Granada es la conexión. Y es buena, con mucha cobertura, fibra que viaja a toda velocidad en las dos direcciones. De banda a banda. Lo curioso es que ahora, precisamente ahora, en la era de lo fugaz, lo inmediato, lo pasajero, Internet es también el prólogo de historias infinitas protagonizadas por gente corriente, como usted y como yo. Granadinos que, quizás, ni siquiera celebren el día de los enamorados, pero que se saben dentro de una romántica normalidad. Historias que comenzaron en chats, webs de citas, messengers, blogs y redes sociales. Tecleos, mensajes y me gustas que terminaron, en todos los casos, con un presencial, físico y auténtico «te quiero».
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Seis historias en las que hay parejas recientes, recién casados, embarazos que están por terminar, bebés que acaban de nacer, hijos que ya juegan a la Nintendo e hijas que se abren paso en la Universidad. Seis historias de amor, de verdad.
Pablo García y Ana Pelegrina | Investigadores UGR
2010. Pablo García (Granada, 1982) se despertó a las seis de la mañana para ver el final de 'Perdidos', como media España. Tenía puesto Twitter a la vez, venga a darle a F5, para ver qué decía la gente. Entonces apareció ella, Ana Belén (Granada, 1982): «Viendo el final», tuiteó. Ambos trabajaban en el mismo edificio de la Facultad de Informática, en la UGR, pero no se conocían. Bueno, puede que de vista sí. Unas semanas atrás, Ana empezó a seguir a Pablo por Twitter y Pablo, «como haría cualquier chico al que empieza a seguirle una chica», le hizo 'follow back'. Aquella mañana ambos entraron a la Facultad con ganas de comentar lo que había pasado con Jack y el resto de los pasajeros del Oceanic 815. Pero nada, ninguno de sus compañeros había visto el final de la serie. Resultó que aquello de media España era una exageración.
Y en esas estaban, cada uno en una punta de la cafetería, cuando Pablo vio a Ana perdida entre cafés, tostadas y batidos de chocolate. «Me acerqué y le dije, perdona, he leído en Twitter que has visto el final de 'Perdidos', ¿te vienes a desayunar y hablamos del capítulo?», le propuso. Desayunaron juntos y charlaron de sus series favoritas. Y, al día siguiente, repitieron. Y al siguiente. Y al siguiente... Y hace dos años se casaron. «Ahora vemos todas las series juntos», termina Ana, como media España.
Álvaro Castellón y Elizabeth Castro | Informático y Coordinadora de ocio
2006. Un nuevo '¡clín!' sonó y en la pantalla de Elizabeth Castro (Granada, 1986) apareció un tipo que vestía una gorra para atrás, ponía cara de payaso y tenía pinta de gamberro. «Yo no sé por qué, pero le agregué», recuerda ella. El '¡clín!' lo mandaba Álvaro Castellón (Granada, 1986) a través de una página web: genteya.com. «Había fotos de chicos y chicas y te daban una puntuación, con su ranking semanal y todo. Los dos estábamos en la página», recuerda él. La web ofrecía la posibilidad de enviar una petición especial, un ¡clín! para que la otra persona te diera su Messenger (niños, el Messenger fue, digamos, el Whatsapp de esta generación).
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Pese a la foto, estuvieron charlando durante varios días; sin parar. Y, al poco, decidieron aprovechar que cada uno había quedado con sus respectivas pandillas para verse en persona, en Plaza Einstein. Allí, colorados por la novedad, descubrieron que tenían amigos en común y que a los dos les apetecía ir juntos al cine. «¿Mañana?», dijo él. «Mañana», dijo ella. Al final de la película, quién sabe por qué, se dieron un beso. «Un beso romántico». El año pasado se casaron y, en mayo, ¡clín!, nace el pequeño Álvaro.
Manuel Martín y Cristina Granados | Desarrollador en UK y Educadora infantil
2007. El Evento Blog España (EBE) de Sevilla vivía su momento álgido. Blogueros de todas partes se juntaban para compartir proyectos e iniciativas sociales nacidas en la Red. Manuel Martín (Granada, 1986) presentaba 'Granada People' en una conferencia en la que no cabía un alfiler. Cristina Granados (Granada, 1987), de hecho, llegó tarde y se la perdió. Ella escribía con su tío un blog de humor y estaba interesada en contactar con la gente de 'Granada People' para trabajar juntos. «Toma, una tarjeta», le dijo Manuel, cuando se cruzaron en los pasillos. «Gracias», respondió ella.
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Luego se siguieron por Twitter y se hicieron gracia. Después, claro, llegó el Messenger (sí, niños, en aquella época cambiarse el Messenger era como recibir un privado por Instagram: buena señal) y descubrieron que a ambos les gustaba mucho la fotografía, así que se metieron juntos en el grupo de Flicker Granada (una red social especializada en fotografía) y quedaban para hacer fotos con otra gente. Seis meses después, surgió el amor. Llevan doce años juntos, han vivido siete en Inglaterra, se han casado, han adoptado un perro y en marzo nace Ángel. «Queríamos un nombre que se pudiera pronunciar en inglés».
Rubén Yélamos y Alicia Fernández | Técnico instalador y Educadora social
2014. Cogidos de la mano en un hermoso mirador observan la noche granadina y recuerdan el principio. Rubén Yélamos (Almería, 1990) buscó en Badoo a una chica que compartiera su afición por el senderismo y la montaña. Alicia Fernández (Granada, 1984) estaba acostumbrada a recibir mensajes del más variado pelaje en la plataforma, así que cuando leyó el de Rubén se quedó impresionada: «Eran treinta líneas de texto bien escrito. Se lo había currado y me captó la atención», ríe. Como no coincidían por horarios, se dejaban mensajes, ella los escribía de día y él, de noche.
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Un domingo, Rubén le propuso a Alicia hacer una ruta de senderismo con un grupo de Geokeda (una red social para encontrar amigos con aficiones similares) y allí, por fin, se conocieron en persona. Luego ella le propuso participar en una recogida de alimentos para una ONG. Y, finalmente, empezaron a quedar para ir a miradores, donde se cogieron de la mano para siempre. Hace tres semanas nació su hija. «Se llama Luna –dice Alicia, muy sonriente– por hacerle un guiño a aquellas noches de mirador».
Luis Llamas y Loli Ávila | Diseñador gráfico y administrativa
2007. Luis Llamas (Soria, 1977) llegó a Granada por culpa de Internet. Un día le picó la curiosidad del Meetic y decidió registrarse. El interés le duró media hora, lo que tardó en ver que lo que había allí dentro era «mentira». 48 horas antes de que caducara su suscripción de un mes, volvió a entrar para cerrar la cuenta, pero esta vez, en la pantalla de inicio, apareció ella. A Loli Ávila (Granada, 1979) le llegó el mensaje del soriano y decidió responder. Hablaron durante horas y, al fin, se intercambiaron los messengers (¿veis, niños?). «¿Por qué no te vienes a Soria de visita?», le dijo él, unos meses más tarde. Ella se buscó una compinche que la acompañara y se fueron juntas a casa de Luis. «Lo pasamos muy bien y su familia me trató genial. A la semana siguiente volví a subir», recuerda ella.
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El 17 de diciembre de 2008, Luis celebró su cumpleaños en Soria. El 18, bajó a Granada y se quedó para siempre. En 2010 se casaron, en 2011 nació Lara y, en 2014, Ángel. «Al principio –explica Loli– decía que nos habíamos conocido por Granada pero, con el tiempo, conté la verdad. Mi madre siempre valoró mucho lo que hizo él: aquí no tenía a nadie y lo dejó todo para bajarse». «Nunca sabes dónde va a estar el amor de tu vida», aclara Luis, muy contento con su vida granadina. «Además –termina ella–, a lo mejor nos conocemos en un pub y no te fijas. La chispa fue la cantidad de veces que hablamos, las horas que pasamos tecleando...».
Mario Martín y Chari Román | Actor, cocinero, marino y filólogo; Enfermera y profesora UGR
2007. Cuando Chari Román (Granada, 1970) adoptó a su hija Teresa Shia le cambió el horario: a las 20.00 horas tocaba acostar a la niña y conectarse a Internet, a charlar. En match.com solía fijarse en algo que siempre le había gustado: hombres calvos. Entonces encontró a Mario Martín (Bilbao, 1970) y leyó su perfil con atención: su película favorita era 'Lo que el viento se llevó', decía que era sensible, aunque sabía que eso no se llevaba, y que le encantaba la cocina. Ella le mandó un mensaje: «He conocido al hombre perfecto pero es imposible porque vive a 900 kilómetros». Unos segundos más tarde llegó la respuesta: «No, son 848».
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Mario trabajaba en el Archivo Histórico Eclesiástico de Castro Urdiales, «un trabajo precioso para un filólogo». Pero el día que surgió la oportunidad de bajar a Granada para vivir con Chari, no tuvo duda. «Mi vida fue a muy mejor». El viaje no había hecho más que empezar: Chari llevaba años gestionando la adopción de su segunda hija, también en China. Así que, al poco de llegar a Granada, Mario, Chari y la pequeña Teresa se fueron a por Eva Rushi. Se casaron en 2008 y, en cuanto pudo, Mario adoptó a las niñas.
«Somos como los de la serie 'Allí abajo', un cocinero vasco y una enfermera andaluza», bromean mientras sujetan una foto de su familia. Teresa ya va a la Universidad y Eva tiene 13 años. Mario ahora también trabaja como actor y Chari, orgullosa, suspira al mirar a su alrededor: «Estoy feliz».
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