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José Antonio Muñoz
GRANADA
Viernes, 4 de octubre 2019, 00:55
El joven iraní Hossein Pishkar (Teherán, Irán, 1988) va a dirigir esta noche el concierto de apertura de la temporada de abono de la Orquesta ... Ciudad de Granada. Un programa que, como él recordó en la entrevista mantenida ayer con IDEAL, no ha diseñado, pero que le está encantando interpretar. Con una agenda de vértigo para los próximos años, verle trabajar con la Orquesta lleva al observador a la certeza de que, si las cosas no se tuercen, muy pronto solo dirigirá a formaciones de primera fila, y que verle por Granada será una fiesta. Por eso, ahora que pueden, no se lo pierdan.
- Hablemos de música…
-Es raro… Me preguntan mucho sobre política. De hecho, he contestado entrevistas en que había ocho preguntas sobre política y una o dos sobre música. Entiendo que soy iraní y que puede ser atractivo preguntarme sobre mi país que no deja de ofrecer hechos noticiosos, pero no me gusta.
- Bueno, háblenos de Irán un poco… No es común ver a músicos iraníes por estos lares.
-Ser iraní, en el mundo de la música, es como ser colombiano o finlandés. Tenemos dos grandes universidades de música y una gran escuela. Son muchos los jóvenes que estudian música en mi país de origen. He aprendido muchísimo allí; estudié piano, flauta travesera y composición, pero de eso no se habla en Europa, sino de otros temas. Tenemos un violista en la Filarmónica de Berlín, y muchos jóvenes están completando sus estudios en Europa. Al final, solo es un trabajo sobre la cultura humana, no cultura occidental u oriental. Cultura, simplemente.
- ¿A qué edad empezó a pensar que sería músico?
-No lo recuerdo. Siempre. Empecé a estudiar y a tocar instrumentos con cinco años. No elegí ser músico, sino que fui elegido para ser músico. Escuchar por primera vez a Mahler, cuando tenía doce años, fue otra revelación. Decidí que sería director de orquesta para dirigir esta música algún día.
- ¿Qué pensaba su familia de la idea?
-Estaban felices, aunque ninguno había sido músico. Soy el primero de la familia. Les gusta la música, son melómanos, pero nunca habían pensado en dedicarse a esto. Tengo una hermana que es violinista, mayor que yo, pero comenzó a estudiar música tarde y con 18 años, no sabía si sería científica o música.
- ¿Ha venido con usted a vivir a Europa?
-No, todos siguen en Teherán. Solo mi hermana violinista vive en Múnich.
- ¿Qué le ha dado Alemania?
-Todo. Un cambio en mi vida. No solo tener a mi profesor en Dusseldorf, Rüdiger Bohn. Es un país muy particular, y no hay otro país mejor para estudiar música. Y supuso el descubrimiento de la ópera. En Irán tenemos una gran cultura teatral. Allí se representa a Beckett, o al propio Federico García Lorca, que es muy conocido y leído. Pero no tenemos cultura operística. Aprendí italiano solo para entender a Verdi, y aprender alemán me permitió entender a Wagner. Es un regalo estar allí. La mayor parte del tiempo dirijo en Alemania, aunque también en Finlandia, Dinamarca, Italia… El no tener un puesto fijo como director me permite moverme por toda Europa.
-Este descubrir la ópera, ¿le impelió a orientar su carrera al repertorio belcantista?
-Dirijo de todo, desde música contemporánea a Barroco. Mi repertorio es grande, pero la ópera tiene un papel que se conecta con mi condición de compositor de música para el teatro o el cine en mi país. La música tradicional de Irán está muy conectada con la literatura. La ópera no me interesaba al principio porque no entendía lo que se cantaba. Viendo 'Tosca' en Berlín sentí que debía acercarme a este género, y trabajar con Riccardo Muti en 2017 en Rávena, siendo elegido por él entre 400 aspirantes supuso un cambio de perspectiva en mi carrera. Aprendí italiano con un curso acelerado en Florencia en dos semanas, y me preparé para leer y entender aquello que iba a dirigir, y a poder hablar con los músicos sobre ello.
-Entonces, descubrió la ópera a través de las palabras…
-Totalmente. Muti enseñaba que los textos de la ópera no son textos dramáticos, sino símbolos. Es una exposición de sentimientos humanos que nunca caduca, rodeados de buena música.
El propio Muti, Haitink, Jansons, Cambreling, son grandes nombres de la clásica con los que ha trabajado. ¿Qué ha aprendido de ellos?
-Sobre todo, me han enseñado a desarrollar mi propia carrera, sin injerencias. Todos estos directores son tan grandes que uno no puede aspirar a imitarles, y además sería un error. Dirigir es fácil, cualquiera puede marcar un compás. Pero ser director de orquesta es algo mucho más difícil. Karajan lo dijo antes: tienes la posibilidad de crear un cuerpo con 70 personalidades diversas, que son los músicos. Puedes conseguirlo, o no. Si no lo consigues, incluso puede sonar bien. Pero si lo consigues, es maravilloso, un milagro.
- ¿Qué le gusta del programa de hoy y mañana?
-Es algo que no hago habitualmente, pero estoy encantado de hacerlo, y de que me hayan llamado. Conocía la 'Sexta' de Tchaikovsky, pero la 'Quinta' menos, aunque la adoro. Este sería un programa que haría si fuera director titular de una orquesta con un proyecto a cinco o seis años. Pero vivo cada concierto como si fuera el último, y pongo el corazón en cada uno de ellos. Y en el ensayo de hoy (por ayer) he visto que esta sinfonía va a funcionar, y que va a gustar mucho.
- ¿Qué sabía de la OCG antes de venir?
-No me gusta saber nada de las orquestas, ni oigo habladurías sobre ellas. Alguna vez me dijeron de una orquesta que sus miembros eran serios, indolentes, o que tendría problemas. Y luego, llegué, les dirigí, y todo fue fantástico. Lo mismo ha pasado aquí. Me he encontrado con un grupo de grandes profesionales. La dirección es sentimiento, psicología, búsqueda del alma.
- ¿Y qué opina de la situación económica y social que vive?
-Me parece increíble que ocurran cosas así. No se puede perder el respeto por los músicos. Cuando sé que un músico tiene problemas personales, actúo en consecuencia, porque sé la dificultad que lleva consigo olvidarse dos horas o tres de todo. Pero aquí me he encontrado con grandes profesionales, personas que aman la música. Y quiero que todo se solucione, porque quiero volver muchas más veces.
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