajo un formato complicado para un escenario físico como el de Jazz en la Costa: prácticamente sin amplificación piano, chelo/contrabajo y flauta/saxo; con recogimiento de grupo de cámara, exigió una concentración absoluta del oyente focalizando la delicadeza frente al ruido ambiente (y hubo de todo, desde cumpleaños o el tradicional solo de motillo hasta el abrir de una bolsa de patatas, que sonó como un atentado ante semejante delicadeza).
Para los que lo consiguieron fue una gozada sublime acceder al mundo íntimo de Ibrahim, que ofreció una especie de frágil suite continua, casi sin paradas, llena de sugerencias visuales enraizadas en las culturas de aquella África de la que tuvo que exiliarse. Su pulsación monkiana se mantiene, pero es más suya la evocación de las tradiciones de su país ('Nisa', 'Tuang Guru', 'Water From An Ancient Well'…), que en versión minimalista son delicadas postales sonoras cargadas de emotividad y lirismo. Rematando su rato con un canto espiritual de añoranza, puro 'cotton field', entonado con su voz rotísima en un final absolutamente conmovedor. Mis respetos Maestro.
Vuelve el Hombre
Empapado en sudor, como demuestran las fotos, Kurt Elling se lo dejó todo en el escenario de un concierto de bola de espejos sin pista de lento (tan solo el 'Endless Laws', de Carla Bley, bajó el pistón rítmico). El último proyecto del de Chicago, 'Super Blue' (con dos entregas), es un pegamento que une todos los ritmos afroamericanos bailables, y no se quita uno el pálpito de encima ni con acetona. Puro Groove. De las facultades vocales de este hombre ya hemos tenido buena muestra en los festivales granadinos. A más voces que José Luis Moreno, hay que añadir sus facultades de 'entretenedor' desarrolladas en muchas noches de garito.
En este caso prescindió de su varonil versión de etiqueta para funkear ardorosamente, apoyado en una banda escueta (uno hubiera añadido un tenorista), pero compacta, fabricando un sonido de club impecable: Soul ('Sticking To My Guns'), Funk ('Freedom Square'), Blues ('Dharma Bums'), Talking Blues, y mucho scat, con una intervención espectacular doblándose (en 'The Seed') con el baterista que levantó al público del asiento.
Muy llamativo fue el trabajo de Charlie Hunter, tocando a la vez bajo y guitarra con un instrumento de su invención que valía por los dos. Un concierto participativo hecho para gustar.
Fuego en el alma
Si Jazz en la Costa empezó con una colección de 'standars', entendiendo ya como tales los firmados por Chick Corea, finalizó también con piezas del 'Libro Grande' del Jazz, esta vez a cargo del fogoso saxofonista Aurignac. Esperemos que su decisión de dejar de tocar (para centrase en la composición) sea tan solo temporal para poder seguir escuchando a uno de los músicos más dotados de la historia de este género en nuestro país. Aurignac y los suyos pasaron revista a sus 'standars' con el brío y la potencia abrasadora que caracteriza todo lo que hace este hiperactivo creador, siempre intenso hasta límites existenciales. Le va la vida en cada nota y se la deja/dejó.
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