Andrés Marín | Bailarín y coreógrafo
«Mi forma de bailar es desobediente, como la forma de pintar de Picasso»Secciones
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Andrés Marín | Bailarín y coreógrafo
«Mi forma de bailar es desobediente, como la forma de pintar de Picasso»Andrés Marín (Sevilla, 1969), Premio Nacional de Danza 2022, es el máximo responsable de lo que se baila en el espectáculo 'Picasso y la danza. Encuentro con Lorca en Granada', que está llenando las noches del Generalife en este mes de agosto. Directo, claro y ... llano, y sincero, como su baile. Les gustará a unos y a otros no, pero tiene muy claro lo que puede dar y lo que quiere dar.
–¿Cómo se vive cuando todos los ojos le señalan como renovador del flamenco contemporáneo?
–Siempre me he sentido una persona normal. No soy dado a divismos. Cuando suelto los zapatos y me bajo del escenario, aspiro a la normalidad, que es lo que nos hace vivir con los pies en la tierra: los mismos amigos, los mismos lugares... No podría bailar sin el sostén de lo cotidiano.
–Mamó usted el flamenco desde la cuna...
–Así es. Mis padres hicieron del flamenco su medio de vida, y yo les acompañé en múltiples giras, no siempre en los mejores sitios ni con las mejores camas. He dormido muchas veces en el duro asiento de un autobús. Viví los últimos años de la dictadura, que espero no vuelvan.
–¿En qué sentido?
–Era un tiempo en el que a la cultura no se la respetaba, y en el que el flamenco era un entretenimiento. Bajo determinadas administraciones, la cultura es la primera que sufre. No hay más que ver lo ocurrido con el Festival de Cine Europeo de Sevilla, que se ha conseguido salvar en el último momento.
–¿Cómo se encuentra?
–Sobre el escenario continúo sintiéndome muy bien. Para la edad que tengo, estoy fuerte, y con ganas. Y sobre todo, con una cabeza que no tenía a los 25 o a los 30 años.
–¿Hacer flamenco contemporáneo es un riesgo, o como mucho un riesgo calculado?
–Es una necesidad. La vanguardia no existe sin una raíz, y para identificar una raíz ha de haber vanguardia. La raíz crece gracias a la vanguardia. Siempre fui un niño curioso, que transgredía las reglas. Era inconformista, y si no me encontraba a gusto, no bailaba. De hecho, hubo un momento en que dejé de bailar. Hasta que encontré los estímulos necesarios, fui un desobediente.
–¿En qué ha mejorado y en qué ha empeorado el mundo flamenco que usted conoció de niño con respecto al de hoy?
–Ha mejorado en muchos aspectos. Hay salarios más dignos, han mejorado las escenografías... Lo que no ha variado es que Andalucía sigue pariendo grandes artistas, personas con gran intuición y, ahora, una educación artística mucho mejor. Antes se sabía el qué y el cómo, pero no el porqué. Ahora, sin embargo, lo más difícil es conseguir que el público se pare y disfrute, en una sociedad en la que tenemos de todo, y mucho.
–¿Cómo llegó a sus manos 'Picasso y la danza'?
–Fue un proyecto que me llegó de Manuel Fernández, de la productora Macandé, y para el que sonó antes del mío algún nombre más. Finalmente, me eligieron para ponerlo en pie.
–¿Cuán cerca estaba de Picasso?
–Ya había hecho coreografías alrededor de su universo, así que no me pilló de nuevas. Cerré el Museo Picasso de París para hacer una coreografía a través de sus grandes obras, con el público detrás mío. Mi baile es muy desobediente, muy picassiano, cubista. De hecho, cierta prensa me tildó de «el Picasso del baile». Algunos críticos me pusieron a parir, pero hoy me da igual, porque a pesar de intentar zaherirme, no han podido conmigo.
–¿Y de Lorca?
–Lorca es, para mí, la esencia del flamenco, y la danza del espectáculo es plenamente lorquiana en su concepción y su desarrollo.
–Francia ha sido el país donde más ha bailado, después de España.
–En Francia he ofrecido más de 500 funciones, en todos los grandes teatros. En París he bailado en el Teatro Nacional de Danza Chaillot, con llenos diarios; en el Teatro Ecuestre con Bartábás, con Blanca Li... Y he valorado que el público francés me respete y entienda mi trabajo, algo que han hecho desde siempre.
–¿Y qué espera del público de aquí?
–Que entre, como está entrando, en la esencia de este espectáculo. Que conecte con una propuesta que busca sorprender, pero no gratuitamente. Que es un espectáculo hecho por grandes artistas y una danza de primerísimo nivel, complejo, híbrido entre el contemporáneo y el flamenco, y que tiene muchas lecturas. He tratado de mantener la esencia picassiana sin traicionarla, a través de sus escenografías y el trabajo con Diaghilev, y encontrar a Lorca en su raíz flamenca.
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