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La clausura del Festival Internacional de la Guitarra tuvo en esta edición unos protagonistas de peso. En la voz, el actor Alberto San Juan, una de las voces más conocidas de la escena española, miembro histórico de Animalario y parte de una generación tan poética ... como políticamente identificable, y muy inteligente. Y en la guitarra, Fernando Egozcue, argentino nieto de vascos, compositor e instrumentista de amplia trayectoria. Diez años llevan pisando tablas juntos, y se nota, porque la complicidad es manifiesta. Juntos presentaron su propuesta 'Amor'.
La primera buena noticia que supuso el recital de anoche fue la meteorológica. Qué mágica brisa para disfrutar en el Palacio de los Córdova, que seguro ambos, de negro riguroso y San Juan con chaqueta, agradecieron. Comenzó la velada con una composición propia de Egozcue, 'Enredadera'. Entró rápido y fuerte en harina San Juan, introduciendo a la figura de Lorca con suma propiedad y recitando el romance de 'La casada infiel', con el punto justo de picardía y grandes dosis de pasión, paseándose entre el público a media luz, como en los buenos tangos, ya que el poema tiene mucho de lucha en la que ella acaba llena de arena y él con el corazón más afectado de lo que pensaba. La picardía continuó con ese 'Se dice' de Concha Piquer, cantado-recitado-susurrado con descaro de chotis por San Juan, cuya no completa afinación se perdona porque provoca la sonrisa cómplice. Anoche fue una noche para la música, pero también para la palabra. Por ello, declaraciones como «Quiero amar con libertad porque nací mujer» sonaron tan limpias.
Tras la enésima afinación de la guitarra por culpa del calor, Egozcue volvió los dedos a su tierra natal para interpretar 'La última curda' de Aníbal Troilo, obviamente con cierto toque canalla. Y continuaron ambos con una simpática canción en la que cualquiera que haya sido padre o madre se vio identificado, en torno a niños con insomnio que lo provocan, a su vez, en sus progenitores.
Tras una igualmente simpática referencia a Cantinflas –aquello de «antes estábamos bien y era mentira; ahora estamos mal y es verdad, por lo que estamos mejor»–, cantaron a la dura vida del pluriempleado que de repente se ve en la calle, antes de que Egozcue interpretará la muy bella 'Lágrimas de cera', que compusiera para el disco que compartió con Ara Malikian, 'Lejos', (2007), para muchos, el mejor que ha grabado el violinista de origen armenio.
Ambos dedicaron la parte central del espectáculo a palabras de hondo calado. Las primeras, las del poema de Ángela Figuera 'No quiero', una declaración de intenciones en pos de un mundo sin desigualdad, pobreza, ni miedo. Y a continuación, un durísimo grupo de poemas pertenecientes a la obra 'La casa de la llave' de Mada Alderete, con la guitarra sonando a cantautor primero y a desesperación después, e historias que cuentan una realidad que se produce demasiadas veces tras las puertas. Finalmente, San Juan tomó la palabra mientras Egozcue interpretaba muy intencionadamente 'Libertango' para hacer una vivisección de la sociedad en la que vivimos tomando prestados los versos de Juan Bofill, contenidas en su obra 'Antinaufragios'. Los versos de 'No decía palabras' y 'Si el hombre pudiera decir lo que ama' de Cernuda callaron incluso a las cigarras en una noche de verdad.
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