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En la mañana del pasado 26 de junio, la hispanista y profesora norteamericana Carolyn Richmond (Charlottesville, Virginia, 1 de marzo de 1938) dejó de existir. Desde que conociera al escritor granadino Francisco Ayala en 1973, fue su compañera inseparable, y la mayor difusora y estudiosa ... de su obra, además de su esposa desde 1999. Cuando este falleció en 2009, se convirtió, además, en la mayor impulsora de la fundación granadina que lleva su nombre y le recuerda, cuya sede es el céntrico Palacio de Alcázar Genil. El mismo escenario en el que a últimas horas de la tarde de ayer, y pese al intenso calor reinante, se reunieron un grupo de amigos y autoridades institucionales para brindar por su vida y reinvindicar su excelente trabajo. Antes, en una ceremonia de carácter privado acaecida hace apenas unos días, porque así lo dejó escrito Richmond, se pusieron sus cenizas bajo el mismo limonero en el que reposan desde su muerte las cenizas de Ayala.
El acto fue presidido por Arturo Bernal, consejero de Cultura de la Junta, quien intervino en el acto . El gerente de la Fundación Ayala, Manuel Gómez-Ros, recordó para empezar las circunstancias de la muerte de Richmond, a consecuencias de un cáncer que arrastró durante dos años. «Hoy volvemos aquí, como hace 15 años, cuando tras un mes desde el fallecimiento de Ayala, respetamos su deseo de 'desaparecer', colocando las cenizas en un alcorque en el que luego creció el árbol bajo el que también descansan los restos de Richmond. Yhoy, muchos de nosotros hemos disfrutado de los sabrosos limones que da ese árbol». Los muchos frutos de ese árbol son una buena metáfora de la trayectoria de la hispanista.
Previamente al acto, tuvo lugar una reunión del Patronato de la Fundación, donde las administraciones renovaron su compromiso con el mantenimiento de la Fundación en el futuro. «Carolyn estaría muy orgullosa de este compromiso», aseguró Gómez-Ros.
Tras la presentación, se sucedieron una serie de intervenciones de autoridades institucionales y amigos. El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Granada, Juan Ramón Ferreira, recordó el hecho de que Richmond fue reconocida como hija adoptiva de la ciudad en 2017, y detalló las múltiples razones por las que la hispanista alcanzó tal distinción. «Sobre todo, se le concedió por su amor a Granada», afirmó.
El rector de la UGR, por su parte, recordó la fortaleza intelectual y moral de Richmond, y la importancia de su labor como valedora del legado de quien fuera su marido. «Su labor está presente en el rostro de tantos niños que han participado en los múltiples concursos organizados por la Fundación, pero también en una labor que es preciso reconocer, más allá de su condición de viuda de Ayala». Por su parte, Laura Malefakis, amiga de Ayala y Richmond y directiva de Alianza Editorial, recordó el rigor, la meticulosidad y la profunda inteligencia de la pareja, a la par que su proverbial generosidad. «Les unía todo: tener una mente privilegiada y un sentido del humor excepcional», destacó, con profunda emoción.
Lola Santos, una de las promotoras de la Fundación y amiga de la pareja Ayala-Richmond, se dirigió a la hispanista en una carta leída en la que destacó las palabras que Ayala dedicó a su esposa, y reivindicó la figura de las mujeres 'ayalianas', la propia Richmond y Luz García-Duarte, madre del autor y pintora. Por su parte, el consejero, Arturo Bernal, quiso destacar su labor incansable y a largo plazo, de 'luces largas', capaces de comprender la importancia y profundidad de la herencia del autor.
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