«Me gusta encontrar conexiones en la música a través de sus portadas y discos»

–¿Cómo se le ocurrió la idea?

–Pues la inspiración me pilló en este caso... confinado. ¡Cómo no! Pasé mucho tiempo libre escuchando discos y 'viajando' por Google Maps. Me acerqué por curiosidad hacia un par de localizaciones de portadas famosas. Viendo cómo eran ahora aquellos lugares, me picó el gusanillo y decidí buscar más. Con cada sitio que encontraba solía descubrir alguna historia detrás de cada portada y así es como fui recopilando mis favoritas. Para documentarme mejor intenté buscar información de todo tipo, entrevistas, biografías, reportajes, pero al no encontrar ningún libro específico sobre esto, decidí crearlo yo cuando vi que ya llevaba casi un centenar de referencias ubicadas y mucho tiempo libre por delante.

–¿Cuál ha sido la más difícil y la más fácil?

–Supongo que huelga decir que la más fácil ha debido ser la de Abbey Road. Es la típica portada cuya ubicación es conocida por casi todo el mundo, sea fan de los Beatles o no, aunque no todo el mundo conoce los detalles detrás de esa magnífica cubierta. Tampoco me costó mucho ubicar la portada del debut de Mazzy Star, pues muestra la Casa Tassel de Victor Horta, una de mis obras arquitectónicas favoritas de cuando estudié el movimiento modernista en la facultad de Arquitectura. Por otro lado hay otros álbumes que se han hecho más de rogar. Con el de Arcade Fire, por ejemplo, solo sabía en qué población estaba la casa de The Suburbs, me llevó varias tardes dando vueltas por sus calles hasta encontrar aquella casa. Otros como los dos primeros discos de los Love fueron algo complicados debido a la cantidad de mitos y bulos que hay en torno a la banda de Arthur Lee.

–El libro es un homenaje a la música, a su historia…

–Sí, también es un medio para que cada uno pueda hacer su pequeño homenaje particular a su música favorita, visitando aquellos sitios y reencontrándose con la imagen que tantas veces le ha acompañado en sus escuchas.

–Pero sobre todo al arte visual que le acompaña…

–Por supuesto, soy un gran entusiasta del diseño y la fotografía, casi tanto como de la música. Me encantan las portadas del sello de jazz Blue Note, las creaciones del colectivo Hipgnosis, los diseños para Factory y la Haçienda de Peter Saville… Y por supuesto me gusta encontrar conexiones en la música a través de sus portadas y diseños. Para mí es casi imposible visualizar la música de Joy Division de una forma que no sea en blanco y negro, por ejemplo. Cuando asociamos una imagen a un disco, queremos poder traspasarla, adentrarnos en ella, así como quisiéramos poder oír más canciones de esos artistas.

–¿Hemos perdido con la digitalización el placer visual, evocativo y emocional de esas imágenes?

–Las imágenes no se han perdido, la música sigue teniendo una 'imagen de portada' asociada, pero el medio y el formato cambia, y la industria por tanto también. No es lo mismo darle una imagen a un LP de vinilo de 12 pulgadas, que la foto en miniatura que puedas encontrar cuando escuches o descargues tu música en tu móvil a través de spotify o itunes. Por no hablar de que antes las casas discográficas invertían unas cantidades de dinero ahora impensables en intentar contar desde una portada –y con imágenes– cómo podía sonar ese disco, ya que no podías escucharlo antes de comprarlo. Hoy en día esa problemática ya no existe, al igual que ha cambiado por completo la situación de las discográficas.

–Lo que para algunos es solo una foto en cartón, para otros puede ser un viaje ¿no? ¿Es su caso?

–Yo creo que la experiencia completa de escuchar un disco como obra de arte puede ser similar a hacer un viaje y a veces en nuestra cabeza queda inmortalizado esas imágenes de las portadas, como aquellas polaroids que sacamos en otros viajes.

–¿Va a montar una agencia de viajes, no sé 'Vinilos Tour'? Porque casi parece una guía turística...

–A efectos prácticos lo es. Una guía en toda regla, al menos ha sido así concebida de forma intencionada: Una guía por las ubicaciones de las portadas de discos. Hay una ficha técnica con los detalles del álbum, la localización y dirección completa de cada lugar, un mapa, fotografías, y como toda buena guía, las historias y anécdotas que hacen que el viaje merezca la pena y que se aprendan y conozcan cosas nuevas.

–En este trasiego por el mundo ¿se ha encontrado con panoramas muy cambiados, árboles crecidos, edificios derribados...?

–Claro, todas esas cosas que mencionas han ocurrido a algunos de los discos, supongo que es inevitable. La señal de neón de la cubierta del Automatic de REM se la llevó un huracán el mismo año que la sacaron en portada. La casa de Eminem ardió y el árbol del Joshua Tree de U2 murió de viejo con doscientos años y se desplomó en mitad del desierto californiano, hay una placa junto a sus restos. Aunque la mayoría de ellos se conservan francamente bien y dan lugar a que los fans hagan recreaciones de la imagen de sus ídolos.

–En muchos casos, las imágenes no son casuales, guardan una suculenta historia, ¡algunas le han llevado varias páginas! 

–Sí, parte del proceso de selección de las 100 portadas era, aparte de su importancia musical, que albergaran una buena historia detrás, que pudiera resultar interesante para los fans y que pudiera dar un nuevo punto de vista a la grabación, de ahí viene el juego de palabras del título (Historias en-cubiertas).

–Para usted que es diseñador imagino que el formato cuadrado no debe ser casual ¿le hubiera gustado hacerlo en tamaño LP?

–(risas) Todavía recuerdo las risas cuando me llamaron de la imprenta revisando todos los detalles para asegurarse: «Pero vamos a ver, ¿21x21 centímetros? ¿256 páginas? ¿tapa dura? ¿Pero esto no iba a ser una guía de viaje?» El formato cuadrado para mí era indiscutible en este libro, pero el tamaño de un LP no es práctico para hojear más de 250 páginas y leer con comodidad, así que quise concebirlo algo más pequeño.

–Ha inaugurado una idea… y las portadas son infinitas… ¿Habrá próximas entregas? ¿O temáticas, música española etc?…

–Puede ser. La verdad es que este es el fruto de una larga cuarentena, y no me gustaría tener que pasar por otra, pero sí sería genial encontrar otras 100 historias con las que hacer una segunda parte de este libro.