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Ninguna obra ha sido tan influyente en el teatro contemporáneo como 'Ubú rey', del francés Alfred Jarry. Estrenada hace más de un siglo y cuarto, el 10 de diciembre de 1896 en el Théatre de L'Oeuvre, de París. Su autor lo califica como una ocasión «de tumultuosa memoria». Aquel día, además de las evoluciones de los actores en esta durísima parodia del poder y sus consecuencias, se oyó una música. La creada por Claude Terrase expresamente para la obra. Una música que apenas había vuelto a sonar desde aquel día, fagocitada por el éxito del texto, representado desde entonces por todo el mundo en un número de funciones que se cuenta por decenas de miles. Y que, después de la edición original de 1897, nunca se había vuelto a poner negro sobre blanco. El musicólogo e investigador granadino Ismael Ramos, sin embargo, ha conseguido recuperar esa música incidental con el objetivo fundamental de que pueda ser llevada de nuevo a escena. Con este fin, ha dirigido una edición completa de la partitura original, precedida de un completo estudio sobre el concepto histórico y cultural, profusamente ilustrado, además.
Para Ramos, «'Ubú Rey' es el comienzo de todo. Lo dicen investigadores y escritores. Es la apertura al teatro de vanguardia, la punta de lanza de la lucha entre las tradiciones más rancias del romanticismo y el nuevo teatro». Desde Ubú parten los caminos de Brecht, Pirandello o el propio Federico García Lorca –sobre todo en obras como 'El público'–, la teoría del teatro de la crueldad, y todas las vías posteriores de la dramaturgia. En su época, como destaca el investigador, supuso una ruptura que comienza desde la primera palabra del libreto. «Merdre, no merde», como dice Ramos, distorsionando incluso lo escatológico. Bastó esa palabra para que en el teatro se montara una batalla campal entre tradicionalistas e innovadores. Malarmé y Gide, entre otros, apoyando a Jarry, mientras los críticos más rancios le atacaron.
Pero, más allá de esta estética, e incluso ética, rompedora, ¿qué es Ubú? «Una diatriba de la corrupción de los gobernantes», asegura Ramos. Algo que despertó la atención del investigador, quien, como miembro del Institutum Patafisicum Granatensis –una institución de origen hilarante, pero muy seria, hija de Ubú–, quiso remontarse a sus orígenes y descubrió que aquel compositor casi desconocido hoy, Claude Terrasse, había escrito una música para acompañar la obra. Sin embargo, Terrasse no fue en absoluto un extraño para sus contemporáneos. «Ravel y otros le llamaban 'le petit Claude' en referencia a las similitudes de su genio con el de Debussy, y otros le catalogaron como un digno sucesor de Offenbach», recuerda Ramos.
Las guerras y convulsiones que vivió Europa en la primera mitad del siglo XX enterraron la partitura de Ubú en el olvido. Sin embargo, tras una investigación en la Biblioteca de París, el estudioso granadino encontró el manuscrito de la obra. «Me extrañó que no estuviera editado, ni existiera crítica alguna a propósito de la música. Todo lo eclipsó la batalla del patio de butacas», afirma. A partir de la partitura original de Terrasse y el estudio del facsímil de una cortísima y rara edición donde se reflejaban letra y música, Ramos descubrió que se encontraba ante una pequeña gran obra de arte, «una obra de arte total, que parodia a Wagner en lo musical y que contó con Bonnard y Toulouse-Lautrec para los decorados», señala Ramos. Ahora, la Biblioteca Nacional de Francia ha hecho expreso su deseo de difundir el descubrimiento de Ramos.
La parodia de la música de Wagner se basa en el uso de cuartas aumentadas, o intervalos como el 'diabolus in musica', prohibido durante la Edad Media. Cada vez que aparece un personaje, lo hace acompañado de una melodía propia, como hacía el maestro alemán –o Williams en 'Star wars' cada vez que aparece Darth Vader, hasta ahí llega su influencia–. «La música es tan rupturista que no es vanguardista. Es tonal, pero hace muchos juegos. Yhomenajea a Saint-Saëns y Offenbach con 'Las tortugas', donde altera el 'tempo' del célebre 'Can can'», afirma el investigador. En la escena en que Ubú envenena a unos comensales tirándoles una escobilla sucia de retrete encima de la mesa, Terrasse enmascara el 'Dies irae' del canto gregoriano en la partitura. Y el final de la música, en un alarde de innovación, queda tan abierto como el propio texto, concluido con la partida de Ubú en un barco hacia no se sabe dónde.
Todo es una gran tomadura de pelo, de principio a fin. Hasta la descripción de una gran orquesta, copiada por algunos estudiosos a posteriori, la cual nunca existió realmente según Ramos. «Descubrí que todo era fingido, y que la plantilla de la presunta orquesta estaba sacada de una enciclopedia que describe instrumentos del siglo XVI. Solo hubo un pianista interpretando la música, el propio Terrasse».
La música de Ubú vuelve a la luz, y va a resucitar merced al estreno que tendrá lugar en junio en el Cisneros, donde, en un montaje dirigido por Rafael Ruiz, se va a interpretar completa, por primera vez, esta partitura nacida en París y renacida en Granada.
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Fernando Morales y Sara I. Belled
Pablo Rodríguez | Granada
José E. Cabrero | Granada, Juanjo Cerero | Granada y Cristina Ramos | Granada
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