Bob Dylan coronó la Alhambra el año pasado. Anoche, gracias a la complicidad de un cielo estampado de nubarrones, lo hizo Patti Smith. La diva del punk. La madre coraje del rock. La figura que subvirtió los cánones a partir de 'Horses' (1975), uno de ... los discos más revolucionarios de la música popular. Hasta que ella llegó, los arrebatos electrificados eran un asunto de hombres. De hombres que se maquillaban y se travestían, pero hombres al fin y al cabo. Lo de este sábado en el Teatro del Generalife quedará guardado en el mismo anaquel que la última visita del de Duluth. Como lo de Lou Reed en el Palacio de Congresos en 2003. Como lo de Leonard Cohen en Atarfe en 2009. Esa es la magnitud.
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El ciclo 1001 Músicas propició la presencia en Granada de la mujer que puso el rock patas arriba en su primera etapa, entre 1974 y 1979. Este fin de semana circulaban imágenes de Patti Smith como una turista más en la ciudad palatina. En diciembre cumplirá 78 años. Y hace cinco décadas cambió de manera radical el modo en que las mujeres emprendían la poesía eléctrica. Una ambiciosa fuerza de la naturaleza dispuesta a emular a Dylan, Burroughs, Jim Morrison, Rimbaud y los Stones, usándolos como inspiración sagrada para crear una combinación de música y poesía como nunca antes la hubo en la música pop.
Sorprende que no estuviera lleno el recinto, algo achacable al excedente de oferta (Manolo García andaba agitando la Plaza de Toros). La de Chicago apareció con vaqueros y chaqueta oscuros, en un formato de cuarteto en el que su hijo Jackson Smith potencia el crujir guitarrero, como empezó a demostrar a partir de 'Cash' (dedicada, en efecto, al Hombre de Negro). Abrió con la tersa e inmortal 'Dancing barefoot'. Calentó la voz con 'Ghost dance', hipnótica e inquietante composición de sus días de complicidad con Lenny Kaye en 1978, que sirvió para recordar el sufrimiento de quienes abandonan su tierra.
Patti Smith pasó por Granada con anterioridad en 2008. Fue en la Huerta de San Vicente. En esta ocasión también leyó a Lorca en inglés. Y al mismo Dylan con la sinuosa 'Man in the long black coat', cambiando los grillos de Nueva Orleans por los insectos de los jardines del Generalife. En 'Nine' se filtró su obsesión por The Doors. Y en la maravillosa versión del 'Summertime sadness' de Lana del Rey sacó a relucir la memoria de su difunto esposo, Fred 'Sonic' Smith (guitarrista de MC5).
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No, posiblemente no habrá más noches de conjura con Patti Smith en Granada. Qué delicia ver a cuatro personas en un escenario cuyo único efecto especial son los cipreses del fondo. Y observar a la gran poetisa del rock ejerciendo de chamana, con unas manos que parecen empujar las palabras. Un puñado de turbadoras visiones que forman parte de los mejores episodios de la poesía rock. El público terminó meciendo el semblante de la señora Smith con 'People have the power', la inmensa 'Pissing in a river' y, por supuesto, 'Because the night'. Un concierto político y telúrico. De una divinidad serena.
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