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José Antonio Muñoz
Granada
Viernes, 30 de octubre 2020, 01:35
Un día, hace más de treinta años, un joven Fernando Marías caminaba por el centro de Madrid. En la calle Montera encontró un mendigo mayor, descuidado y que parecía desorientado. Le prestó la atención justa del caminante con prisas. Entró al metro. Y cuando ... llevaba unos minutos dentro, su mente le jugó la mala pasada de identificar en los rasgos del mendigo los de su tío, desaparecido durante la guerra civil. Bajó en la siguiente parada y volvió sobre sus pasos para buscarle. No le encontró. Retornó durante varios días más, sin resultado. La semilla de aquel desasosiego se plantó en su ser y dio origen a su ópera prima como novelista, 'La luz prodigiosa', que fabulaba sobre la posible segunda vida del más emblemático de los fusilados durante la guerra, el poeta granadino Federico García Lorca, enterrado quizá en una fosa común, y cuyo cadáver nunca se encontró.
Aquel original rodó durante un tiempo por varias editoriales hasta que ganó el Premio Ciudad de Barbastro y conoció su primera edición. Luego, Marías obtuvo el prestigioso Premio Nadal (en 2001, con 'El niño de los coroneles'), y publicó la historia en formato corto en 'Páginas ocultas de la historia', un volumen escrito a cuatro manos con Juan Bas, convertido en una serie de RTVE.
Ahora, aquella novela cumple 30 años, y acaba de ser reeditada en México por la prestigiosa editorial Fondo de Cultura Económica. Y 20 cumple el inicio de la producción de la película homónima, con guion del propio Marías y dirección del granadino Miguel Hermoso. Una película ya mítica, que ha quintuplicado su valor en el mercado de segunda mano, al igual que su banda sonora, compuesta por el maestro Ennio Morricone, reciente premio póstumo Princesa de Asturias y objeto de homenajes continuos tras fallecer ahora hace apenas cuatro meses.
Miguel Hermoso cuenta cómo se incorporó Morricone a la producción:«Una vez decidida la contratación de un actor italiano –Nino Manfredi– para interpretar a Lorca, entró en el proyecto la productora Surf Film, de ese mismo país, que una vez leyeron el guion propusieron aumentar su participación haciéndose cargo de la fotografía y el montaje. Yo acepté el montaje pero no la fotografía, que ya tenía diseñada. Como los italianos insistían en aumentar su responsabilidad presupuestaria, yo, medio en serio medio en broma, les sugerí que una figura mundial como Ennio Morricone compusiera la banda sonora».
Lo que empezó casi como una broma se volvió algo real: «Mi sorpresa fue que ellos tomaron la propuesta en serio y enviaron el guion al compositor, que una semana después se puso en contacto conmigo para decirme que le encantaba la historia y que estaba dispuesto a posponer otros trabajos para hacerse cargo de este».
El director granadino recuerda con cariño su labor con el maestro italiano: «Hubo una primera sesión de un par de días en los que Ennio y yo, en su casa de Roma, acordamos las líneas generales de la música. Ahí me enteré de que al contrario que en el sistema (habitual normalmente) que yo seguía siempre en mis películas, de exigir a mis músicos bocetos previos de los distintos bloques que yo prediseño antes del rodaje, Morricone nunca realizaba bocetos; no los había hecho –me dijo– con todos los grandes directores con los que había trabajado y no los iba a hacer ahora».
Era una condición 'sine qua non', pero la alternativa fue mucho mejor, ya que, como rememora Hermoso, «me presentó personalmente propuestas al piano en su casa y me dijo que, en todo caso, aceptaba sugerencias en cuanto a la duración, cadencia e incluso ritmo. Pero me dejó claro que él componía sus partituras a partir del visionado del montaje. Lo que sí admitía era que los directores estuvieran presentes durante la grabación de los bloques; y él me prometía aceptar mis sugerencias 'in situ'».
Al director le encantaron sus propuestas previas, y el trabajo se dividió en dos partes: primero, a lo largo de las tres semanas de preparación del rodaje, en que el cineasta granadino viajó a Roma en cuatro ocasiones «para escucharle interpretar personalmente en el piano de su bellísima casa sus distintas propuestas». Y después, durante la grabación en estudio, durante algo más de dos semanas: «Fiel a su promesa, aceptó hacer varios cambios en sus partituras que yo le pedía y que le veía rectificar sobre el papel». Un lujo.
La cantante portuguesa Dulce Pontes compartió con IDEAL los recuerdos de la grabación de 'Luz prodigiosa', la canción que aparecía en los títulos de crédito: «La letra es la de la 'Nana del caballo grande', que aparece en el segundo acto de 'Bodas de sangre' –y que también cantó Camarón en su día–. Recuerdo que fue muy intenso, porque compartía el sentimiento que ponía Lorca en todo lo que escribía. Me emocioné muchísimo». Luego, la canción se convirtió en imprescindible en el repertorio del compositor. Durante algunas giras, abrió con ella sus actuaciones, y en la última, fue el cierre y la incluyó en los bises. De hecho, siempre quedará como el último tema que el maestro interpretó en España.
«Normalmente, preparábamos los conciertos con su director ayudante, y él se incorporaba a última hora. Excepto con 'Luz prodigiosa'. Nunca dejó que nadie ensayara esa canción conmigo, solo la ensayaba él. Creo que para el maestro era muy especial», recuerda la cantante.
Curiosamente, Fernando Marías introdujo importantes diferencias entre la novela original y el guion: «Lo normal es que cuando un autor adapta su propia novela, busca que se parezca lo más posible a lo escrito, e incluso cuando a un espectador le ha gustado una novela y va al cine a ver la película subsiguiente, lo que quiere es que haya parecido entre ambas. Sin embargo, cuando me puse a trabajar con Miguel Hermoso en el guion, quisimos reinventar la historia. A partir de la base de ese Lorca que sobrevive a su propia muerte, vagando por Granada, partimos de cero, manteniendo solo algunos elementos de la novela. Me gustó mucho hacerlo así, porque me place la aventura». De este modo, quien quiera conocer esta apasionante elucubración tiene dos posibles lecturas, la de la novela y la de la película.
Las anécdotas en el rodaje, que se desarrolló en múltiples localizaciones granadinas y en la provincia de Madrid, fueron muchas. Miguel Hermoso alude a una «cierta dificultad» de entendimiento entre los dos protagonistas, Landa y Manfredi, «quizá comprensible al tratarse de dos 'monstruos sagrados'. Lo que tantas veces ha ocurrido en la historia del cine, no fue óbice para que hicieran perfectamente creíble una amistad y cariño por encima de los criterios socialmente usuales. En este sentido he de reconocer a la ayuda inestimable que me proporcionó la presencia entre ambos de Kiti Mánver».
Por otro lado, el director menciona «la valiosa colaboración de todos mis paisanos granadinos, no solo de las autoridades locales, sino de todos los ciudadanos que no pusieron nunca el menor inconveniente y aceptaron encantados las molestias que todo rodaje público conlleva», Con esa ayuda, suplió las dificultades ya tradicionales en el cine español:presupuestos limitados, la tarea de encontrar a un actor no fácilmente identificable y que hablara español –Sordi y Vallone estuvieron en el bombo–, la ambientación histórica... El resultado fue único: la película pasó por Venecia y Moscú –donde ganó el premio al mejor film–, fue nominada a los Goya y para siempre quedará su emocionante premisa argumental y su no menos emocionante música.
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