![Gracia Morales entra en la Academia de Buenas Letras con un discurso inconformista](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2024/10/15/GRACIAMORALES-kKfF-U2201505886189zrG-1200x840@Ideal.jpg)
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El Paraninfo de la Facultad de Derecho fue el marco en el que se inició el nuevo curso de la Academia de Buenas Letras de Granada. La corporación presidida por el profesor José Antonio López Nevot acogió como nueva integrante a la dramaturga granadina Gracia ... Morales. Tras la lectura de la memoria anual a cargo del secretario, Virgilio Cara, comenzó esta su discurso. «Desde que se aceptó mi ingreso, dudé entre dedicar mi alocución a la poesía o al teatro», dijo, pues Morales cultiva con éxito ambas disciplinas. Se remontó a la intervención de ingreso de su amiga Erika Martínez, quien contestó a su parlamento, para subrayar la importancia de encontrar «las buenas letras necesarias para dirigirme a ustedes».
A partir de este momento, explicó su concepción de la dramaturgia, como una posibilidad para 'in-quietar' al público. «La propia esencia del teatro ya implica una forma de movilización, de complicidad inevitable con los receptores». Añadió que desde la infancia desarrollamos, de forma instintiva, «esa capacidad para metamorfosearnos nosotros mismos y nuestro entorno: somos Superman al ponernos una capa sobre los hombros, o nos convertimos en Pipi Calzaslargas al hacernos trenzas; nuestra muñeca se transforma en una bombera al rescate y los playmobil en caballeros luchando contra dragones». Puso como ejemplo de esa capacidad de mimetizarse el caso de la actriz Gema Matarranz, a quien el espectador puede reconocer lo mismo en la piel de Juana de Castilla que en la de la exconcejal Nevenka Fernández.
Subrayó Morales cómo ha evolucionado la creación dramática en los últimos años, influida por la aceleración del tiempo y, por ende, del espacio. Ello plantea ciertos interrogantes, y 'aparentes' dificultades para los autores. Aparentes porque los escenarios tienen menos importancia hoy que los textos y las tramas. Puso como ejemplo el caso de 'Hamelin' de Juan Mayorga. «En él se desarrolla una fábula que implicaría una enorme variedad de localizaciones, pero se apuesta, en cambio, por un escenario vacío». Señaló cómo afecta este esquema a sus propias creaciones, donde reconoció un especial interés por explorar la carga simbólica del entorno escénico y de los objetos que lo configuran. Citó el vagón subterráneo de 'Interrupciones en el suministro eléctrico', la sala de espera y la escalera de 'Quince peldaños'; los sacos de tierra de 'Un horizonte amarillo en los ojos', o la casa rural y el exterior de 'La grieta, entre animales salvajes'.
Todo este panorama influye decisivamente en el propio espectador de la obra. Dijo la dramaturga que una parte del teatro contemporáneo hispánico se ha propuesto investigar la importancia relativa de lo 'no–dicho', de lo implícito, del subtexto. Ello reclama un receptor dispuesto, afirmó, no ya solo a rellenar los huecos del sentido que el texto deja, sino a algo más arriesgado y vertiginoso; tiene que ser capaz también de aceptar que esos vacíos no siempre van a ser completados. Ello otorga al espectador un papel clave para entender qué encaje tiene lo que acaba de ver en nuestra sociedad actual, mucho más allá de la clásica moraleja o ese pie para pensar que el teatro debiera dejar en el público, más allá de divertirle.
«En la dramaturgia reciente la voz de los personajes ha dejado de ser precisa y limpia y se ha ido pervirtiendo con interrupciones, dudas, repeticiones, silencios… incorporando todo lo que hay de incomunicación en el acto de hablarse», señaló. Fue el de Gracia Morales un discurso de profundo análisis sobre las tendencias teatrales, que puso de manifiesto, con suprema diplomacia, las trampas en las que hoy se cae a la hora de escribir teatro. Para muchos, una claudicación. Para muchos otros, una necesaria evolución. Lo importante es no crear públicos anestesiados.
El acto se completó con la entrega de los Premios Francisco Izquierdo, al director de la compañía Teatro para un Instante, y al Aula de Pensamiento Francisco Javier de Burgos, de Motril. Lanz agradeció la distinción citando una anécdota sobre la veracidad de los títeres con los que trabaja, mientras que Gerardo Martín, máximo responsable del Aula motrileña, destacó la dificultad de mantener una institución independiente durante casi dos décadas en un marco como el actual.
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