Gioconda Belli, fotografiada ayer en Granada. ALFREDO AGUI

Gioconda Belli: «Los poetas llegamos a lo más hondo, desbrozando el ruido del mundo»

La poeta nicaragüense pronuncia hoy una conferencia en el Palacio de Carlos V, invitada por el Festival Internacional de Poesía de Granada

Jueves, 3 de octubre 2019, 11:50

Gioconda Belli (Managua, Nicaragua, 1948), tiene nombre de musa y manos de artista. Ofrece esta tarde en el Palacio de Carlos V una conferencia organizada por el Festival Internacional de Poesía con la colaboración de la Asociación de Nicaragüenses Residentes en Granada, una de las ... ciudades españolas con una presencia más activa de naturales del país hermano. Un país que la poeta, novelista y cuentista (también activista y periodista) conoce a la perfección, desde dentro y desde fuera. Un exilio 'stricto sensu' y otro que supone la preterición de su voz crítica la contemplan. Y muchas horas de imaginar, paso previo a escribir en el caso de esta mujer de mirada profunda y ademanes patricios. No en vano, es descendiente de nobles franceses.

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-¿Cuál es la historia que usted, joven periodista salida de la Facultad, quería contar?

-En realidad, mi formación en comunicación anduvo más en el terreno de la publicidad. Tan joven, no quería contar ninguna historia. Pasó tiempo antes de que me decidiera a escribir poesía. Creo que fue la confluencia de mi condición de antisomocista por vía familiar con la constatación de lo que estaba ocurriendo en las calles de mi país. Mi trabajo me permitió relacionarme con escritores, y mi despertar literario coincidió con mi despertar político. Han sido dos avenidas de mi vida que se han entrecruzado constantemente.

-¿Hasta qué punto la propaganda ha desvirtuado el periodismo?

-Cuando empecé a tener una actividad política más intensa, comencé a ver el demonio de la publicidad, como una incitación constante al consumo y al seguimiento de unas determinadas ideas. Hay una íntima vinculación entre economía y periodismo que debería desaparecer, para que los periódicos fueran más libres. Pero es una aspiración difícil.

-Usted se comprometió con el cambio político en su país, y contribuyó decisivamente a que llegara ese cambio. ¿Cuándo descubrió que la estaban engañando?

-Creo que tras la derrota electoral de 1989. Cuando el Frente Sandinista perdió el poder, un grupo grande de miembros propusimos un cambio, un replanteamiento. Daniel Ortega empezó a acusarnos de traidores, y se convirtió en un monstruo. Ese momento fue muy duro, porque tuvimos que ver cómo hacía una reingeniería del sandinismo que no representaba aquello en lo que nosotros creíamos. Mi compromiso era con el pueblo de Nicaragua, no con un partido, y por eso me fui en 1993, con Ernesto Cardenal y tantos otros.

-Se ha hablado de los poetas en el pasado como maestros de la realidad paralela. ¿Siguen diseñándola?

-Pienso que sí. Ahora, estoy como jurado en el Premio Loewe y he tenido que leer muchos libros de poesía. Es extraordinario ver los mundos que son capaces de crear los poetas, la manera tan intensa de decir lo que ocurre en el mundo, llegando al fondo del ser humano, desbrozando el ruido del mundo. Es un camino hacia el bien. Por eso, pienso que debería haber más lectores de poesía, para que oyeran lo que el mundo no quiere que oigan.

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-¿Hasta qué punto ha marcado su obra la femineidad de su mano?

-Mucho. No quiero ni puedo abstraerme del hecho de que soy mujer, y con el poder que me dio la consciencia de lo bello que tiene el ser mujer. Tuve una madre extraordinaria, que me dijo claramente que por ser mujer era, no un ser inferior, sino superior. Cuando empecé a ver lo que sucede en el mundo, reacciono y me reafirmo en esa femineidad. No pienso que haya que entrar en combates. Es necesario que la mujer aprenda que su sexualidad debe ser celebrada, y que no vea el mundo como una víctima.

-¿Cuál es la gran fuerza transformadora del mundo, el amor o el poder?

-Ambos. Y ojalá no se les viera como términos antagónicos. En ocasiones, el poder no actúa con amor, como ocurre en Nicaragua, donde tenemos una vicepresidenta que no deja de hablar de amor pero que ejecuta a 325 personas por estar disconformes con el estado de cosas que han creado. No hay que dejarse engañar.

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-Usted ha vivido, por así decirlo, dos exilios. ¿Qué diferencia hay entre ambos, y como han influido en su obra?

-Ahora no estoy técnicamente exiliada, pero Daniel Ortega ha expulsado de Nicaragua con sus decisiones a miles de nicaragüenses, algunos de los cuales viven aquí entre ustedes, en Granada. El primer exilio fue real y más doloroso, porque viví en México, en Costa Rica, pero viví en función de Nicaragua. Lo que cambia la naturaleza del exilio es la esperanza. Mientras uno no la pierda, siempre tendrá ganas de volver para cambiar las cosas. Cuanto mayor eres, el exilio es más duro. El primero fue con 25 o 26 años, y ahora, si me tuviera que exiliar como aquella primera vez, no lo soportaría.

-¿Cómo se debe contar la vida a los niños para evitar que cometan los mismos errores qu sus padres?

-Hay que hablarles de los sueños. La idea de la utopía es clave para las aspiraciones de los niños, y de todos. El sueño de ese paraíso terrenal lo tenemos todos dentro, porque podemos hacerlo posible. En mis cuentos he tratado de contar a los niños cómo los sueños pueden cambiar el mundo, desde lo más inmediato a lo global.

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-La naturaleza es una constante en su obra. ¿Qué tipo de ecologista es usted?

-Creo en el «verde que te quiero verde»… (risas). Es terrible lo que le estamos haciendo al planeta. Tenemos que hacer un esfuerzo enorme por revertirlo. Hay que volver a lo sencillo; nos estamos enredando en las cosas. ¿Por qué tiene que crecer siempre la economía? ¿Por qué no podría llegar a un punto de estabilidad, por qué mantenemos una sobreproducción que hace que cuando entras al supermercado te encuentres 800 tipos de champú?

-¿Cuál es el 'método Belli' de escritura?

-Es sencillo. Las ideas me persiguen, y trato de manejarlas. Por ejemplo, en el caso de las novelas, empiezo a escribir, pero si a las 50 páginas no me encuentro cómoda, no me gustan los personajes o la trama, paro y me voy a otro tema, o lo aparco. La escritura solo se revela escribiendo.

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-Es autora de un poema titulado 'Goces cibernéticos'. ¿Qué le parece el nuevo marco poético que están creando las redes?

-Creo que pueden ser una buena ayuda para difundir las artes. La plataforma no es lo que marca la obra literaria. Con todo, no creo que desaparezcan los libros, pero en Nicaragua, donde hay pocas librerías y los libros son caros, el libro electrónico me permite acceder a títulos que no puedo adquirir de otra manera.También Internet me ha sido muy útil en mis investigaciones.

-Otro de sus poemas, 'Y Dios me hizo mujer', podría ser anatema para ciertos grupos feministas…

-No creo. ¡Viva la diferencia! (risas). Nunca seremos iguales. La maternidad, ese «taller de seres humanos» del que hablo en el poema, marca una diferencia que debería extenderse a los hombres. Estos deben sentirse madres para cambiar el mundo.

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-¿Qué significa para usted la Granada de España? ¿Le dolió especialmente ver cómo ardía la de Nicaragua?

-Para mí, la Granada de España significa Alhambra, Lorca, Juana la Loca, belleza… Aquí pasé mi luna de miel. Aquí recité poemas con Rafael Alberti en 1987. Y está el Festival Internacional de Poesía, que ha hermanado a ambas Granadas, la de aquí y la de allí. Por otro lado, el incendio de aquella Granada no fue el primero, ni será el último. Renacerá de sus cenizas, estoy segura.

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