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Inmersos ya en plena precampaña de las elecciones generales (28 de abril) y municipales (26 de mayo), los partidos políticos ultiman programas y propuestas para convencer al electorado. Empleo, infraestructuras, atención a colectivos desfavorecidos, hacienda… y cultura. Sí, también cultura. Cultura como teatro. Cultura como ... música. Cultura como cine. Cultura como exposiciones. Cultura, sencillamente, como cultura. ¿Hasta qué punto estamos hablando de una prioridad para las corporaciones locales? La pregunta no resulta demasiado difícil de responder si hacemos el sencillo ejercicio de meternos en Internet, por ejemplo, entrar en la página web del Ministerio de Economía y Hacienda, también por ejemplo, y consultar los presupuestos municipales para ver en qué se gastan el dinero los consistorios. Entonces comprobarán que, más allá del debate de las necesidades y de lo perentorio, la asignación para programación cultural no figura, ni mucho menos, entre las más cuantiosas. De hecho, lo más normal es que este capítulo aparezca postergado de la sexta posición hacia atrás en ese ranking de las preferencias.
Pero siempre hay honrosas excepciones que deben ser reseñadas en el frontispicio de un artículo que habla sobre cultura. Es el caso de Orce, mundialmente conocido por la relevancia científica de los restos óseos hallados en su término municipal, que de los 1,8 millones de euros que gastó el año pasado, dedicó 415.715 euros al desarrollo de actividades culturales. Estamos hablando de 345 euros de media por cada uno de sus 1.198 habitantes. En el otro lado del fiel de la balanza se encuentra Albuñán, que de los 416.570 euros que dispuso globalmente para invertir en la localidad en 2018, únicamente 5.506 fueron para cultura. O sea, 13 euros per cápita. Son datos extraídos –conviene insistir– de la información presupuestaria enviada al Ministerio de Economía y Hacienda que, a través de la Secretaría General de Coordinación Autonómica y Local, aparecen 'desmenuzados' en portales como 'presupuestos.gobierno.es'.
En cualquier caso, quizá resulte más interesante examinar el estado de la cuestión en aquellas localidades más pobladas del territorio provincial. Básicamente porque el alcance de las políticas culturales llega a más gente. En este 'top nine' –valga el anglicismo– destaca Maracena, con un promedio de 62 euros por cada uno de sus residentes. Por detrás, en segunda posición, está Baza (54 euros). Le siguen Armilla (48 euros), Granada (47 euros), Albolote (43 euros), Loja (39 euros), Almuñécar (39 euros), Guadix (38 euros) y Motril (29 euros).
Merece la pena poner el foco en la ciudad de Granada por su peso poblacional y por ser, en teoría, una referencia en el ámbito cultural –aspira a la Capitalidad Europea de la Cultura en 2031– dentro y fuera de Andalucía. La parte del león se la lleva bienestar comunitario, con 206 euros por ciudadano. Después figuran 'seguridad y movilidad ciudadana' (176 euros), 'servicios de carácter general' (145 euros), 'servicios sociales y promoción social' (113 euros), 'deuda pública' (77 euros), 'vivienda y urbanismo' (51 euros) y en séptima posición, ya sí, se halla 'cultura' con los 47 euros citados unas líneas más arriba. Si hiciéramos una lectura basada exclusivamente en los importes, la cultura quedaría en el séptimo lugar en la referida 'escala de prioridades'.
Cuarenta y siete euros. ¿Mucho? ¿Poco? ¿Suficiente? Las conclusiones son siempre muy personales, pero resulta muy relevante la comparación de Granada con el resto de capitales de la comunidad autónoma andaluza. Granada, con 47 euros por cada empadronado, es la ocho de ocho, con la salvedad de que la realidad puede quedar un tanto distorsionada por el hecho de que los datos de Sevilla y Málaga no corresponden a 2018. La cuestión es que en este cuadro destacaría Cádiz con 94 euros tras registrarse un incremento presupuestario anual del 7,7%. Detrás, con la estadística de 2017, estarían Málaga (68 euros). Y detrás el resto con el siguiente orden: Córdoba (64 euros), Almería (63 euros), Jaén (50 euros), Huelva (48 euros), Sevilla, con guarismos de 2016 (48 euros) y el farolillo rojo Granada (47 euros).
Alfonso Salazar, codirector de Open Cultura, una empresa con veinticinco años de trayectoria en el sector, considera que la cultura, por lo general, no es el área más cuidada de los ayuntamientos. «Hay muchos municipios sin estructura profesional», comenta Salazar, quien lamenta que ni siquiera tener una instalación como puede ser un teatro «remedia que se pueda contar con un técnico, que es lo mínimo». «Pero que no se olvide –agrega– que no sólo se precisan recursos humanos e infraestructuras, sino recursos económicos, tal y como sucede en un centro médico». Y es que, según Alfonso Salazar, la cultura tiene la consideración de gasto y no de inversión, una percepción que ya se asentó antes de la crisis. «Más de un representante público seguro que lo considera un gasto innecesario», asevera.
Fátima Gómez Diputada de Cultura
«Creo que si no se espera rendimiento económico de un árbol, no entiendo por qué debe esperarse de la actividad cultural; los árboles dan sombra y oxígeno, las actividades culturales dan conocimiento y forman una ciudadanía crítica», explica. En este sentido, recuerda la declaración de México de la Unesco de 1982 que dice que «la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Nos hace seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones y crea obras que trascienden».
Alfonso Salazar entiende que 'cultura' y 'festejos' se confunden con demasiada frecuencia. «El entretenimiento es sano y hay que mantenerlo, pero debería hacerse en el ámbito del mercado, de la oferta y la demanda», manifiesta. «Lo hace –agrega– gran parte del cine, la mayor parte de la producción televisiva, parte del teatro y de la música; lo que queda más allá es el patrimonio cultural, el que debe conservarse y promoverse en la creación contemporánea». «La cultura no es sólo entretenimiento, pero también entretiene. El entretenimiento no es cultura, a menos que promueva el pensamiento crítico, como subraya la Unesco», apunta Salazar. Bajo su punto de vista, no se está notando la recuperación en los presupuestos dedicados a la cultura. En este sentido, es tajante: «Las instituciones han abdicado de su responsabilidad y compromiso en la promoción del derecho a la cultura».
Pedro Fernández Alcalde de Baza
«Aprovecharon la crisis para dar la puntilla a un sector que precisa del mecenazgo y de la aportación gratuita de fondos sin esperar a cambio más que el ser humano reflexione y se emocione», recalca. «Conozco programas y festivales cuya aportación económica no ha crecido nada en absoluto en los últimos diez años, ni siquiera el IPC; y conozco programas donde se deja de contar con profesionales para ahorrar tres cuartos y, a cambio, se pierde calidad, cuidado y esmero».
Pero también conviene ponderar la apuesta cultural de los ayuntamiento desde la perspectiva de los ediles que tienen la responsabilidad de administrar los recursos y diseñar una oferta atractiva. Antonio Ortigosa, concejal de Cultura de Maracena, comenta que el Ayuntamiento tomó en su día la decisión de desligar la cultura de los festejos. «Nuestro objetivo es que haya un acto cultural cada semana», dice. Suele ser los sábados en la Casa de la Cultura. Un concierto, un teatro... También están funcionando bastante bien, según Ortigosa, las visitas de carácter cultural que realizan dentro de Andalucía, pero también a otros puntos de España y ciudades del extranjero como París. El Ayuntamiento tantea las inquietudes y las preferencias culturales de los maraceneros a través de las nuevas tecnologías. «Disponemos de un canal de Whatsapp donde la gente opina», refiere Ortigosa.
Alfonso Salazar Codirector de Open Cultura
Baza es otro de los ayuntamientos que despunta en el gasto-inversión en cultura. «Es la quinta gran área en asignación por detrás de Servicios Sociales y Urbanismo y Servicios Generales», manifiesta el alcalde bastetano Pedro Fernández. «Es así porque en Baza tenemos la suerte de tener una ciudadanía que demanda y consume cultura, ya sean actividades o espectáculos, o porque buscan talleres y clases que satisfagan sus ganas de aprender y conocer disciplinas artísticas o de conservar tradiciones», apunta el primer edil. Buena parte de la programación se distribuye entre la biblioteca José Becerril, el museo, el salón Ideal Auditorio Enrique Pareja, el teatro Dengra –que está en rehabilitación y que abrirá para la primavera– o las salas expositivas de Santo Domingo y San Jerónimo, ambas en antiguas iglesias remozadas.
Antonio Ortigosa Concejal de Maracena
Respecto a las líneas maestras de concepción de la oferta cultural, Pedro Fernández indica que al Ayuntamiento le guía «el interés por preservar y conservar las tradiciones que nos definen como pueblo o territorio». «Ofrecemos actividades que no obliguen a los bastetanos a irse a otros lugares para satisfacer sus gustos y, por otra parte, nos convierta en centro de referencia para la cultura a nivel comarcal para todas las edades», comenta Fernández. El regidor explica que el Ayuntamiento no subvenciona el precio de las entradas. «Nuestra forma de proceder –relata– es la cesión de los espacios y los medios técnicos que precisan las asociaciones y entidades que organizan actividades sin ánimo de lucro, que en Baza son muchas». «Por otro lado, hay otros eventos que contrata directamente el Ayuntamiento y que son gratuitos y, por último, están los que van a taquilla del promotor».
La Diputación de Granada se ha convertido en una administración clave para que una programación cultural de calidad llegue a los pueblos más pequeños de la provincia. Para ello ha incrementado un millón de euros su presupuesto a lo largo de esta legislatura que ya está tocando a su fin. En 2016 liberó 3,1 millones de euros y el año pasado se alcanzaron los 4,2 millones –en este 2019 se está operando con las cuentas prorrogadas–. La acción con los ayuntamientos en esta materia se enmarca en lo que se conoce como 'concertación local', que funciona básicamente mediante una fórmula de colaboración que permite que sean los propios consistorios quienes soliciten apoyo técnico y económico. Según la diputada de Cultura, Fátima Gómez, «se están priorizando todos aquellos proyectos diseñados y coordinados» por los propios entes locales.
Además, la Diputación lleva a cabo una serie de programas propios englobados en Escenia, «para dar cabida a todas las compañías de la provincia con el objetivo de ampliar la oferta teatral en todas las comarcas tanto en el número de representaciones como en el público destinatario del mismo», dice Fátima Gómez.
El ente provincial dispone además de una serie de espacios dentro de la propia capital que son un referente y con una oferta, básicamente de exposiciones, de primer nivel artístico. Es el caso del Palacio de los Condes de Gabia y el Centro José Guerrero, en pleno corazón de la ciudad. A todo ello hay que sumar las actividades que emanan desde el Patronato Federico García Lorca. «Una de nuestras apuestas más decididas», refiere Gómez.
La Diputación apoya una serie de eventos planteados, a priori, para Granada, para que se puedan desarrollar en otros municipios. Es el caso del Hocus Pocus, el Festival de Jazz, el Festival Internacional de Poesía, el Festival Internacional de Música y Danza, 'Abril para vivir' o Cines del Sur.
Fátima Gómez considera que en Granada existe «un gran abanico de infraestructuras, y teniendo en cuenta que, en función de la realidad geográfica del territorio provincial, nunca es demasiado cuando hablamos de invertir en cultura». «Nuestra delegación –agrega– ha realizado un gran esfuerzo en dotar a los pueblos de pequeños equipamientos culturales básicos capaces de cubrir unas necesidades mínimas», asegura Fátima Gómez.
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