Jorge Cervilla.

«España puntúa casi a nivel de países del Este en cuanto a ratio de profesionales en salud mental»

Jorge Cervilla | Catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Granada ·

El doctor Cervilla aborda hoy los 'Nuevos retos de la salud mental' en la apertura del curso académico del Instituto de Estudios Giennenses

Lunes, 7 de noviembre 2022, 14:04

En torno al 20-25% de la población sufrirá en algún momento de su vida un trastorno mental, según reflejan estudios como el de PISMA-ep a nivel andaluz, liderado por el catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Granada Jorge Cervilla. Afortunadamente, la inmensa ... mayoría de los casos son leves o moderados y reversibles. Pero un «5% largo» de la población tiene trastornos mentales graves crónicos, aunque puedan tener intermitencias de mejora. «Como dice la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos mentales son, en conjunto, el grupo de enfermedades que más discapacidad produce si lo miras en global, sobre todo liderados por la depresión porque causa muchos problemas graves, incluido el alto riesgo de suicidio en algunos casos», recuerda Jorge Cervilla, quien alerta de que en España «tenemos la peor financiación comparados con otros grupos de especialidades».

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–¿Llegará el día en el que desaparezcan los estigmas y los prejuicios hacia las enfermedades mentales?

–Es lo que queremos todos, tanto los que nos dedicamos a cuidar de la salud mental como la gente que sufre trastornos y sus familiares. Mucha gente no quiere que se sepa, por ejemplo en el trabajo, que tiene un problema de salud mental. Tenemos que intentar, como sociedad, ir educando a la gente e ir valorando a quienes tienen problemas mentales como gente normal. Todos podemos tener malos días, mejores, pero no que te marquen de una manera que ya te sea incluso más difícil que a otra persona hacer una vida normal.

–¿A qué se deben?

–Creo que tiene que ver con la desinformación de la sociedad en este sentido. Por eso hacemos conferencias como la de hoy, con la idea de que la gente vea de dónde proceden los problemas y ayude a desarrollarse a estas personas como ayudarían a cualquier otra con problemas.

–¿Enfermedad mental y trastorno mental son sinónimos?

–Sí. La OMS en la actualidad habla más de trastorno mental que de enfermedad mental. Por una doble razón, desde mi punto de vista. Una, hacer más eufemístico el término, más aceptable y generar menos estigma. Y dos, la mayoría de los trastornos mentales son leves, pero los graves, que son menos, son realmente enfermedades. O sea que, en pureza, no está mal tampoco hablar de enfermedad mental cuando se trata de un trastorno de mayor gravedad. Igual que se habla de enfermedad renal en otro tipo de pacientes.

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Esto de los nombres es interesante y también lo comentaré en la conferencia porque para ir aceptando más a la gente con enfermedad o trastorno mental, incluso la terminología del diagnóstico va cambiando. Por ejemplo, antes había un trastorno mental que se llamaba paranoia, pero como ha llegado a la sociedad como un término estigmatizante y negativo se le cambió el nombre por trastorno delirante. Tampoco hay ya servicios de psiquiatría en los hospitales, sino servicios de salud mental.

–La depresión y la ansiedad aumentaron más de un 25% en el primer año de la pandemia, según la OMS. ¿Ha ayudado la pandemia a visibilizar el tema de la salud mental?

–A nivel poblacional es bastante frecuente tener un trastorno mental; si encima aumenta un 20 o 25% más, el volumen es tal que hay que empezar a hablar de ello. España está bastante mal situada en cuanto a la proporción de psiquiatras, psicólogos y enfermeros especializados en salud mental, comparado, sin ir más lejos, con nuestro propio entorno europeo. Ahí puntuamos más cerca de países del este, cuando somos del oeste. Estamos muy mal posicionados y es bueno que se hable de esto y que haya una conciencia tanto de que no hay que estigmatizar a los pacientes como de que hay que tener recursos para tratarlos.

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De eso también hablaré en la conferencia porque se da una paradoja desde mi punto de vista. En los años 80 se hizo un cambio muy importante en la asistencia psiquiátrica en Andalucía que se llamó la reforma psiquiátrica, básicamente cerraron los manicomios y redefinieron la red de salud mental, pero con el tiempo que ha pasado ya nadie ha vuelto a hacer un nuevo replanteamiento a nivel por lo menos andaluz. Creo que se ha quedado un poco obsoleto el sistema y ahora lo que ocurre es que hay pocos recursos, y encima de los pocos que hay, algunos se han quedado en sitios que no son donde más falta hacen.

–Hace unos días el Senado rechazaba una moción en la que se instaba al Gobierno a desarrollar un plan nacional de prevención contra el suicidio. ¿Cómo valora usted esto?

–Es bueno que haya inversión y recursos para intentar prevenir el suicido. No conozco bien la moción, pero en general el Gobierno actual ha hecho algunas propuestas que desde mi punto de vista no son guiadas por el conocimiento científico, sino por la ideología o el 'postureo' con este tema. Lo que hay que hacer es ver qué se está haciendo en sitios más avanzados, no reinventar ahora la pólvora con tendencias retrógradas de los años 60 que es un poco la línea que ha llevado por ejemplo la Estrategia Nacional de Salud Mental.

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Los presidentes de las sociedades de psiquiatría de todas las regiones nos reunimos —yo lo soy de la andaluza— para intentar modificar eso y no nos hicieron ni caso. Se trata de asistencia sanitaria, aunque sea en el campo de lo mental, y centrarlo todo en lo ideológico y lo social cuando también hay elementos médicos y psicológicos me parece un error. En esto siempre digo lo mismo: más ciencia y menos ideología.

–Otro aspecto que pone sobre la mesa es que en España no hay una ley de salud mental. ¿Cómo afecta esto a pacientes y a familiares?

–Hubo una propuesta para hacer una ley de salud mental en la misma línea que la estrategia, pero afortunadamente no salió. Yo me formé en Inglaterra y allí, como prácticamente en el resto de Europa, hay una ley de salud mental que está hecha para proteger los derechos del paciente y poder implementar un tratamiento adecuado. El problema que tienen muchos pacientes graves de salud mental es que no consideran que están enfermos porque entienden la realidad de manera distorsionada y creen que es así, con lo cual a veces se ponen en riesgo ellos mismos. Hay que tener un método para asegurar el tratamiento.

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En la actualidad se usan métodos generales por no tener uno particular de salud mental y se detiene al paciente, se le ingresa involuntariamente, no se comprueba por terceros independientes, siempre hay un forense que lo comprueba —en Inglaterra por ejemplo hay segunda opinión psiquiátrica antes de ingresar a alguien involuntariamente—. Todo eso aquí está muy verde. Es un tema a debatir. Yo estoy a favor, pero siempre que sea para salvaguardar los derechos, la seguridad y la salud del paciente.

–Hablando con familiares para un reportaje decían que cuando llega el diagnóstico no saben qué hacer ni cómo actuar, se sienten perdidos. El paciente empieza el tratamiento pero ellos se quedan en un segundo plano, de ahí que a veces tengan sensación de abandono. ¿Cómo se puede remediar?

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–Hay que mantener un equilibrio entre preservar la intimidad del paciente y asegurar los cuidados adecuados. No incluir en el proceso diagnóstico y terapéutico a los familiares es un grave error. Tenemos que escucharlos a ellos también e insisto, siempre balanceando intimidad del paciente con su propia seguridad. Yo que veo pacientes todos los días, prácticamente nunca veo un paciente solo. Lo puedo ver solo una parte de la entrevista, pero durante mi valoración, siempre, y con el permiso del paciente, pregunto a los familiares cómo lo ven ellos desde fuera porque es muy importante. Y también les informo a ellos porque luego van a tener que cuidar al paciente.

–¿Qué papel juegan internet y las redes en salud mental?

–Para la gente más joven esto es su principal medio de comunicación, incluso de formación y aprendizaje. Si solo tienes información muy sesgada o muy interesada, al final te meten ideas que pueden ser buenas para quienes lo hacen porque manejan a la masa, pero negativas para la gente, sobre todo para aquellos con vulnerabilidad a tener un problema que son carne de cañón para quien los manipula. Igual que hay regulaciones en contenidos de todo tipo en otros formatos, también tendría que haberlas aquí.

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