24 actividades en junio y septiembre, homenaje a Astor Piazzolla en el centenario de su nacimiento y un emotivo recuerdo a Diego Martínez dentro de una extensa programación marcada por la excelencia. El Festival de Úbeda acaba de cerrar una de sus ediciones más especiales ... en pandemia, por si fuera poco, y se encuentra ya preparado para afrontar los retos artísticos que lo sitúen a la altura de los principales festivales europeos.
–¿Qué balance hace de esta 33ª edición?
–El balance es tan extraordinario como la propia edición, que ha sido muy atípica. No solo ha sido programar cultura y música en época de covid, sino además con un hecho tan traumático como la muerte del valedor, fundador y director del festival que era Diego Martínez. Haber podido desarrollarlo en un contexto así y con un éxito de público y de programación tan grande pone las bases para que el festival tenga un futuro prometedor. Creo que es la primera piedra de una nueva era, sin duda alguna.
–Tomar las riendas en un momento así es mucha responsabilidad. ¿Cómo lo ha llevado?
–Ha sido una auténtica locura. Yo lo comparo con surfear una grandísima ola. Que contasen conmigo para dirigir este proyecto, y más en un momento marcado por la pérdida de un gran amigo y de un gestor de la dimensión de Diego Martínez, era una mezcla de sentimientos que hace que pongas todo tu tiempo, energía y capacidad en eso y no lo pienses. Ahora toca hacer balance, pero para mí ha sido un grandísimo acontecimiento con una mezcla al 50% de tristeza e ilusión, y una entrega absoluta al festival.
–¿Se han superado las expectativas?
–Expectativas tampoco es que hubiese. Cuando ocurre un hecho tan traumático que te deja sin director y te tienes que poner al frente de un mastodonte cultural como este, la única expectativa es mantenerse, estar. Sin embargo, hemos avanzado en aspectos muy prioritarios en esta época de inmediatez: la comunicación, la proyección mediática, en sacar el festival del ámbito provincial y llevarlo por todo el país.
–¿Tienen cifras totales de participación?
–No, porque tampoco nos ha preocupado este año. En septiembre esto parecía realmente la normalidad con el auditorio y las salas llenas, pero en junio era otra cosa porque había mucha más incertidumbre en cuanto al covid. La estadística no era una prioridad y ni siquiera la hemos medido porque creíamos que ser y estar era lo necesario. También era muy importante mantener el tejido cultural y artístico, que el sector de la música se mantuviera vivo y eso también es obligación de los festivales.
–La cultura ha sido uno de los sectores más golpeados en esta crisis derivada del covid.
–Absolutamente. Cuando empezamos a programar, era tal el grado de incertidumbre que el hecho de tener energía para mantener el festival en pie era de por sí un hito. Las administraciones han seguido apoyando los proyectos, algo muy importante porque por mi parte es fácil decir, tengo energía, pero si no tengo dinero o medios, con la energía no haces nada. Tenemos además un elenco de casi 55 patrocinadores privados que apoyan el festival, que entienden que la cultura genera riqueza y que no nos han abandonado. Eso nos ha obligado a decir, si están aquí las administraciones y nuestros patrocinadores, aquí estamos nosotros para seguir adelante y mantener viva la ilusión por la cultura y por la música.
–¿De dónde procede el público?
–Desde que cogí el festival he intentado marcar un marchamo de experiencia, y esta se basaba más en fin de semana. Entendía que a Úbeda había que venir a generar una experiencia cultural global. El núcleo está en Úbeda porque hay un tejido que demanda y necesita cultura, por eso hay tantos proyectos musicales, pero sí hemos avanzado bastante en atraer a público de fuera incluso de la autonomía. Programar en fin de semana y con una oferta plural posibilita la cercanía a otros públicos de otras provincias, de ahí centrar la comunicación en grandes medios que nos posicionaran a nivel nacional.
–¿Hacia dónde quiere encaminar el festival?
–Vamos a volver a la primavera. Este año hemos tenido dos partes, una en junio y otra en septiembre porque creíamos que en septiembre podíamos tener el horizonte más tranquilo respecto al covid, y así ha sido. Pero sobre todo ir en la dirección de convertir a Úbeda en una ciudad de experiencia musical, que en primavera el Festival de Úbeda sea un lugar donde convergen diferentes aspectos culturales de la ciudad; que no sea un hecho aislado, sino más bien una experiencia global. También ir cambiando el modelo de festival de antaño por otro más poliédrico.
–¿Qué traerá la próxima edición?
–Va a ser un año de grandísimos solistas. Lo que puedo avanzar es que grandes figuras de la interpretación mundial, esas que solamente tenemos la posibilidad de ver en grandes capitales, van a pasar por Úbeda.
–¿Puede adelantarnos algún nombre?
–No debo (ríe). Estamos en tratos con los agentes.
–¿Cuáles son las fortalezas del Festival de Úbeda?
–Una, que se basa en el amor por la música de una asociación sin ánimo de lucro (Amigos de la Música). Dos, los patrocinios privados; las empresas de Úbeda y de la zona entienden, quieren y necesitan del festival porque saben que la cultura, bien gestionada, es un motor de expansión económica. Tres, la excelencia, la modernidad y la profesionalidad. Esos son los tres pilares.
–¿En qué aspectos debería mejorar, a su juicio?
–Más que mejorar, se trata de avanzar. Vivimos momentos históricos de comunicación, de rapidez e inmediatez y debemos adaptarnos a los nuevos tiempos. Es cierto que ahí el festival ha dado un pequeño gran paso este año, y esa vía es la que tenemos que explorar.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.