El 'hombre tambor' que suena en Granada
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El granadino Tomás Medina emplea todas las partes de su cuerpo para hacer percusión corporal, una disciplina que beneficia aspectos como la memoria o la coordinaciónLa biblioteca del antiguo colegio San Francisco Javier, donde se formaron varias generaciones de chaveas en el barrio granadino de Haza Grande, se ha convertido desde hace seis meses en un espacio singular. Después de varias décadas sin que se desarrolle actividad académica en ninguna de las estancias del edificio, situado en la calle Consuelo, esta sala de cien metros cuadrados se ha transformado ahora en un 'laboratorio' donde Tomás Medina, maestro de música, ensaya e imparte clases de una disciplina tan peculiar como desconocida, la percusión corporal. ¿De qué va la película? La respuesta la da el propio Tomás: «Mi cuerpo es un tambor; así se lo explico a mis alumnos para que todos me entiendan de una manera muy sencilla».
Tomás Medina es una de las diez personas escasas que se dedican a esta materia en España y verlo en acción es, sencillamente, un espectáculo. «Llevo toda mi vida investigando», asegura. «Existen, por ejemplo, diez tipos de palmadas, y todas suenan de una manera diferente». El pecho hace la función de bombo. Los golpes en la zona del esternón son más graves, mientras que en el vientre se escuchan más agudos.Toda nuestra fisonomía vale para percutir.Los dedos mediante chasquidos, los pies para hacer claqué, los muslos, el cuello, la boca, los glúteos...
'Notas musicales' que se combinan como secuencias ordenadas tomando como base ritmos que han llegado hasta nosotros como una herencia cultural, como puede ser el flamenco o cualquier forma de folclore, «o los que permiten explorar una faceta más creativa». Una experimentación que se puede realizar de una manera personal, pero también en pareja o en grupo. Y así lo plantea Tomás Medina en los talleres que imparte por toda la geografía nacional.
Talleres orientados para críos de entre cero a tres años, «buscando la estimulación temprana»;para alumnos de Infantil, empleando recursos adicionales como canciones o cuentos; o para niños y niñas de Primaria, en forma de conciertos didácticos. Y también organiza sesiones entre jóvenes que cursan estudios de Secundaria o Universidad. En todos los casos, se aprecia que la percusión corporal contribuye a la regularización de las reacciones nerviosas, a la mejora de los reflejos y al establecimiento de automatismos temporales. Además, combate las inhibiciones motoras, afina la sensibilidad, refuerza los dinamismos y clarifica las armonías de las corrientes nerviosas. Y es que la motricidad rítmica aumenta la generación de niveles de proteína BDNF, que se vincula precisamente con el aprendizaje.
La percusión corporal, que históricamente se vincula a la tradición musical de pueblos como Sudáfrica o los esclavos de EstadosUnidos, tiene propiedades terapéuticas y, en consecuencia, resulta positiva para determinados colectivos. Se ha demostrado que es beneficiosa para los mayores al prevenir enfermedades degenerativas como el párkinson, pero también para sordos y sordo ciegos, hiperactivos y personas con síndrome de down o con trastorno del espectro autista. «Los beneficios son generalizados», resume TomásMedina.
Y es que «estamos hablando del instrumento musical más barato y disponible porque siempre lo llevamos encima», bromea Tomás. Además, propicia el fomento de espacios lúdicos, la activación de la atención y la sicomotricidad, y también favorece «la coordinación y la memoria, la improvisación rítmica y la cohesión del grupo y el fomento del apego». No hace falta tener unas condiciones físicas especiales ni estar especialmente musculado. «Es apta para todos los públicos».
Por todo ello, porque resulta una herramienta muy útil para el alumnado en la educación reglada y no reglada, Tomás Medina ha impartido cursos para los propios docentes en el Centro de Profesores de Granada y también de otras provincias como Las Palmas y Gran Canaria. Durante los periodos de confinamiento, los impartió de forma semi presencial.
Tomás Medina ejerce esta actividad bajo el paraguas de la Asociación Cultural Etemi6, centrada fundamentalmente en trabajar la pedagogía del cuerpo mediante la percusión corporal y el autoconocimiento de la fertilidad –en qué momento la mujer tiene una predisposición física para tener hijos–. Y fue Etemi6 quien cedió a Tomás estas dependencias en la vieja escuela San Francisco Javier, que estaba completamente vacía. Poco a poco la fue adaptando para anular la reverberación cubriendo la mayor parte de la superficie con telas y placas acústicas de materiales como gomaespuma. También con estanterías repletas de libros que son prestados temporalmente a los asociados.
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