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Uno de los graffitis en homenaje a Gata Cattana en la Avenida Juan Pablo II. ALFREDO AGUILAR
«Granada debería ponerle una calle a Ana»
Cultura

«Granada debería ponerle una calle a Ana»

Quienes convivieron en la ciudad con la poetisa Gata Cattana recuerdan la huella y el legado artístico que dejó tras su fallecimiento

Miércoles, 6 de marzo 2019, 13:44

El pasado 2 de marzo se cumplieron dos años del fallecimiento repentino de Ana Isabel García Llorente, conocida artísticamente como Gata Cattana o Ana Sforza, rapera y poetisa de conciencia social y feminista en pleno crecimiento hasta que un shock anafiláctico severo cortó de raíz su progresión con sólo veinticinco años. La cordobesa de Adamuz vivió en Granada durante los años en los que cursó la carrera de Ciencias Políticas, una etapa que acabó convirtiéndose en un punto de inflexión en su faceta artística.

Lo recuerdan, entre otros, sus amigos 'Joha' y Carlos Esteso, con quienes compartió su pasión por la música como vehículo para expresar sus ideas. «Éramos vecinos de terraza en Cartuja y nos escuchamos hasta que acabamos hablando. Era una mujer comprometida con su lucha, muy inteligente y leída, y un buen tiburón en un mar de tiburones como artista», describe Carlos, que terminó formando Gata Cattana junto a ella como DJ. Joha. Él también rapea y reconoce que al conocerla desconocía completamente que compartieran afición por las rimas. «Teníamos amigos en común e hicimos muy buenas migas. La música fue después. Ana era una persona con mucho poderío y carácter, con un humor muy recio. Una tía bastante inteligente que tenía claras muchas ideas. Me enseñó mucho sobre feminismo», la dibuja Joha, natural de Úbeda pero residente en Granada.

«Desde la primera vez que la escuché vi que podía llegar mucha gente más allá de los típicos cuatro raperos. Fue nutriéndose y haciendo su propia movida, con ritmos diferentes pero haciendo lo que quería hacer», continúa Joha. Carlos recuerda que también hubo tiempos difíciles. «Aquí en Granada también costó que diera conciertos, también la ningunearon de primeras sin escuchar ni lo que tenía que decir siquiera. Al principio actuábamos en casas okupas de gente que tenía algo de cultura musical», recuerda quien fue su DJ. «A sus primeros conciertos iban hippies y 'punkarras', ni los raperos iban», apoya Joha.

La muerte cogió a Ana con tan sólo 25 años, sin oportunidad de revolverse contra ella. «Estaba a punto de despegar como un cohete. Ana estaría en todos los festivales, sería esa única mujer que puede haber en cada uno», apunta la de Úbeda. «Llevaba una trayectoria intachable», confirma Carlos, quien asegura que «habría llegado a ser presidenta de la III República». «Vio que la línea oficial no funcionaba y pensó que tendría más fuerza por la parte artística, y lo consiguió. Acabó conociendo a bastantes políticos y sé de muchos que la escucharon y la seguirán escuchando», añade.

Ambos coinciden en que la ciudad debería tener un gesto hacia ella por su labor artística hacia Granada. «Deberían ponerle una calle porque ha dejado mucha huella, ha representado mucho a esta ciudad. Aquí vivió unos años muy intensos, Granada le dio mucho en cuanto a inspiración y gente», valora Joha. «Le hizo un gran favor a Granada representando una movida artística y poética que, y lo veo por estadísticas de las canciones, se ha extendido por todo el mundo hablando del Albaicín o del Sacromonte. Eso es valor cultural. A la niña deberían ponerle una calle, una plaza o una escultura», se suma Carlos.

Carlos Esteso y Joha, amigos de Gata Cattana, en el mirador de Carvajales. J. I. C.

Tanto Joha como Carlos, que siguió viviendo con Ana en Madrid hasta el último día, mantienen su recuerdo muy vivo en su día a día. «Vivimos juntos tres años y era como mi hermana pequeña, la tengo presente cada día cuando me levanto y cada noche al acostarme. Es un recuerdo agridulce que me viene en cualquier momento de soledad, de bajón», admite Carlos. «Siempre hablo de ella en presente porque es como si estuviese aquí. Me obliga a seguir haciendo música porque ella no puede hacerla ya. Hablaba tan premonitoriamente… la escuchas y te jode que se fuera», reconoce Joha, que no oculta que estuvieron «juntas en la mierda, muy unidas».

La otra pata de Gata Cattana como grupo era Aenege, también aficionado a la música rap que compartió con ella sus últimos años en Madrid. «Durante un tiempo me dediqué al 'slam poetry' de Granada y eso nos unió más todavía. Ana era una persona increíble. Podía ser sencilla, porque tenía un origen muy humilde, pasar incluso desapercibida, pero había leído mucho y era diferente, había viajado y estudiado. Era muy inteligente y viva», cuenta. «Descubrió el valor de la raíz andaluza y tenía mucho duende. Su arte llamaba mucho la atención. Tenía la calle y los libros, lo tenía todo. Quería ser escritora, y quizás hasta dedicarse a la política», proclama Aenege, convenido también de que habría sido presidenta de una III República.

Sergio Escribano, organizador del homenaje de 'slam poetry' que se le brindó hace un año en la Alhambra, resalta de Gata Cattana como artista «su capacidad para que la escuchasen». «Tenía un modo de expresarse muy especial, conseguía que se escuchase la poesía sobre cualquier cosa, sobre el arte escénico mismo. Era inteligente, clara y sin miedo. Le gustaba saber y compartir lo que sabía. Muchas veces es como si todavía viera todo lo que pasa», expresa Sergio.

Viva en las paredes

Además de los graffitis que la recuerdan en la Avenida Juan Pablo II junto a la Estación de Autobuses de Granada, otros artistas han decidido mantener vivo su legado con varios homenajes espontáneos por la vía del aerosol. Uno de ellos es Don Iwana, un ilustrador y escritor de graffiti especialmente sensibilizado con todo lo que Gata Cattana representó. «Siempre la vi como una poetisa dentro del rap igual que yo soy un ilustrador dentro del graffiti, éramos dos 'outsiders' con chuletas. Fuimos amigos en Madrid. Me trató como a un igual con todo lo que yo la admiraba», explica.

Don Iwana la ayudó con algunas ilustraciones para su poemario 'La escala de Mohs', ahora reeditado por la editorial Aguilar. «Ana es una de mis fuentes de esperanza, creo que todavía va a tener más impacto. Es una de mis fuentes de inspiración y quiero crear un icono de ella. Cada noche que salgo a pintar graffiti hago su nombre, tres o cuatro veces a la semana. Quien no la conoce aún se está perdiendo algo. Su mensaje merece la pena», insiste el ilustrador y escritor. Gata Cattana es eterna.

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