Rafael introduce en el horno de la panadería La Conchi, en calle Molinos, un par de páginas de su cómic. PEPE MARÍN

El granadino que hace tebeos como panes

Rafael Peinado trabaja en La Conchi, en el Realejo, y tiene «un talento natural» para el cómic. Uno de sus clientes, el ganador del Eisner Gabriel H. Walta, le animó a perseguir el sueño

Domingo, 10 de marzo 2024, 23:53

A las seis de la mañana, los sueños se desmigajan como los restos de la goma en el papel. Rafael está acostumbrado. Algunos días, incluso, se levanta antes de que suene el despertador. En cuestión de veinte minutos llega al número catorce de la calle ... Molinos y sube la persiana de la Panadería Conchi, uno de los templos apócrifos del Realejo. «Amasar el pan es un arte», sonríe. Cuando los vecinos toman la calle, el aroma del horno se expande por el barrio como una bomba nuclear. «Ponme dos barras, Rafael». «¿Te quedan salaíllas, Rafael?». «Anda, échame unas flores de pistacho para la merienda, Rafael»... El panadero vuelve a casa por la tarde y, mientras su hija Marina hace los deberes, él retoma el sueño y dibuja una viñeta más.

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Rafael Peinado Paradas (Granada, 1987) es panadero y dibuja de dulce. «Me gusta desde siempre. En el cole era el típico chaval al que le pedían 'hazme un Goku' y yo, encantado. Me encanta dibujar, sí. Y parece que dicen que no lo hago mal». Rafael entró en la panadería hace 16 años, de pura casualidad. «Una amiga peluquera me lo propuso. Yo venía de trabajar en la obra: fontanero y albañil. Y también ayudaba a montar cocinas y algo de carpintería. Lo de la panadería fue un cambio grande... Pero vamos, que llevo trabajando desde los 14 años, como el que dice».

Rafael, con algunos de sus dibujos en la panaderia La Conchi. P. M.

Dibujar era una vía de escape, un entretenimiento que le había acompañado sin más pretensiones desde chico. Hasta una mañana, mientras despachaba el pan, entró uno de los clientes habituales: Gabriel. «Venía con las niñas y me cayó bien desde el principio, pese a que no sabía quién era». Ese Gabriel era Gabriel H. Walta, autor de 'La Visión', 'Sentient', 'El bosque de los suicidas', 'Carretera Fantasma', 'Hellboy'... y ganador del premio Eisner, el mayor reconocimiento internacional para los autores de cómic. «¡No sabía que era dibujante!», ríe Rafael. El caso es que alguien le contó a Walta que su panadero dibujaba «bastante bien» y un día le pidió que le enseñara algo. Rafael le enseñó unas cuantas páginas de 'La muerte blanca', un cómic sobre un cazador hambriento que persigue a una presa por el monte.

«Tiene un talento natural para contar historias con viñetas –asegura Walta, tras recordar la primera vez que se vieron–. Eso no se puede enseñar». Rafael se interesó por encontrar a alguien que le ayudara a mejorar sus habilidades con el dibujo y Walta le recomendó a David Conde, el maestro de maestros.

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Algunos dibujos de Rafael Peinado.

El maestro

Rafael Peinado estuvo algo más de un año asistiendo al taller de Conde. «Era fantástico: clases reducidas, súper pendiente de ti... Así se aprende mucho». Por aquel entonces, Rafael decidió retomar 'La muerte blanca' desde el principio. «Empecé de nuevo, a gran formato y con acuarelas, aplicando lo que iba aprendiendo con Conde. Le iba llevando las páginas y él me corregía y me daba ideas». Y así, de tarde en tarde, ya van por la página 18 de un cómic que sigue creciendo poco a poco, como una bandeja de bollos en el horno de la panadería. «Quería hacer 24 páginas, pero ya tengo planificadas 30 y me parece que será algo más», ríe. «Me gustaría hacerlo bien, aunque vaya lento».

P. M.

'La muerte blanca' bebe mucho de su pasión por la fantasía. «En la panadería no suelo sacar tiempo para dibujar, pero a veces, en algún hueco, si leo unas páginas de algún libro. Ahora estoy con 'La rueda del tiempo', de Robert Jordan». Además, le encanta el anime, desde 'Evangelion' hasta 'Berserk'. «De niño disfrutaba mucho con 'Bola de dragón' y con los tebeos de Mortadelo o Superlópez, que los exprimía». Más allá de las láminas del cómic, Rafael porta varias libretas de bocetos y láminas de ilustraciones con personajes de videojuegos como 'StarCraft' y acuarelas del Capitán América y Lobezno, entre otros.

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«Pasé un tiempo sin dibujar», dice, repasando los años en los que, todavía siendo un chaval, empezó a trabajar. «Lo fui dejando poco a poco hasta que lo recuperé hace unos años. Y cómo me alegro». ¿El sueño? «Me encantaría publicar, claro. Pero no sé... para mí es un hobby, un interés que he tenido siempre. Si llega a algo más, sería maravilloso. Como decía, hacer pan también es un arte», sonríe. A su lado está Dani Domínguez, con el que curra todos los días en la Conchi. «Dani es futbolista, en Cenes». Rafael y Dani se sacuden las manos en el mandil y siguen con la jornada. Queda mucho pan por delante. Y muchos sueños.

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