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El pianista y gestor cultural granadino Calio Alonso (Baza, 1985) se ha convertido con menos de 40 años en una de las figuras culturales claves ... del que ahora es su país de residencia, Costa Rica, uno de las más pujantes –y estables– naciones de Hispanoamérica. El granadino da así un paso más en una carrera en la que la música ha sido su único norte, desde que obtuviera el Título Superior de Piano y luego el Máster por el Conservatorio Superior del Liceo de Barcelona, la Licenciatura y Máster en Bellas Artes por la Universidad de Granada y el Máster en Gestión de Empresas e Instituciones Culturales por la Universidad de Barcelona.
Alonso había establecido su 'base de operaciones' en Costa Rica por una temporada, debido a la gran cantidad de compromisos profesionales que tenía en la zona. Se integró rápidamente en la comunidad cultural y española de San José, la capital, y en una recepción que tuvo lugar con ocasión de la visita del rey Felipe VI, algunos compatriotas le comentaron que su perfil era idóneo para poner en marcha diversos proyectos pendientes por parte del gobierno que preside Rodrigo Chaves. Tras un contacto inicial con la ministra de Cultura y Juventud, Nayuribe Guadamuz, le llegó la oferta para ser el director artístico de la Compañía Lírica Nacional de Costa Rica, creada hace 45 años.
«En Costa Rica hay una gran afición a la lírica desde hace mucho tiempo. De hecho, el Teatro Nacional cumple 127 años y se inauguró con una ópera. Como curiosidad, tengo que decir que se costeó con un impuesto especial del café. Es un teatro a la europea, hecho con materias procedentes del viejo continente, y se hizo con la idea de que acogiera representaciones líricas, aunque no tiene foso, por lo que cuando hay que hacer espectáculos con orquesta abajo se suprimen las primeras filas», comenta Alonso. En este coliseo es donde se realizan la mayoría de las representaciones, y con el andar del tiempo, la gran cantidad de propuestas y proyectos relacionados con lo lírico que llegaban al país aconsejaron la creación de un ente específico, el cual ahora dirige el pianista granadino. Fundamentalmente, según propia confesión, su trabajo se resume en dos palabras: «producir ópera». Paralelamente, en su tarea también se incluye promover la afición por la lírica y su interpretación, a través de clases magistrales y acciones divulgativas donde, en ocasiones, participan varios países.
Por poner un ejemplo, en 2025 se cumple el 175 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y Costa Rica, y con este motivo, se ha programado la representación de una zarzuela tras 40 años. Gracias a un acuerdo con el Teatro de la Zarzuela, llegará a San José una producción de 'El barberillo de Lavapiés' con Andrés Salado como director musical. También se representará ópera para niños con la puesta en escena de 'El gato con botas' de Montsalvatge.
Según afirma Alonso, Costa Rica es una referencia en Centroamérica en lo que a formación musical se refiere. La Universidad de Costa Rica tiene una escuela de música que aglutina estudiantado procedente de toda la región y el Caribe. «Desde la Compañía Lírica tenemos el objetivo de trabajar muy directamente con las instituciones formativas apoyando a los artistas emergentes, otorgándoles un hueco en las producciones que llevamos adelante», comenta el director. A la oferta de la Compañía se une la completa programación de la Orquesta Nacional y el Coro Sinfónico, y la Dirección General de Bandas, con 180 años a sus espaldas y que reúne a diversas formaciones repartidas por las provincias del país, llamadas 'Embajadores de la Alegría'. Hay una demanda de música muy importante, según ha podido constatar tras el éxito cosechado por una producción de 'La flauta mágica' «realizada en cuatro meses desde cero», asegura, que agotó las cuatro funciones programadas en diez días, obligando a prorrogar dos más, agotadas muy rápidamente también.
Para las producciones pendientes –tres grandes montajes escénicos, una ópera de cámara, proyecciones del Teatro Real, recitales con estrellas como Joyce DiDonato...– que va a suponer una revolución en el panorama artístico costarricense, el granadino cuenta con un equipo humano que incluye a profesionales del Teatro Nacional y del Teatro Melico Salazar. «Es un reto producir en Costa Rica porque las estructuras organizativas están creciendo, pero existe talento y la mejor voluntad», comenta. Alonso está buscando sinergias con artistas plásticos locales, como la casi centenaria Lola Fernández, que están desarrollando proyectos conjuntos a la hora, por ejemplo, de ofrecer imagen a los montajes que se desarrollan.
Como gestor, lo que más le asusta es que los recursos para producir se le queden cortos, y lo que más le ilusiona, facilitar que ese deseo de cultura que existe en el país cristalice. Así, para asistir a la primera función didáctica de ópera jamás programada se inscribieron más de 3.000 personas, y algunas vinieron de diversos rincones del país tomando autobuses que salían a las dos de la madrugada. En este último año, «triplicando las horas», Alonso organizó la gira de Eschenbach con la Sinfónica de RTVE y la de la Coral Nacional Simón Bolívar de Venezuela, ha sido jurado en diversos concursos de piano y no ha dejado de lado las 88 teclas, ya que ha ofrecido casi una treintena de conciertos. Para muchos, quizá sería demasiado. El granadino ama la vida, pero también tiene clara su vocación. Y ese es el motor que sigue gobernando su singladura.
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