Pablo Fernández Miser | Inspector de Hacienda y escritor
«Los inspectores no somos inquisidores; nos veo más bien como Robin Hood»Secciones
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Pablo Fernández Miser | Inspector de Hacienda y escritor
«Los inspectores no somos inquisidores; nos veo más bien como Robin Hood»Pablo Fernández Miser (Granada, 1973), es inspector de Hacienda, colaborador en diversos medios económicos y escritor. Su primera incursión literario, 'Cómo me convertí en inspector de Hacienda' (Colex), a medio camino entre las memorias profesionales y la autoficción, cosechó un inesperado éxito. Ahora, apuesta decididamente ... por la ficción en su segunda y más reciente obra, 'El abogado del Porsche' (Basconfer), que ya tiene tres ediciones a sus espaldas y que presenta mañana sábado a las 12.00 horas en Librería Picasso.
–Lo primero que llama la atención de 'El abogado del Porsche' es la especial numeración de los capítulos, como si fuera un documento jurídico.
–Sí, me lo han dicho. No soy el único que lo hace así. También 'La flaqueza del bolchevique', el libro de Lorenzo Silva, un autor al que admiro mucho, tiene este peculiar sistema de ordenación.
–No aparece por ningún lado la frase habitual de «Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia», porque, en este caso, sería mentira.
–(Risas) Aquí, efectivamente, aparecen historias que he vivido o conocido, convenientemente camufladas, y mi personaje protagonista, Gonzalo, es una mezcla de varias personas y entornos que también he conocido. Y aunque me hayan dicho con frecuencia que si soy yo, no es cierto. Tiene algún rasgo mío, pero pocos. Tiene más rasgos propios de mi profesión mi protagonista femenina, Liria. Recuerdo una anécdota que me contaron: a Flaubert le preguntaban con frecuencia quién era Madame Bovary, y alguna vez, muy enfadado, acabó diciendo que era él mismo... Pues algo así me ocurre a mí.
–Dicen que uno escribe primero a propósito de lo que conoce.
–Y es completamente cierto, al menos en mi caso. Y aunque hubo quien me dijo que hacer una novela sobre mi ámbito no es fácil, lo que tenía muy claro es que no iba a hacer una trama sobre temas farmacéuticos... (risas). Lo que sí he procurado, sobre todo, es que 'El abogado del Porsche' sea un relato ligero, cuya trama se pueda seguir con facilidad. Y por supuesto, he incorporado todas mis obsesiones, como es habitual. En mi caso, la muerte –presente en el desenlace–, o el nihilismo de una sociedad que se basa en el éxito y que no prevé las consecuencias del desencanto que la ausencia de este produce.
–En la novela hay referencias a Houellebecq y a Franzen. ¿Son autores que lee habitualmente?
–Mi referencia en el terreno de la narrativa es Proust, pero soy consciente de que nunca podré escribir como él... (sonríe). Mi estilo, en esta novela, es mucho más desenfadado. Pretendo entretener, sobre todo. Y soy muy fan de Houellebecq, me gusta mucho ese realismo brutal que practica. Para mí, no existe una literatura actual comparable a la suya. He hecho muchas bromas con el hecho de que nuestra más recientes novelas se publicaron a la vez... Fueron dos grandes acontecimientos literarios... (carcajada). Precisamente, en el último de Houellebecq, el protagonista es un inspector de Hacienda.
–Hay quien les ve a ustedes los inspectores como los nuevos inquisidores, y les convierte en anatema.
–Yo pienso en nosotros más como reflejos de Robin Hood, por aquello del reparto equitativo de la riqueza. Somos quienes procuramos que haya dinero para pagar la sanidad y la educación, y que todos los que tienen que pagar, lo hagan.
–Poner «abogado» y «Porsche» en la portada es toda una declaración de intenciones.
–Hay que leer la novela para ver qué importancia tienen ambos términos en el desarrollo de la trama. Me parece que mi novela es una aportación literaria en un terreno que, a mi entender, ha sido poco explorado en nuestro país, cual es el de la novela jurídica.
–También hace burlas directas de cierto ecosistema legal, como poner «Baker & Chicken» al bufete internacional que aparece.
–Sí, sí... (risas) Está hecho muy a posta. Nos ponemos todos muy estupendos con los anglicismos y las 'tax compliance', lo cual me parece una tontería. El protagonista tiene una evolución muy importante, porque se le ha inculcado una cultura de éxito cubierto de oropeles que, en un momento determinado, descubre que no es lo suyo.
–Y ahora, ¿qué?
–Tengo otra novela entre manos, de cariz más literario. Estoy trabajando en ella.
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