La habitación de Granada donde 'duerme' José Guerrero
Patrimonio artístico ·
IDEAL entra en la 'cámara acorazada' donde se conserva la valiosa Colección Guerrero, sesenta obras que resumen la trayectoria artística del afamado pintor granadino
Patrimonio artístico ·
IDEAL entra en la 'cámara acorazada' donde se conserva la valiosa Colección Guerrero, sesenta obras que resumen la trayectoria artística del afamado pintor granadinoJosé Guerrero, uno de los artistas granadinos más importantes de todos los tiempos, produjo unas 1.500 obras a lo largo de sus cuarenta años de trayectoria. Creaciones repartidas por todo el mundo. Por Nueva York, por París, por Madrid... y también por Granada. Aquí, ... en un almacén de unos sesenta metros cuadrados situado en algún lugar de la capital, se guardan con máximo celo los cuarenta lienzos y las veinte pinturas sobre papel que conforman la colección del Centro José Guerrero, dependiente de la Diputación de Granada. Una cuidada selección que refleja las distintas etapas de Guerrero y que nutre las exposiciones que se realizan en el emblemático edificio de la calle Oficios –al menos todos los años se programa una monográfica–. También son cedidas eventualmente a instituciones de dentro y fuera de España.
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Un verdadero tesoro que, como tal, se preserva en una especie de 'cámara acorazada' en la que este periódico ha tenido la oportunidad de entrar. El cubículo, pintado de blanco, mantiene unas condiciones constantes de temperatura, en torno a veinte grados, y de humedad relativa, cincuenta por ciento. Al permanecer herméticamente cerrado, la incidencia de luz directa no es ningún problema. Cada uno de los guerreros, algunos muy pesados y de dimensiones considerables, se ubican en grandes 'peines' articulados con ruedas que se pliegan y se despliegan en función de las necesidades. Todas las obras están envueltas en tisú, un material con el aspecto de una tela muy fina con una porosidad que garantiza la transpiración para evitar condensaciones y proteger al mismo tiempo del polvo y otros posibles depósitos.
El transporte se realiza en cajas de madera confeccionadas a medida y dotadas con asas para facilitar la sujeción. El interior está acolchado para que las tablas queden perfectamente sujetas y no se produzca ningún movimiento que pueda causar daños.
«Con todo ello –explica Francisco Baena, director del Centro José Guerrero– logramos un perfecto mantenimiento, aunque todos los años se realizan inspecciones de cada una de las piezas, aprovechando cuando van a ser mostradas en público». «Más allá de alguna intervención puntual, no se hace necesaria una labor constante de restauración», aclara. Entre 1998 y 1999, un año antes de que se inaugurara el Centro José Guerrero, los técnicos del Museo Reina Sofía ya realizaron un pormenorizado trabajo de revisión y aplicaron las medidas correctoras oportunas. En este punto conviene aclarar que el Centro José Guerrero actúa como depositario, ya que todos los fondos son propiedad de la familia, con la que la Diputación de Granada firmó en su día un contrato de comodato que se renueva cada diez años –la última vez fue en 2015–.
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Pero el Centro José Guerrero no solo maneja lo suyo, sino que también expone préstamos de terceros. Ahora mismo se pueden ver, por ejemplo, 'Red palpitations' y un collage sin título, dos maravillas que son propiedad de la familia Guerrero. La logística no es sencilla. Lo normal es que todo el proceso esté supervisado por un 'curier', un mensajero que controla todo el acarreo, desde el origen hasta el destino. La obra permanece entre veinticuatro y setenta y dos horas dentro de su arca para aclimatarse. Posteriormente, este operario supervisa que todo el proceso de manipulación y colocación se realiza con los máximos estándares de calidad. Cualquier fallo es corregido. Finalmente, si todo está en orden, ambas partes rubrican un documento de conformidad que conlleva el compromiso de que se hagan exámenes periódicos para comprobar que no se produce ningún tipo de anomalía.
Y es que las tareas de conservación son tanto o más importantes durante los periodos de exhibición, cuando cientos y cientos de personas pasan todos los días por delante de los cuadros de Guerrero para observarlos y disfrutarlos. A primera hora de la mañana y a primera hora de la tarde, una operaria comprueba con un termohigrómetro que las condiciones ambientales son óptimas. Las salas disponen también de unos sensores.
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¿Qué puede suceder sin los valores están desequilibrados? ¿Si hace más frío o más calor del aconsejado, por ejemplo? Cabe la posibilidad de que la capa pictórica sufra craqueladuras o desprendimientos.La incidencia lumínica se mide con luxómetros. La luz es un agente que puede degradar las tintas chinas. También las fotografías.
Además, hay que estar muy atentos a la acción de los espectadores. «La gente sabe que no se puede tocar», dice Francisco Baena, «pero siempre hay que controlar». De ello se encargan los guardias jurados.Todo lo que sucede queda registrado en cámaras de vídeo vigilancia repartidas por todas las instalaciones. «Cuando se realizan actividades o cuando hay una obra especialmente sensible, colocamos catenarias delimitadoras que tienen más bien una función disuasoria», explica Baena.
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La biografía de José Guerrero (Granada,1914-Barcelona, 1991) estuvo estrechamente ligada a su obra, determinada desde sus comienzos por la búsqueda de nuevos horizontes creativos que lo alejaran de la asfixia que le causaba la España de posguerra. Tras la Guerra Civil reanudó su educación estética, que se había iniciado en Granada, en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, hasta que en la década de los cuarenta del siglo XX, en un panorama cultural arrasado, llegó a París gracias a una beca de estudios. Allí pudo conocer en vivo la obra de los vanguardistas históricos y la Escuela de París.
Su descubrimiento le provocó una conmoción, que lo llevó a la determinación de ir en busca de la modernidad, en una vida ambulante por varios países europeos que culminó tras establecerse en Nueva York con Roxanne Whittier Pollock. Allí comenzó a crear sus primeros cuadros rigurosamente abstractos, con formas entre biomórficas y sígnicas, y entró en contacto con los galeristas y pintores más destacados e influyentes de la que se había erigido en capital del arte contemporáneo, así como con intelectuales españoles en el exilio.
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Las sesenta obras que componen la Colección Guerrero, dependiente del Centro José Guerrero, recorren todas las etapas artísticas del pintor granadino. Hay cuatro de su época figurativa, entre los años cuarenta y cincuenta. Entre ellas, el autorretrato que se puede ver en la fotografía principal que ilustra este reportaje, datado en el año 1950.
Además, hay piezas correspondientes al resto de periodos creativos de Guerrero: abstracción biomórfica, expresionismo abstracto 'pleno' –Guerrero lo vendió casi todo en esta época–, expresionismo abstracto 'remansado' –entre ellos 'La brecha de Víznar–, fosforescencias y campos de color.
Todas las pinturas se pueden ver en las exposiciones que organiza el Centro Guerrero de Granada. Al menos una de ellas está dedicada a José Guerrero y ocupa las tres plantas del edificio.
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