Martes, 1 de noviembre 2022, 23:31
Julio Juste fue el 'notario estético' del más importante cambio generacional y de mentalidad en el arte español del siglo XX. Y todo ello, sin perder nunca su particularidad granadina. Aquí inició su andadura y aquí la finalizó, un aciago día de octubre de 2017. ... En breves fechas se cumplirán cinco años de un tránsito que tuvo lugar justo en la víspera de la inauguración de la que iba a ser una gran muestra retrospectiva, en el Palacio de los Condes de Gabia. El Instituto de América de Santa Fe, que dirige Juan Antonio Jiménez Villafranca, ha asumido con fuerza –y cariño– la tarea de poner en valor la obra de este creador granadino multidisciplinar, cuya concepción del arte se acerca, en cierta medida, a la de Mariano Fortuny. Ello es así porque Juste buscó en lo utilitario una forma de plasmar la belleza, sin dejar de lado, en su caso, un fuerte componente ideológico y vivencial.
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En 'La mesa de disección', la muestra que permanecerá abierta hasta finales de este mes de noviembre, se nos revela parte de la obra gráfica, seriada, múltiple y 'reproductible' (usando la grafía francesa) del genio granadino, en un marco temporal que va desde los convulsos años 70 hasta prácticamente la fecha de su muerte. El comisario de la muestra es Jaime García, y en ella se agrupan más de 120 obras, repartidas en tres salas o 'secciones', y con una vitrina–mesa de trabajo (o de disección), donde se observan creaciones tan emblemáticas como el cuaderno gráfico del Centro José Guerrero, artista, por cierto, a quien conoció en vida.
«En esta exposición está presente medio siglo de historia cultural y social, desde la lucha contra la dictadura hasta la generalización del arte digital. Desde la época gris del tardofranquismo hasta la explosión de color que supone la llegada de la democracia», destaca el director del Instituto de América. La Granada cultural que propició la transición estética estaba abanderada por personajes como Mateo Revilla –luego histórico director del Patronato de la Alhambra– o el exconcejal José Miguel Castillo Higueras, asesinado este mismo año, 'camarada' de Juste. Y en ese grupo, el artista interpretó un papel crucial.
Por sus manos pasaron los carteles del desaparecido Festival Internacional de Teatro, cada uno de ellos una oda a la alegría y una llamada a la participación desinhibida. Suyo fue el cartel de la cuadragésimo quinta edición de Festival Internacional de Música y Danza, dedicado a Falla, una obra absolutamente irrepetible por su proceso creativo, como destaca el comisario de la exposición. Suyo es el genial logotipo en forma de 'f' o 'clave' que representa al músico gaditano con apenas un trazo. Suyo fue el cartel de la celebración del Día de Mariana Pineda en 1983, y suyas fueron también las portadas de los primeros discos de 091, TNT o KGB. De estos últimos, fue incluso su representante.
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Julio Juste no fue solo un artista de élites, con todo, por más que se relacionara con los personajes de la Movida, como la cantante Alaska o el modisto Antonio Alvarado, y manifestara su conexión con artistas como Andy Warhol. También se sintió atraído por las manifestaciones 'de masas', como los toros –en una época en que estaban mucho más en boga–, el boxeo –le fascinó el personaje de Jorge Páez 'Maromero'–, El Hombre Enmascarado, Batman –antes de la eclosión actual– el simpático extraterrestre Alf o, en último término, el fútbol.
Como recuerda Jaime García, a principios de los 90 se fueron acabando los petardos de la fiesta de los 80, y después de los fastos, vino la resaca. Tocó reinventarse. Gira entonces la muestra hacia lo concreto, la letra, la forma, e incluso la recreación visual de iconos de los añorados años 70 y el ansia revolucionaria, encarnada en la imagen de Ernesto 'Che' Guevara, partícipe del 'Cuaderno de Cuba' en el que el artista mezcla lo popular –como la santería– con los símbolos.
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El Julio Juste que milimetraba sus creaciones tras comenzar sus estudios de Historia del Arte vuelve a lo geométrico en otras de sus obras, guiadas por la proporción áurea. Y los mitos van cambiando, sin perder de vista el compromiso social y su conexión cultural. A esta idea responde su serie dedicada a Pier Paolo Pasolini, una imagen que mira al visitante con un fondo ajedrezado o 'animal print' tras sus gafas oscuras.
La huella del artista se encuentra hoy en múltiples colecciones nacionales e internacionales. Desde lo más próximo –sus creaciones para el Archivo Manuel de Falla siguen usándose– hasta curiosas actuaciones como las realizadas sobre el número de la revista 'Interview' de Andy Warhol que dedicó su portada a una jovencísima Madonna, transformada por Juste en una 'technofan' madrileña con apenas unos trazos y, eso sí, altas dosis de color. Colores a veces teñidos de sufrimiento, como los que se manifiestan en la serie que alumbró para denunciar el appartheid, y en la que él mismo –hoy se consideraría apropiación cultural, y sería condenado– posó para una foto teñido de negro. Juste sigue dejando huella siempre.
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