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Seguro que se lo han preguntado más de tres veces. ¿Cómo se puede alcanzar la felicidad? Quizá por ello, porque todos los seres humanos tenemos la aspiración legítima de la dicha, el patio del Ayuntamiento de la capital se llenó este lunes con quinientas personas para escuchar a una de las mayores eminencias mundiales de la psiquiatría. Una eminencia que, para mayor gloria de los granadinos, nació en Granada, se crió en Granada, en el barrio de los Pajaritos –el domicilio familiar estaba en la avenida de Andaluces–, y estudio en la Facultad Medicina de la Universidad de Granada antes de completar su formación en Oxford. Se llama Enrique Rojas Montes, es catedrático de psiquiatría y director del Instituto Rojas Estapé de Madrid y fue el encargado de inaugurar el curso del Aula de Cultura de IDEAL, que cuenta con el patrocinio de la Fundación Unicaja. En el acto estuvo presente la alcaldesa Marifrán Carazo, quien agradeció a Rojas «la labor que desempeña para mejorar la vida de todos nosotros». «Granada está orgullosa de ti», afirmó.
Antes de dar las siete normas que nos ayudarán a lograr la felicidad, Enrique Rojas hizo una breve reflexión respecto a los tiempos actuales: «El mundo está más apasionante que nunca, pero tan terrible como siempre». Un adagio consecuencia de los conocimientos y las experiencias de haber viajado por más de un centenar de países. «Lo importante no es tener buenas cartas, sino saber jugarlas», dijo Rojas, quien agregó que su último libro, 'Comprende tus emociones', es un GPS para orientarse en la vida. También repasó la forma en que teorizaron sobre la felicidad los grandes filósofos de la antigüedad. Sócrates, por ejemplo, decía que consistía en encontrarse a sí mismo, Platón en el amor y Aristóteles en hacer el bien. También se refirió a Epicúreo, San Agustín y Boecio.
Pero vayamos con el nudo gordiano de la conferencia. ¿Qué tenemos que hacer para levantarnos todas las mañanas con una sonrisa de oreja a oreja?. Lo primero, a juicio de Enrique Rojas, es haber sido capaces de cerrar las heridas del pasado. «Hay que tener buena salud y mala memoria», espetó en tono de broma. Y se llevó la digresión a su campo, la psiquiatría, para hacer una crítica velada al sistema. Lamentó que los médicos dispongan tan solo de diez minutos para estar con los pacientes y no haya más tiempo para la psicoterapia, que la definió como «el arte y el oficio de sacar lo mejor de la persona».
Lo segundo es tener una visión positiva. «Ver más lo bueno que lo malo». Y reflexionó sobre los últimos días de Tomás Moro, «un personaje valleinclaniano», canciller británico a finales del siglo XV, que terminó en la cárcel, en la Torre de Londres, por ser un detractor de la reforma protestante. Tomás Moro confesó que moriría feliz porque lo hacía defendiendo sus ideales. El tercer 'tip' es tener una voluntad sólida. «La capacidad que se tiene para ponerse objetivos y luchar por ellos». Una cualidad que no se hereda genéticamente, sino que se adquiere. «Es una pieza clave de nuestro comportamiento», agregó. Y afirmó sin ambages que «un voluntarioso llega más lejos que un inteligente». En este punto, subrayó la importancia de lo que se conoce por inteligencia emocional. Es decir, mezclar con arte la razón y los sentimientos.
El quinto es desarrollar un proyecto vital coherente y realista sobre cuatro grandes pilares. El primero es el amor, la fuerza que lo mueve todo. El segundo el trabajo, disfrutando de lo que se hace. El tercero la cultura, entendida como la estética de la inteligencia. «Cerremos las redes sociales abramos los libros», sugirió antes de aseverar que las enseñanzas las obtenemos en el colegio, pero que la educación se consigue en el ámbito familiar. Y por último la amistad, la familia que elegimos. «Cállate si no tienes algo bueno que decir de alguien».
Vayamos con el sexto. Enrique Rojas habló de la ilusión por cumplir los objetivos. Y agregó que estado de vejez se produce en el momento en que sustituimos esas ilusiones por los recuerdos. «Cuando cometemos el error de mirar hacia atrás más que adelante». Y el séptimo y último es la búsqueda de la paz interior, «el estar en armonía con uno mismo», que es también el primer paso para estar armonía con los demás.
La intervención de Enrique Rojas, que se prolongó durante casi una hora, finalizó con varias citas de escritores a los que admira. Glosó el capítulo 72 del Quijote, cuando Sancho Panza dijo a los aldeanos aquello de «abre los brazos, querido pueblo, y recibe a tu hijo». También se acordó de Lorca, de 'Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores'. Y por último del emperador Carlos V: «Hablo de los caballos en alemán, de negocios en inglés, de las mujeres en italiano, de amor en francés y rezo en español».
Enrique Rojas regresa a Granada al menos dos veces al año. Aquí está gran parte de su familia y aquí residen sus recuerdos de infancia. Como cuando acudía con su padre, Luis Rojas Ballesteros, que fue decano de la Facultad de Medicina, al Palacio de Carlos V con motivo de los Festivales de Música y Danza. Vivió en la avenida de los Andaluces, estudió primaria en la Academia Fides que había en la calle Melchor Almagro y se licenció en Medicina en la UGR antes de completar su formación en Oxford y Madrid.
«Esta mañana –comentó antes de iniciar la conferencia en el Aula de Cultura de IDEAL– he hado una vuelta de tres horas por Granada». «El Albaicín –ha dicho– es uno de mis barrios preferidos y donde voy cada vez que vengo a Granada». «Me encanta el fabuloso paisaje de Granada que hay desde el Mirador de San Nicolás», ha reconocido.
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