Blas Malo | Ingeniero y escritor
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Blas Malo | Ingeniero y escritor
«Granada ha maltratado su pasado romano»Del ingeniero y escritor de novela histórica Blas Malo Poyatos se ha hablado mucho en los últimos años. Su bilogía sobre Lope de Vega abrió las puertas a una nueva interpretación literaria del personaje, y descubrió a los lectores a otros grandes desconocidos, como Don ... Juan Manuel. Ahora, ha puesto los ojos en la Ilíberis romana para escribir la primera novela histórica ambientada en su periodo de máximo esplendor, 'El esclavo de los 32.000 denarios', publicada por La Esfera de los Libros.
–¿Cuál fue el origen de su interés por la Granada romana?
–La idea de escribir una novela ambientada en este periodo me surgió hace una década, cuando se descubrió la villa de los Mondragones. Algo que nadie o casi nadie sabía que estaba ahí. Estaba trabajando en Sevilla en ese momento, y mis compañeros y yo nos alegramos del hallazgo. La decepción vino cuando me enteré de que el Ayuntamiento de la época había decidido destruir buena parte del yacimiento para construir encima un aparcamiento, un gimnasio y un supermercado. Nunca comprendí esa decisión, ni sus motivos.
–Esta novela es una reacción, entonces, a este hecho.
–Así es. Me preguntaba cómo podía ser que Granada maltratara su pasado romano de esta manera tan inmisericorde. Ciertamente, cuando pensamos en esta ciudad nos acordamos de la Alhambra, pero Granada tiene mucho más, 3.000 años de historia, y el pasado romano ha sido despreciado. A partir de ahí, una situación profesional en la que me sentí prácticamente un esclavo me empujó a escribir una novela sobre otro, Criso, que es el protagonista de esta obra.
–En los últimos años, sin embargo, los descubrimientos sobre el pasado romano de Granada han sido muy importantes.
–Sin duda. Tanto la villa de los Vergeles como la de Salar, y los trabajos en los Mondragones, entre otros, están contribuyendo a mejorar la sensibilización del público en torno a los tesoros que tiene bajo el subsuelo.
–¿Cuáles han sido las fuentes a las que ha acudido?
–Sobre Ilíberis tenemos muy poco. Hay ensayos de la época de Gómez-Moreno, quien recopiló lo que se conocía hasta el momento. Sin embargo, es preciso destacar que entre los miles de habitantes de la zona, se han conservado apuntes biográficos de solo 52 –hay que tener en cuenta que estamos hablando de 1.800 años atrás–, pero sí tenemos claro que el siglo IIde nuestra era fue muy provechoso para la Bética, dado que llegaron fondos de Roma, a la que esta provincia dio dos emperadores, Trajano y Adriano. Por todas partes se alzaron templos, se usaron mármoles importados, y están apareciendo grandes construcciones de ese periodo. El hecho de que hubiera dos municipios romanos, Ilíberis e Ilurco, tan cercanos, cada uno con sus propias instituciones, es muy indicativo. De este modo, aunque no hay apenas rastro de Ilíberis, sí que tenemos noticias de ciudades similares, que han sustentado documentalmente el relato.
–La novela trata de rellenar, pues, los huecos de aquel periodo...
–Esa es la idea, porque lo poco que tenemos de la Granada romana está encerrado en los sótanos de un Museo Arqueológico que es una birria. Estamos esperando a que alguien le dé la prestancia que merece, como han hecho en Málaga, donde tienen un Museo de la Aduana estupendo. Entiendo que se dé preferencia al pasado árabe, pero, ¿y lo demás?
–Hay muchas presencias por estudiar, entonces...
–Desde luego. La bizantina, la visigoda... Nos damos cuenta que hay restos en el Albaicín, donde se asentó el municipio romano sobre una fortificación íbera, pero también de que la vega está plagada de villas romanas y quizá algunas posteriores. Los estudios sobre estas construcciones aparecen, curiosamente, inéditos, es decir, no se han divulgado.
–Existen varios conceptos claves en su obra. Uno, la prosperidad.
–Claro, la situación geográfica de Ilíberis la convirtió en un enclave fundamental, el aprovechamiento de sus recursos, incluyendo minas de oro, le otorgó una proyección increíble. Como novelista, he querido construir 'mi' Iliberis. No soy historiador, insisto, y por ello me he permitido el lujo de imaginar, eso sí, desde lo plausible. Es atrayente pensar que había monumentos, riqueza, prosperidad y conflictos, porque las familias se peleaban por el poder de ser duunviros. A partir de ahí, se crea, por ejemplo, una trama económica fechada en el imperio de Marco Aurelio.
–No sé si lo ha hecho con intención, pero hay perfiles de políticos perfectamente trasladables a nuestros días.
–Las pasiones humanas son las mismas, y quitando los avances tecnológicos y de comunicación, somos iguales. Con la novela he querido que el lector conozca su pasado y dé valor a lo que esta tierra representó.
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