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24 de mayo de 2018. Granada se convertía en noticia porque en un solo fin de semana había acogido más de cien conciertos –sí, en ... un solo fin de semana–. Los Planetas, Pablo Alborán, Sergio Dalma… decenas de miles de personas pululando por las calles de la capital, los bares y comercios a rebosar y los hoteles completos. Eso era Granada hasta que el bicho irrumpió en nuestras vidas. La pregunta es ¿volverá a serlo? Todavía es demasiado prematuro hablar de fechas en las que la actividad quede completamente normalizada, pero ganas desde luego no faltan. Tan sólo ha quedado oficialmente suspendido el Festival Internacional de Poesía. El resto aún siguen adelante, pero con importantes cambios que no sólo afectan al calendario, sino a los formatos.
La última hora de granada
Por lo pronto, ahí está el golpe de efecto que ha supuesto el mantenimiento del Festival de Música y Danza de Granada, el primero que lo ha hecho en toda España, que se inaugurará el 25 de junio en la Catedral con el 'Réquiem' de Mozart a cargo de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG) con su coro. Será un homenaje a las víctimas de la pandemia. El ciclo continuará tres días después con Pepe Romero en el Patio de los Arrayanes (Festival Digital).
Según la concejala de Cultura, Lucía Garrido, los planteamientos iniciales del Ayuntamiento son de máximos. Es decir, que no se venga abajo ninguna de las programaciones. «Estamos pidiendo a los directores de los festivales y los promotores que no suspendan, sino que perseveren realizando los reajustes que sean necesarios», dice Garrido, quien reconoce que la decisión final escapa de sus competencias. De forma paralela, desde el Consistorio se están barajando propuestas y alternativas. Una de ellas, la celebración de actuaciones en la vía pública, pero vinculándolas a la revitalización tanto de los establecimientos hosteleros como del comercio, gravemente afectados por la situación.
Otra de las líneas de actuación es la habilitación de lugares al aire libre donde se puedan desarrollar eventos conjugando dos factores muy importantes: por una parte, la garantía del distanciamiento social de los asistentes –las aglomeraciones son una de las fuentes de contagio que más preocupan–, y por otra, que no se perturbe la tranquilidad de los vecinos. ¿Qué ubicaciones se están estudiando? Una de ellas sería el Parque García Lorca y la otra, el Palacio de los Córdova -hay algunas más-. En ambos casos los técnicos municipales están examinando ya las condiciones de idoneidad. Aún no hay ninguna decisión firme al respecto.
Butacas preasignadas. Todos los cines, teatros, auditorios y espacios similares podrán reanudar su actividad siempre que cuenten con butacas preasignadas y no superen un tercio del aforo autorizado.
Lugares cerrados. No podrá superarse un tercio del aforo autorizado, ni reunir a más de 50 personas.
Aire libre. El público deberá permanecer sentado, guardando la distancia necesaria y no podrá superarse un tercio del aforo autorizado, ni reunir a más de 400 personas.
Servicios complementarios. Se permite la prestación de servicios complementarios, tales como tienda, cafetería o similares. No obstante, no se prestará servicio de guardarropa ni de consigna.
«Lo que sí queremos trasladar a los granadinos –asegura la edil– es que todo se hará con las más estrictas medidas de seguridad para que todo el mundo esté tranquilo y se pierda ese miedo que existe hoy día a compartir espacios públicos». Ello implicaría, por ejemplo, un estricto control de los aforos en función de las pautas que se vayan marcando desde las autoridades sanitarias. Las cuatro fases del plan de desescalada establecen una serie de restricciones, pero aún queda por saber lo que vendrá después. La cero, la una y la dos posiblemente pasarán de largo. Pero en la tres, en la que deberíamos entrar a mediados de junio en Granada, ya sí empieza a ser interesante desde el punto de vista cuantitativo. Al menos al aire libre –en el interior no tanto–. Hasta 800 personas siempre y cuando estén sentados y con la suficiente separación.
Lucía Garrido, Concejala de Cultura
La preocupación en las salas de conciertos es máxima. Ahora mismo todo son incertidumbres para ellos. Tanto Planta Baja como Aliatar y la Taberna JJ, tres grandes referencias de la música en directo en Granada, miran a septiembre con muchas incógnitas. Básicamente porque a estas alturas, con la variabilidad de los acontecimientos y el riesgo de que pueda haber un rebrote, es imposible tomar ninguna decisión en firme. La Covid-19 ha dado al traste con todas las citas marcadas en el calendario desde mediados de marzo, cuando el Gobierno decretó el estado de alarma y el confinamiento domiciliario, hasta la actualidad. Un verdadero desaguisado con un enorme impacto económico en las bandas, pero también en la infinidad de empleos que sustenta esta industria (técnicos de luces y sonidos, montadores…)
Marisa Asensio, gestora cultural y gerente de Farasha Producciones, la empresa que gestiona la programación de Aliatar y Queen y que lleva el 'management' de artistas como Carmencita Calavera, también trabaja con la expectativa de después del verano. «El sector está en la ruina porque no tiene músculo financiero y predomina la precariedad», afirma Asensio para resumir la coyuntura actual. «Hay profesionales que llevan tres meses sin actuar y sin ingresar nada», lamenta. «La creación puede seguir floreciendo porque hay mucho talento, pero la gente tiene que comer», dice. Y recuerda que el noventa por ciento de la programación se realiza desde la iniciativa privada, sin ningún tipo de ayuda por parte de las administraciones.
Francisco Cuenca, Portavoz del PSOE
«Los músicos han demostrado una enorme resilencia para adaptarse a un entorno hostil (piratería, nuevos formatos y plataformas…) pero se necesita ayuda». Y en estos momentos la principal ayuda sería, bajo su punto de vista, que el Gobierno propiciara las condiciones para que la gente pudiera acudir a las salas. Según sus cálculos, en Aliatar, por ejemplo, sería necesario cubrir un ochenta por ciento del aforo para que salgan las cuentas.
José Gustavo Cabrerizo, del Planta Baja, también realiza unas estimaciones similares. «Tenemos que estar próximos al lleno para asegurar la rentabilidad», afirma Cabrerizo, quien reconoce que cualquier solución está supeditada a una fuerza mayor: la acción del coronavirus. A pesar de ello, sí aboga por salidas que sirvan para mitigar el sacrificio de permanecer cerrado mientras la cuantía de los gastos sigue siendo la misma. «Se puede pedir una moratoria en el alquiler o un crédito ICO, pero después hay que pagarlo todo», lamenta.
«Para muchos compañeros, el planteamiento es incluso anterior a lo que se pueda hacer en el corto y medio plazo, el planteamiento es sencillo ¿podremos continuar?», reflexiona Cabrerizo. «Ahora lo más perentorio es evitar que esto se hunda». Respecto a la reapertura del Planta Baja, también alberga muchas dudas. El mejor de los escenarios sería hacerlo a mediados de junio porque la norma así lo permitiría, pero sin bolos, que sí podrían organizarse a partir de septiembre con todas las cautelas y valorando la viabilidad con los propios artistas, en función del número de entradas que se puedan vender.
El portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, Francisco Cuenca, ha recogido las reivindicaciones del sector de la música en una reunión virtual. Las salas, «que están trabajando para que haya conciertos en septiembre, echan de menos que el Ayuntamiento avance junto a ellos en materia sanitaria, a expensas de que lleguen los dictados del Gobierno». También reclaman la exoneración de tasas como la basura industrial habida cuenta de que han estado cerrados. «Los músicos demandan el mantenimiento de ciclos que se celebran en la calle como Distrito Sonoro o Emergentes», dice Cuenca.
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